Biblioteca Nacional de París. Libro: 763. Folio: 47.
Clemente, obispo, servidor de los servidores de Dios, a nuestro muy querido hijo en Jesucristo Felipe, ilustre Rey de los franceses, salud y bendición Apostólica.
Sabiendo que las noticias de la buena salud son agradables para su majestad, os anunciamos que con la ayuda del Todopoderoso, Nos gozamos de una salud plena y excelente, y sabemos con alegría que la vuestra es también buena.
Por la presente queremos hacer saber a su Alteza Real la verdad de todos los acontecimientos que han sobrevenido en el asunto de los templarios, no os quiero esconder que mientras que las condenas hechas contra la orden de los templarios estaban siendo leídas delante de los prelados y otros eclesiásticos que habían sido convocados por Nos, se personaron en la sagrada Asamblea siete caballeros de la orden de los templarios, en la primera sesión, y dos en la segunda sesión, y en nuestra ausencia se han presentado delante de los predichos prelados y eclesiásticos, y les han comunicado que están dispuestos a defender la orden, asegurando que 1.500 ó 2.000 hermanos de la misma orden, se encuentran ya en Lyon y en sus alrededores, diciendo que todos están dispuestos y reunidos para defenderse.
Aunque estos nueve templarios se habían presentado voluntariamente, Nos les hemos ordenado sin embargo que no hiciesen nada, y les hemos hecho retener en prisión.
Desde entonces hemos creído nuestro deber emplear, para salvaguardar nuestra persona, cuidados más constantes que de costumbre, y hemos creído asimismo que era nuestro deber anunciar estos acontecimientos a su Alteza, con el fin de que la prudencia de su Majestad obre en consecuencia y piense qué es lo más conveniente para la vigilancia de su persona.
Dado a Viena el 11 de noviembre, año sexto de nuestro pontificado[1]