LOS INTERROGATORIOS
Todos los templarios interrogados personal y secretamente, excepto, naturalmente, los detenidos y torturados, declararon falsas todas y cada una de las acusaciones que a ellos les eran imputas en los 88 artículos que fueron presentados en los diversos concilios, coincidiendo cada uno de ellos por separado, en que aquellas confesiones no podían haber sido obtenidas por otro medio que no fuese por la tortura. Y así fue sin duda, pues en palabras que el mismo Jacobo de Molay pronuncia a uno de sus visitantes, el capellán del Coro de la catedral de Notre Dam, don Johannes de Blanchefort, que éste dejó escritas en carta que le envió a su obispo, y que han quedado guardadas en el archivo de la mencionado catedral, libro 61, página, 43: «Me han torturado durante tantos años, en tal proporción y de tal forma, que si me hubiesen exigido decir que yo era el asesino de Nuestro Señor Jesucristo, lo hubiera confesado sin dilación por tal de acabar cuanto antes con este insufrible y doloroso sufrimiento…»
Como digo, todos los cargos atribuidos y recogidos en estos 88 artículos, fueron negados rotundamente tanto por los templarios que militaban en Francia como los que lo hacían en España. Habiendo quedado numerosos documentos de estos interrogatorios donde fueron negados los predichos cargos conservados en archivos franceses y españoles. Y en todos ellos, lo único que asumen los freiles, capellanes y servidores que fueron interrogados, es que en los artículos desde el 2 hasta el 45, es verdad que en el acto de aceptación se les daba un ósculo de paz a los novicios en señal de fraternidad, tal como rezaba desde hacía ya muchos años en sus estatutos, y para seguir las palabras de Pedro que manda: «Saludarse los unos a los otros con un beso santo, para que paz sea con todos y estemos en Cristo».
En los capítulos del 46 al 82, que es cierto, tal como enseña la Santa Madre Iglesia, que ellos crean que Jesucristo murió por los pecados que el género Humano había cometido, y no por sus propios pecados, ya que por ser Hijo de Dios había nacido sin pecado concebido.
Que los cordones que algunos de ellos llevaban colgados al cuello sobre la camisa, que son de lino o de lana, no son portados como señal de adoración a otros dioses, sino como signo de castidad eterna.
En los capítulos del 83 al 88, dicen que, en contradicción a lo que allí se dice, los templarios ensalzan la cruz de Nuestro Señor tres veces al año, siendo una de ellas el día de Cruz de Mayo. Sacando la cruz en procesión y honrándola hasta tal punto que cuando tenían que posarla en el suelo, ponían limpios manteles bajo ella.
Teniendo en cuenta además, que todos los interrogatorios comienzan de la siguiente forma: «Frater (fulano de tal) ordinis dicti Templi domus.., testis juratus ad sancta Dei Evangelia, super predictis articulis…» Es decir, «El hermano fulano de tal, de la casa de la dicha orden del Templo de…, testifica, jura y confiesa ante los santos Evangelios, sobre los mencionados artículos…»