En
el Vhagavad-gita se describen tres clases de yoga: karma-yoga, jñana-yoga y
bhakti-yoga. Estas tres clases de yoga están consideradas como una escalera
ascendente. De forma que conforme lo vamos practicando unos se pueden encontrar
en el primer peldaño, otros a mitad de camino y algunos al final.
De las tres clases de yoga que se han descrito, los dos
primeros, o sea, el karma-yoga, y el jñana-yoga, no es recomendable que sean
practicados en lugares públicos, ya que el primero es el yoga de la meditación
y el segundo de la respiración. Sin embargo, el tercero, el bhakti-yoga, no sólo
es adecuado que se practique en grupo, sino que es incluso recomendable. En el
bhakti-yoga hay nueve procedimientos diferentes para llevarlo a cabo. Estos son
los siguiente: escuchar al otro, cantar con él, recordar hechos benévolos, ser
amable, adorar con él, orar con él, servirle y sacrificarse por él, si fuese
preciso. De estas nueve fórmulas se consideran las más importantes escuchar al
otro y cantar con él. El bhakti-yoga puede practicarse fácilmente en la propia
casa, con un pequeño grupo de amigos, o con mucha gente en un lugar que reúna
las condiciones apropiadas. Este método es muy similar a lo que aquí en
occidente conocemos como una terapia de grupo. Donde lo que se pretende es, en
primer lugar, tomar conciencia de
las metas establecidas y corregirlas y reorientarlas de manera que mejore
nuestro funcionamiento ante las tareas de la vida (relaciones, amor, trabajo).
Para ese objetivo se vale de las aportaciones del propio grupo. En segundo
lugar; resolver las dificultades de cada uno de sus miembros, en estos siempre se
encuentran en primer termino el individuo y no el grupo, y en tercer y último
lugar, descargar tensiones, superar complejos de inferioridad y propiciar la
maduración de la persona.
En el yoga de la meditación, o sea en el karma-yoga, es
recomendable que en él se esté libre de todo temor. Si la mente está agitada
o si se esta rodeado de gente que habla, obreros que hacen ruido, personas que
entran y salen o, simplemente, estamos pensando en el peligro de que al estar en
nuestro domicilio, puedan tocar el timbre de nuestra puerta o el teléfono, no
será posible concentrarse. Cuando no existen ninguno de estos riesgos, entonces
es muy posible que lleguemos a controlar la mente.
Yuñjann
evah sadatmanarh
yoghi niyata manasah
santim
nirvana paramarh
mat
samstham adhigacchata
Al
meditar de esta forma,
siempre
controlando la mente,
el
cuerpo y las actividades,
es
posible alcanzar el reposo de la mente.
El jñana yoga es el saber teórico, y tiene, por así
decirlo, un reverso, que es el vijñana: el saber práctico. Para explicarlo de
una forma un poco más coloquial, es como si un estudiante de ciencia debiera de
estudiar las concepciones científicas teóricas al igual que la ciencia
aplicada. El saber teórico solo, no es bastante. Hay que ser capaz de
aplicarlo. Lo mismo ocurre en yoga, no se debe tener solamente el saber teórico,
sino también el práctico. Sólo podemos estar satisfechos cuando jñana y vijñana
van codo con codo. De esta forma lograremos el control sobre nosotros mismos, el
brillo material no ejercerá ningún atractivo, y se verán iguales todas las
cosas, ya sea oro, plata o guijarros.
Suhran
mitrary udasina
madhyastha
dvesya bandhusu
sadhusv
api ca papesu
sama
buddhir visisyate.
Una
persona es más avanzada,
cuando
mira a todos
con
la misma mente.
En este mundo material, podemos tener amigos, conocidos
y enemigos. Muchas personas pueden verlos a unos como pecadores, a otros como
piadosos, según su propia estimación. Pero cuando se ha alcanzado este DON,
todos ellos, tanto amigos como enemigos, se igualan. Y aunque no dejemos de
seguir amando a nuestros amigos, dejaremos, sin embargo, de odiar a nuestros
enemigos para pasar a estimarlos.
En este caso, o sea, cuando se ha alcanzado este DON, al
no darse cuenta el que lo alcanza ocurre lo mismo que en aquel cuento tibetano
que dice de la siguiente manera:
Lung
Shu dijo a Wen Chin:
—Sois
maestro en artes extrañas. Yo tengo una enfermedad, ¿podéis curármela?
—Sólo
me has dicho tu deseo —dijo Wen Chin—, pero no los síntomas.
—No
considero honor —contestó— el ser admirado por mi sabiduría, no considero
desgracia el ser despreciado por mis enemigos. Lo éxitos no me alegran, ni me
afectan los fracasos. Miro la vida lo mismo que la muerte, y la riqueza lo mismo
que la pobreza... Afligido como estoy por esta fría indiferencia de mi corazón,
soy incapaz de trabajar más de lo necesario, dormir mucho y comer con avaricia.
Quisiera saber qué enfermedad es ésta y qué remedio me dais para curarla.
Entonces
Wen Chum le hizo colocar de espaldas a la luz y le miró atentamente.
—¡Ah!
—Dijo al punto—; veo que un buen cuadrado de tu corazón está hueco. Estas
en vísperas de ser un verdadero sabio. Seis de los orificios de tu corazón están
abiertos y limpios, y sólo el séptimo está obstruido. Esto es que sin duda
alguna estás tomando por enfermedad lo que no es otra cosa que iluminación
divina. En este caso, mis artes mágicas nada pueden hacer.
Para practicar con éxito la disciplina del yoga, es
necesario también que estemos dispuestos a renunciar a ciertas cosas que forman
parte de nuestra vida. Hoy día es muy difícil renunciar a algo porque estamos
habituados a una gran variedad de placeres materiales. De esta forma nos
presentamos a practicar yoga y, lo más insólito, es que esperamos conseguir
muchos beneficios. Tenemos que tener en cuenta que el yoga requiere muchas
reglas para ejercitarlo apropiadamente, y la mayoría de nosotros apenas puede
dejar ni tan sólo la costumbre de fumar. Los maestros que se precien de serlo,
aconsejarán a sus alumnos que no se debe comer demasiado, ni tampoco demasiado
poco. El que no come suficiente no puede practicar el yoga. Ni tampoco puede
hacerlo el que come más de lo que necesita. Hay que comer moderadamente, justo
lo necesario para mantener el cuerpo y el alma unidos. Tampoco se podrá
practicar el yoga si se duerme demasiado o si no se duerme lo bastante. No hay
que dormir más de ocho horas diarias. El yoga no podrá ser practicado en un
principio por quienes padecen insomnio, porque para hacer yoga, el cuerpo tiene
que estar aliviado, pero, con un poco de paciencia, este padecimiento puede ser
vencido y erradicado, siempre que el individuo que lo padece esté bajo la
dirección de un verdadero maestro, ya que un verdadero maestro respetará y
estará al corriente de las medicinas que el médico le ha recetado a su alumno,
para aconsejarle él los ejercicios adecuados que complementen medicina y
entrenamiento.
Hay un error generalizado, que se viene dando en
maestros occidentales, de decir a sus alumnos que tienen que comer a penas nada,
poniéndole el ejemplo aquél ya tan gastado de que en la India los yoguis se
alimentan con solo una cucharadita de arroz diario. O de que tienen que cortar
radicalmente con las relaciones sexuales.
Como ya se dijo anteriormente, en cuanto a la comida, el
que no come suficiente no puede practicar el yoga con efectividad. Y en cuanto
al sexo ocurre lo mismo, no podemos negar que fuimos creados con esa necesidad
biológica. Y lo mismo que debemos comer lo suficiente, y dormir relajadamente
las horas adecuadas, tendremos que tener en cuenta que podremos practicar el
sexo, porque nadie puede negar esta realidad imperante. Si no atendemos estas
necesidades, nuestra mente estará cada vez más agitada. Pero lo que hay que
tener en cuenta es, que todas estas necesidades, comer, dormir, trabajar, hacer
el amor..., hay que hacerlas con moderación, sin llegar al exceso de la
lujuria, de la gula o de la vagancia. Las necesidades biológicas son muy difíciles
de domar; mucho menos cuando esas necesidades se han convertido en vicios, es
decir, que al igual que una persona puede pasárselo muy bien jugando, otros han
hecho del juego un problema de ludopatía. Uno de los beneficios del yoga es
que, precisamente, puede ayudarnos a moderar esas necesidades.
También hay maestros, esto se da con más frecuencia en
occidente que en oriente, que haciendo del yoga una LEY dicen que según la ley
de la naturaleza el que practica el yoga no puede comer otra clase de alimentos
que no sean estrictamente vegetarianos. Añadiendo que esta Ley dice que el
practicante de yoga no debe comer seres vivientes. Condenando con esta supuesta
ley a no poder practicar el yoga a quienes por enfermedad, desordenes orgánicos
o intolerancia hacia los vegetales no pueden tolerar alguna clase de vegetales o
necesitan para no morir comer carne, huevos, leche...
Yo os digo que es erróneo pensar que sólo por volverse
vegetariano uno deja de violar las leyes de la naturaleza. Los vegetales también
tienen vida. Es la ley de la naturaleza que un ser viviente tenga que ser el
alimento de otro. Por ello uno nunca debe enorgullecerse de ser un estricto
vegetariano, un elegido de Dios para practicar el yoga. El yoga fue creado por
Dios para que fuese practicado por todos sus hijos, tanto los vegetarianos como
los que no pueden serlo.
Aunque tendremos que decir que, por aquello de que «la
medicina del yogui es su alimento», habrá que tener en cuenta que la dieta de
quienes se decidan a practicar esta disciplina habrá de ser mayoritariamente
vegetariana. Pero, repito, hay personas que por enfermedades o desordenes
hormonales, no pueden llevar a cabo esta clase de estricta dieta. ¿Quiere eso
decir que estas personas están condenadas a no poder practicar el yoga? No. Los
verdaderos maestros dicen que la dieta puede adaptarse a las necesidades de la
persona. Lo importante es comer con moderación. Comer vegetales,
comer carne, comer ambas cosas si es necesario, pero, se coma lo que se
coma, será necesario hacerlo con moderación.
En el capítulo trece de El Vagaba gita se dice que para
llegar adquirir el conocimiento y la sabiduría hay que seguir una serie de
normas. Algunas de estas normas son las siguientes:
01.
Volverse un caballero y aprender a respetar correctamente a los demás.
02.
No dárselas de religioso tan sólo para alcanzar renombre y fama.
03.
No volverse una fuente de ansiedad para los demás con las acciones de
nuestro cuerpo, con los pensamientos de nuestra mente o con nuestras palabras.
04.
Ser tolerante aunque haya provocación de otros.
05.
Aprender a aplicar la duplicidad en su trato con los demás. (Aquí se
valen de aquellas palabras de Confucio: «No hagas a los demás lo que tú no
querrías que los demás hiciesen contigo»)
06.
Encontrar a un maestro fidedigno que nos pueda encaminar gradualmente a
la etapa de la iluminación espiritual.
07.
Abstenerse completamente de prácticas que sean nocivas a los intereses
de la autorrealización.
08.
No aceptar más de lo necesario para el mantenimiento del cuerpo.
09.
Siempre recordar que mientras se tenga un cuerpo material hay que
enfrentarse a los sufrimientos del nacimiento, la vejez, la enfermedad y la
muerte. De nada vale hacer planes para zafarse de estos sufrimientos del cuerpo
material. El mejor camino es encontrar la manera de recobrar la identidad
espiritual.
10.
No apegarse más que a lo indispensable para avanzar espiritualmente.
11.
No sentirse feliz o afligido por las cosas deseables o indeseables
creadas por la mente.