LA PUERTA SECRETA DE LOS SACRAMENTOS DEL VERDADERO YOGA

Parte 8ª - EL YOGA

En el Vhagavad-gita se describen tres clases de yoga: karma-yoga, jñana-yoga y bhakti-yoga. Estas tres clases de yoga están consideradas como una escalera ascendente. De forma que conforme lo vamos practicando unos se pueden encontrar en el primer peldaño, otros a mitad de camino y algunos al final.

De las tres clases de yoga que se han descrito, los dos primeros, o sea, el karma-yoga, y el jñana-yoga, no es recomendable que sean practicados en lugares públicos, ya que el primero es el yoga de la meditación y el segundo de la respiración. Sin embargo, el tercero, el bhakti-yoga, no sólo es adecuado que se practique en grupo, sino que es incluso recomendable. En el bhakti-yoga hay nueve procedimientos diferentes para llevarlo a cabo. Estos son los siguiente: escuchar al otro, cantar con él, recordar hechos benévolos, ser amable, adorar con él, orar con él, servirle y sacrificarse por él, si fuese preciso. De estas nueve fórmulas se consideran las más importantes escuchar al otro y cantar con él. El bhakti-yoga puede practicarse fácilmente en la propia casa, con un pequeño grupo de amigos, o con mucha gente en un lugar que reúna las condiciones apropiadas. Este método es muy similar a lo que aquí en occidente conocemos como una terapia de grupo. Donde lo que se pretende es, en primer lugar, tomar conciencia  de las metas establecidas y corregirlas y reorientarlas de manera que mejore nuestro funcionamiento ante las tareas de la vida (relaciones, amor, trabajo). Para ese objetivo se vale de las aportaciones del propio grupo. En segundo lugar; resolver las dificultades de cada uno de sus miembros, en estos siempre se encuentran en primer termino el individuo y no el grupo, y en tercer y último lugar, descargar tensiones, superar complejos de inferioridad y propiciar la maduración de la persona.

En el yoga de la meditación, o sea en el karma-yoga, es recomendable que en él se esté libre de todo temor. Si la mente está agitada o si se esta rodeado de gente que habla, obreros que hacen ruido, personas que entran y salen o, simplemente, estamos pensando en el peligro de que al estar en nuestro domicilio, puedan tocar el timbre de nuestra puerta o el teléfono, no será posible concentrarse. Cuando no existen ninguno de estos riesgos, entonces es muy posible que lleguemos a controlar la mente.

Yuñjann evah sadatmanarh
yoghi niyata manasah
santim nirvana paramarh
mat samstham adhigacchata

Al meditar de esta forma,
siempre controlando la mente,
el cuerpo y las actividades,
es posible alcanzar el reposo de la mente.

El jñana yoga es el saber teórico, y tiene, por así decirlo, un reverso, que es el vijñana: el saber práctico. Para explicarlo de una forma un poco más coloquial, es como si un estudiante de ciencia debiera de estudiar las concepciones científicas teóricas al igual que la ciencia aplicada. El saber teórico solo, no es bastante. Hay que ser capaz de aplicarlo. Lo mismo ocurre en yoga, no se debe tener solamente el saber teórico, sino también el práctico. Sólo podemos estar satisfechos cuando jñana y vijñana van codo con codo. De esta forma lograremos el control sobre nosotros mismos, el brillo material no ejercerá ningún atractivo, y se verán iguales todas las cosas, ya sea oro, plata o guijarros.

Suhran mitrary udasina
madhyastha dvesya bandhusu
sadhusv api ca papesu
sama buddhir visisyate.

  Una persona es más avanzada,
cuando mira a todos
con la misma mente.

En este mundo material, podemos tener amigos, conocidos y enemigos. Muchas personas pueden verlos a unos como pecadores, a otros como piadosos, según su propia estimación. Pero cuando se ha alcanzado este DON, todos ellos, tanto amigos como enemigos, se igualan. Y aunque no dejemos de seguir amando a nuestros amigos, dejaremos, sin embargo, de odiar a nuestros enemigos para pasar a estimarlos.

En este caso, o sea, cuando se ha alcanzado este DON, al no darse cuenta el que lo alcanza ocurre lo mismo que en aquel cuento tibetano que dice de la siguiente manera:

Lung Shu dijo a Wen Chin:

—Sois maestro en artes extrañas. Yo tengo una enfermedad, ¿podéis curármela?

—Sólo me has dicho tu deseo —dijo Wen Chin—, pero no los síntomas.

—No considero honor —contestó— el ser admirado por mi sabiduría, no considero desgracia el ser despreciado por mis enemigos. Lo éxitos no me alegran, ni me afectan los fracasos. Miro la vida lo mismo que la muerte, y la riqueza lo mismo que la pobreza... Afligido como estoy por esta fría indiferencia de mi corazón, soy incapaz de trabajar más de lo necesario, dormir mucho y comer con avaricia. Quisiera saber qué enfermedad es ésta y qué remedio me dais para curarla.

Entonces Wen Chum le hizo colocar de espaldas a la luz y le miró atentamente.

—¡Ah! —Dijo al punto—; veo que un buen cuadrado de tu corazón está hueco. Estas en vísperas de ser un verdadero sabio. Seis de los orificios de tu corazón están abiertos y limpios, y sólo el séptimo está obstruido. Esto es que sin duda alguna estás tomando por enfermedad lo que no es otra cosa que iluminación divina. En este caso, mis artes mágicas nada pueden hacer.

Para practicar con éxito la disciplina del yoga, es necesario también que estemos dispuestos a renunciar a ciertas cosas que forman parte de nuestra vida. Hoy día es muy difícil renunciar a algo porque estamos habituados a una gran variedad de placeres materiales. De esta forma nos presentamos a practicar yoga y, lo más insólito, es que esperamos conseguir muchos beneficios. Tenemos que tener en cuenta que el yoga requiere muchas reglas para ejercitarlo apropiadamente, y la mayoría de nosotros apenas puede dejar ni tan sólo la costumbre de fumar. Los maestros que se precien de serlo, aconsejarán a sus alumnos que no se debe comer demasiado, ni tampoco demasiado poco. El que no come suficiente no puede practicar el yoga. Ni tampoco puede hacerlo el que come más de lo que necesita. Hay que comer moderadamente, justo lo necesario para mantener el cuerpo y el alma unidos. Tampoco se podrá practicar el yoga si se duerme demasiado o si no se duerme lo bastante. No hay que dormir más de ocho horas diarias. El yoga no podrá ser practicado en un principio por quienes padecen insomnio, porque para hacer yoga, el cuerpo tiene que estar aliviado, pero, con un poco de paciencia, este padecimiento puede ser vencido y erradicado, siempre que el individuo que lo padece esté bajo la dirección de un verdadero maestro, ya que un verdadero maestro respetará y estará al corriente de las medicinas que el médico le ha recetado a su alumno, para aconsejarle él los ejercicios adecuados que complementen medicina y entrenamiento.

Hay un error generalizado, que se viene dando en maestros occidentales, de decir a sus alumnos que tienen que comer a penas nada, poniéndole el ejemplo aquél ya tan gastado de que en la India los yoguis se alimentan con solo una cucharadita de arroz diario. O de que tienen que cortar radicalmente con las relaciones sexuales.

Como ya se dijo anteriormente, en cuanto a la comida, el que no come suficiente no puede practicar el yoga con efectividad. Y en cuanto al sexo ocurre lo mismo, no podemos negar que fuimos creados con esa necesidad biológica. Y lo mismo que debemos comer lo suficiente, y dormir relajadamente las horas adecuadas, tendremos que tener en cuenta que podremos practicar el sexo, porque nadie puede negar esta realidad imperante. Si no atendemos estas necesidades, nuestra mente estará cada vez más agitada. Pero lo que hay que tener en cuenta es, que todas estas necesidades, comer, dormir, trabajar, hacer el amor..., hay que hacerlas con moderación, sin llegar al exceso de la lujuria, de la gula o de la vagancia. Las necesidades biológicas son muy difíciles de domar; mucho menos cuando esas necesidades se han convertido en vicios, es decir, que al igual que una persona puede pasárselo muy bien jugando, otros han hecho del juego un problema de ludopatía. Uno de los beneficios del yoga es que, precisamente, puede ayudarnos a moderar esas necesidades.

También hay maestros, esto se da con más frecuencia en occidente que en oriente, que haciendo del yoga una LEY dicen que según la ley de la naturaleza el que practica el yoga no puede comer otra clase de alimentos que no sean estrictamente vegetarianos. Añadiendo que esta Ley dice que el practicante de yoga no debe comer seres vivientes. Condenando con esta supuesta ley a no poder practicar el yoga a quienes por enfermedad, desordenes orgánicos o intolerancia hacia los vegetales no pueden tolerar alguna clase de vegetales o necesitan para no morir comer carne, huevos, leche...

Yo os digo que es erróneo pensar que sólo por volverse vegetariano uno deja de violar las leyes de la naturaleza. Los vegetales también tienen vida. Es la ley de la naturaleza que un ser viviente tenga que ser el alimento de otro. Por ello uno nunca debe enorgullecerse de ser un estricto vegetariano, un elegido de Dios para practicar el yoga. El yoga fue creado por Dios para que fuese practicado por todos sus hijos, tanto los vegetarianos como los que no pueden serlo. 

Aunque tendremos que decir que, por aquello de que «la medicina del yogui es su alimento», habrá que tener en cuenta que la dieta de quienes se decidan a practicar esta disciplina habrá de ser mayoritariamente vegetariana. Pero, repito, hay personas que por enfermedades o desordenes hormonales, no pueden llevar a cabo esta clase de estricta dieta. ¿Quiere eso decir que estas personas están condenadas a no poder practicar el yoga? No. Los verdaderos maestros dicen que la dieta puede adaptarse a las necesidades de la persona. Lo importante es comer con moderación. Comer vegetales,  comer carne, comer ambas cosas si es necesario, pero, se coma lo que se coma, será necesario hacerlo con moderación.

En el capítulo trece de El Vagaba gita se dice que para llegar adquirir el conocimiento y la sabiduría hay que seguir una serie de normas. Algunas de estas normas son las siguientes:

01.     Volverse un caballero y aprender a respetar correctamente a los demás.

02.     No dárselas de religioso tan sólo para alcanzar renombre y fama.

03.     No volverse una fuente de ansiedad para los demás con las acciones de nuestro cuerpo, con los pensamientos de nuestra mente o con nuestras palabras.

04.     Ser tolerante aunque haya provocación de otros.

05.     Aprender a aplicar la duplicidad en su trato con los demás. (Aquí se valen de aquellas palabras de Confucio: «No hagas a los demás lo que tú no querrías que los demás hiciesen contigo»)

06.     Encontrar a un maestro fidedigno que nos pueda encaminar gradualmente a la etapa de la iluminación espiritual.

07.     Abstenerse completamente de prácticas que sean nocivas a los intereses de la autorrealización.

08.     No aceptar más de lo necesario para el mantenimiento del cuerpo.

09.     Siempre recordar que mientras se tenga un cuerpo material hay que enfrentarse a los sufrimientos del nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte. De nada vale hacer planes para zafarse de estos sufrimientos del cuerpo material. El mejor camino es encontrar la manera de recobrar la identidad espiritual.

10.     No apegarse más que a lo indispensable para avanzar espiritualmente.

11.     No sentirse feliz o afligido por las cosas deseables o indeseables creadas por la mente.

 

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