ERRORES DEL LARMENIUS

 

Cuenta la tradición que la noche anterior a ser quemado, Jacques de Molay llamó a un caballero de su confianza de nombre Larmenius y le encomendó una misión: «Baja a la cripta secreta, abre la puerta y llévate los objetos consagrados. Saca de las dos columnas huecas que están en la entrada las monedas y los documentos que allí se guardan, porque en ellos están las enseñanzas de la Orden».

 

Los que han querido propagar esta leyenda son de una ingenuidad tan grande que no se dan cuenta de que en vez de estar transmitiendo una verdad están contando un cuento de hadas. La primera duda que surge es ¿cómo pudo Jacques de Molay llamar a un caballero de toda su confianza de un día para otro si estaba preso e incomunicado? La segunda cosa que nos llama la atención es que parece como si el maestre de los templarios en vez de estar en una celda prisionero e incomunicado, estuviera en un despacho donde podía recibir a quien quisiera, incluso sin cita previa. Si quienes urdieron este cuento hubieran visitado de vez en cuando archivos históricos, tal vez se habrían dado cuenta de que estos presos, me refiero al gran maestre, al visitador de Francia, y a los preceptores de Ultramar, de Normandía, de Aquitania y de Portier, no  eran unos presos cualquiera, sino que eran presos muy especiales por el hecho de estar allí detenidos por el mismísimo rey de Francia y, por si fuese poco, por orden del Sumo Pontífice.

Obra en mi poder un documento que nos habla de las grandes dificultades que existían para poder visitar a estos presos. Es una carta que dejó escrita el capellán del Coro de la catedral de Notre Dam, don Adrien de Blanchefort, que fue enviada a su obispo, y que ha quedado guardada en el archivo de la mencionado catedral, libro 61, página, 43. En esta carta el sacerdote, entre otras cosas, dice lo siguiente: «Después de quince días he obtenido el permiso para visitar al regente de los templarios, pues quería saber por su propia voz la verdad de cuantas acusaciones a la Orden se le imputan. No os quiero ocultar las muchas dificultades que tuve que salvar para conseguir el permiso…» Luego, en otra parte de la carta dice: «Me confesó que lo habían  torturado durante tantos años, en tal proporción y de tal forma, que si le hubiesen exigido decir que él era el asesino de Nuestro Señor Jesucristo, lo hubiera confesado sin dilación por tal de acabar cuanto antes con ese insufrible y doloroso sufrimiento…»

En otro lugar del supuesto documento se dice: "...en virtud de la autoridad suprema que me ha conferido, yo quiero, digo y ordeno que los desertores Templarios de Escocia de la Orden sean maldecidos con una anatema y que, junto a los hermanos de San Juan de Jerusalén, saqueadores de los dominios de la Caballería sean excluidos del círculo del Temple, ahora y por siempre..."

Esto es una especia de venganza personal, y Jacques de Molay jamás hubiese dejado la Orden en manos de alguien que pudiera maldecir a otros hermanos, y menos sabiendo que los bienes de la Orden del temple no fueron tomados ni pedidos por los de san Juan de Jerusalén, antes al contrario, no estaban dispuestos a recibirlas. Fue el Papa Clemente V quien dispuso que estos bienes pasaran a depender de los de San Juan porque la Santa Sede no estaba preparada para llevar a efecto una labor de administración tan lejana. Fue por ello que, pensándolo muy acertadamente, por medio de la bula «Licet pridem», le dieron todas estas posesiones a la orden del Hospital de san Juan de Jerusalén, quienes por haber recibido casi los mismos privilegios que la orden del Templo de Salomón, era la única que podía llevar a efecto esta labor. Sin embargo, para que la orden del Hospital no pudiera comenzar a cobrar diezmos y limosnas o vender o tomar dinero en las antiguas posesiones del Templo, el Papa, a través de su consejo apostólico, suprime a la orden del Hospital, temporalmente, todos sus privilegios.

La supuesta carta atribuida a Larmenius comienza diciendo: Yo, hermano Johannes Marcus Larmenius, de Jerusalén, por la gracia de Dios y por el grado más secreto del Venerable y Supremo mártir, el Maestre Supremo de la Orden del Temple, que Dios tenga en su gloria, confirmado por el Consejo común de la Hermandad, poseedor del grado más elevado de Maestre Supremo de toda la Orden del Temple, a todos los que lean esta carta de decretos, salud, salud, salud...

Ningún escribiente que hubiese comenzado escribiendo una carta con tan poca humildad, hubiera sido elegido por Jacques de Molay para hacerle ninguna concesión. Para que nos demos una idea de qué forma comenzaba sus escritos el maestre, veamos un documento verdadero y sin un ápice de sospecha:

Archivo de la Corona de Aragón. Pergamino, Jaime II. Número 2470.

 

El hermano Jocobo de Molay, pobre maestre de la milicia del Templo, humilde entre los humildes, se dirige a la fraternal bailía de Aragón y Cataluña en nombre de Dios Eterno.

La predicha carta de Larmenius dice en otro lugar: "A tal fin he establecido estos signos desconocidos, que no deben ser revelados a falsos hermanos y que deberán transmitirse oralmente a nuestros compañeros caballeros, de la manera que he retenido adecuadamente para la Asamblea Suprema. Tales signos, deben ser revelados sólo después de la debida profesión y consagración caballeresca, siguiendo los términos de los estatutos, del derecho y de las costumbres de la Orden de los Compañeros Caballeros del Temple, por mi enderezados para el susodicho eminente comendador, así como yo los recibí de las manos del Venerable y santísimo Maestre, el Mártir"

¿Cómo pudo entregar el maestre estos documentos de sus propias manos, cuando no le dejaban tener ni siquiera una Biblia? Y si los recibió de viva voz ¿cuánto tiempo estuvo este señor en la celda con el maestre?

Termina el documento diciendo:

Yo, Johannes Marcus Larmenius, he escrito esto el 18 de febrero de 1324, y yo Theobald, recibo las Suprema Maestranza, con la ayuda de Dios, en el año de Cristo 1324... Aquí surge la siguiente pregunta: ¿Si el tal Larmenius recibe este escrito personalmente del maestre, por qué lo da a conocer diez años después? Todos sabemos que el maestre fue quemado en el año 1314, y la carta está fechada en el año 1324, o sea, seis años después de haber sido dictada la carta por la cual se designaba como maestre a Theobaldo, que toma el maestrazgo en esa misma fecha.

Si este documento fue escrito y alguien lo pudo traducir y dar a conocer en el siglo XIX, ¿por qué nadie sabe en qué archivo histórico se puede encontrar? ¿Por qué nadie nos da las fuentes? Yo sería el primero que defendería este documento y todos los intereses que tras de su estela lleva, si encontrara el documento original y pudiera constatarlo. La única referencia que he podido ver hasta el momento es la siguiente: Extraído de "Il Templo", boletín no periódico de información interna de la Orden Soberana y Militar del Temple de Jerusalén, Gran Priorato de Italia, Nº 24  de enero de 2001.