LIBERTAD DE EXPRESIÓN

No entiendo por qué se critica a los obispos por expresar libremente su opinión sobre las leyes que legisla el Gobierno, o sobre cualquier otro tema. Y aún me sorprende más cuando oigo decir que por su condición de obispos y católicos su deber, por el bien de la Iglesia que representan, es estar callados. Me sorprende en verdad porque cualquiera que haya leído los evangelios, se habrá dado cuenta enseguida de que Jesús hizo lo mismo: moralmente no podía dejar de ser coherente con los que él entendía eran los planteamientos del Padre, lo que ocurría es que cuando estos planteamientos entraban en conflicto con la interpretación de lo que entonces era su propia iglesia, o con los intereses de los gobernantes de su tiempo, Jesús se manifestaba en contra. Y esto fue lo que le acarreó la persecución y la muerte. Uno de los más importantes derechos en el orden social y religioso es el de expresar públicamente las propias ideas con libertad. Y este derecho pertenece a todos los seres humanos con independencia de sus cargos, trabajos, creencias religiosas, sexos o razas... Los obispos españoles tienen pleno derecho a manifestar sus opiniones públicamente, como lo tienen el resto de los españoles. La libertad de expresión debe llevar a la persona a descubrir la dimensión interna que está presente en todas las leyes y normas con que se enfrenta en su vida social o religiosa. Y de esta forma sabremos que somos libres para censurar las acciones de los otros, y comprenderemos que los otros son libres también para censurar las nuestras. En este sentido se puede decir que la libertad de expresión y la conciencia son complementarias, porque una conciencia no puede considerarse verdadera si no tiene en cuenta que con respeto debemos de expresar nuestras críticas al mal o bien obrar de los otros, y con respeto deberemos recibir las críticas que los otros hagan de nuestras buenas o malas obras. Por ello no se considera honesto ni evangélico que por hacer uso de nuestra libertad de expresión seamos despedidos de nuestro trabajo, separados de nuestro ministerio, crucificados, anatemizados, exiliados, prisioneros, perseguidos...

 

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