Cuando
yo era pequeño, un amigo de mi padre me regaló por Navidad una
pequeña biblioteca de publicaciones juveniles. Nadie, hasta
aquel momento, me había hecho tanto bien. Con aquellos
ejemplares me aficioné a la lectura, y gracias a ellos viví
experiencias maravillosas, navegué por los siete mares y aprendí
cosas históricas. Leyendo «Simbad el marino» me puse al
corriente de todo lo relacionado con la vida marítima de los árabes
y su comercio durante los siglos VIII y IX. En la Isla del
Tesoro compartí con el joven Jim una agitada historia que me
hizo descubrir uno de los mayores tesoros del mundo: el tesoro
literario que gotea de la obra. Y cuyo mensaje, en forma de
piedras preciosas, nos dice que no siempre hemos de fiarnos de
quienes fingen ser nuestros amigos y nos demuestran, más tarde,
que lo único que pretenden es aprovecharse de nuestra buena fe.
En la fascinante historia de la «Bella y la Bestia» ayudé a
una hermosa muchacha a salvar a su padre de las fauces de un
horrible monstruo. Y después fui testigo del extraordinario
amor que surgió entre ambas. Amor tan puro y honesto que tuvo
la virtud de transformar a la Bestia en un hermoso y distinguido
príncipe que al fin se casó con ella. De la mano de Marco
Polo, conocí al Kublai Kan, varios lugares del imperio mongol y
muchos productos raros de China. Más tarde, hice un viaje
inmortal con Cristóbal Colón. Conocí las costumbres de los
indios que moraban aquellas islas y me hallé presente en el
drama del hundimiento de la nao Santa María. En compañía de
Aladino encontré una lámpara maravillosa que llevaba un genio
dentro y viví un
montón de episodios e incidentes que me enseñaron a no ser
codicioso. Con Alicia viajé al país de las maravillas y conocí
allí a un gato que tenía la virtud de hacerse invisible,
dejando ante nuestros asombrados ojos únicamente su agradable
sonrisa. Con el capitán Ahab perseguí a la gran ballena blanca
que le había arrancado una pierna a la altura de la rodilla. Y
esta persecución absurda me hizo reparar en lo inútil que
puede llegar a ser la venganza; sobre todo si como consecuencia
de ella son arrastradas a la muerte personas inocentes...