CONFERENCIA IMPARTIDA EN PALMA DEL RÍO (CÓRDOBA) EL DÍA 30 DEMARZO DE 2014
- TEMPLARIOS EN PALMA DEL RÍO -
Llevo
casi toda mi vida investigando y escribiendo sobre la Orden del Templo de
Jerusalén. Tal vez por ello sea por lo que se me haya aconsejado hoy que
intentará demostrar, aunque solo fuese a base de razonamientos, que estos
soldados de Cristo tuvieron presencia en esta hermosa y acogedora ciudad.
Numerosos
escritores han asegurado que los templarios tuvieron presencia en Palma del Río.
Trataré de ir desvelando algunas de las afirmaciones que hasta el momento se
han hecho para, de esta forma, intentar conseguir lo que me ha sido aconsejado.
Estos
autores basan sus aseveraciones para demostrar que los templarios tuvieron
encomienda aquí, en unos supuestos túneles antiguos y cámaras secretas que
hasta el momento y por más que se han buscado siguen sin aparecer. Aseguran que
en ellos escondían los templarios grandes riquezas, la lanza de Longinos y el
Santo Grial…
Pero
en lo que más empeño ponen para demostrarnos lo dicho, es que en el recinto
amurallado se encuentran adosadas algunas construcciones, como por ejemplo la
torre que en el siglo XVIII se le unió una capilla conocida hoy como: Virgen de
las Angustias, que es de planta octogonal.
Las
plantas octogonales no son invento ni patrimonio de los templarios. Antes de que
estos caballeros existiesen, las plantas octogonales ya se construían en muchas
iglesias, sobre todo en las más grandes…
Debido
a la falta de luz que en las iglesias había que sufrir en aquellos tiempos, algún
arquitecto avezado se dio cuenta de que, construyendo la planta de la iglesia
octogonal, el interior de la iglesia recibiría la luz del sol en su interior
durante todo el día. Es decir, conforme se movía el sol, su luz era
introducido en el interior de la iglesia por alguna de las ocho ventanas que en
cada una de las ocho paredes había.
Como
podemos ver por la foto que estamos mostrando, por la ventana y por la claraboya
que se encuentra un poco más arriba, está penetrando la luz que el sol
proporciona a esa hora del día.
Cuando
se comenzó a usar la luz eléctrica, muchas de estas ventanas y todas las
claraboyas, fueron tapadas. Ya no se necesitaba la luz que por ellas entraba.
La foto que estamos viendo pertenece a
Santa María de Eunate. Esta es, como todos ustedes saben, una de las Iglesias
considerada por muchos como la más enigmática de España.
A cualquier persona que se le pregunte
quiénes fueron sus constructores, no dudará en asegurar que fue obrada por los
templarios.
Pero no es así. La iglesia fue
terminada de construir en el año 1160, y los templarios entraron en España de
la mano del conde de Barcelona y príncipe de Aragón don Ramón Berenguer IV,
precisamente en el año 1160.
Lo cierto y verdad es que la iglesia de
Santa María de Eunate fue construida en el Camino de Santiago para que sirviese
como hospital de peregrinos, como así fue en un principio. Más tarde pasó a
ser dormitorio de difuntos (lo que podíamos llamar hoy depósito de cadáveres),
y, desde entonces hasta hoy, lugar de culto.
Es una iglesia octogonal y en sus
paredes se pueden ver, tal como en otras iglesias y catedrales, las marcas de
los canteros que trabajaron en su construcción.
Hay
que tener en cuenta que estos obreros eran totalmente autónomos y que al
ejecutar su labor lo hacían bajo contrato, por lo que no era de extrañar que
todos funcionasen a destajo.
Así
fue como las construcciones de catedrales y otras obras de envergadura más o
menos importantes, tomaron un impulso más veloz. Pues como se sabe, en una obra
trabajaban diferentes cuadrillas de obreros bajo el mando de su correspondiente
maestro.
Los
obreros trabajaban en cadena. Los canteros cuando terminaban de cubicar un
bloque grababan la marca de su maestro en una de sus caras y comenzaban con
otro.
Los
albañiles, que se hallaban sobre el andamio alojando los bloques que ya habían
sido labrados por sus compañeros, iban acoplándolos de la siguiente forma: si
estaban cobrados, con las marcas hacia adentro, para que no se vieran, y si
estaban por cobrar, con las marcas hacia afuera para que el maestro pudiese
cobrarlos al terminar la jornada.
Como
en aquellos tiempos, excepto los escribanos, nadie sabía leer ni escribir. Las
personas representaban su nombre con lo que se llamaba entonces el “signo”,
que podía ser el mote por el cual era conocido el individuo, el oficio que
desempeñaba o bien, algo que había sido creado por él mismo. Pero fuese lo
que fuese, era la firma personal que el individuo había elegido para estampar
en cualquier lugar o documento, ya fuese legal o privado.
También
a estos signos se les ha querido dar un carácter esotérico y secreto. Según dicen, cada uno de
ellos es poseedor de un mensaje oculto… A continuación, y a título de
curiosidad, damos a conocer las marcas de algunos canteros que conjuntamente
trabajaron en la edificación de la iglesia de Santa María de Eunate y que hoy
se pueden ver grabados en sus paredes.
Como nota curiosa sobre estos maestros,
diremos que un conocido constructor andaluz, llamado Juan del Monte, comenzó su
carrera firmando con la figura de una paloma porque le gustaba la colombicultura, pero después de sufrir un accidente
laborar mediante el cual perdió el dedo meñique de su mano derecha, como
entonces comenzaron a llamarle el “cuatro dedos”, cambió su firma por una
mano que solo tenía cuatro dedos, de ahí que, se haya contabilizado las dos
marcas de un mismo cantero como si hubiesen sido dos diferentes, cuando no es
así. A continuación, mostramos las dos marcas: la primera y la segunda:
Después de esta introducción, vamos a
ver ahora, a través de mis modestas suposiciones, si hubo o no templarios en
Palma del Río.
La entrada en España de los musulmanes
fue realizada en el año 711 del calendario cristiano. Lo hicieron por
Gibraltar. Conquistada toda Andalucía, le dieron el nombre de Al-Andalus, de ahí
el topónimo de Andalucía, que, traducido, quiere decir: “mi tierra”.
Para conquistar el resto de España,
los musulmanes navegaron hasta las costas de Asturias, donde encontraron tierras
más ricas, verdes y fértiles que las de Andalucía.
Se propagaron por todos los lugares
hasta unir Andalucía con el resto de España. Sin embargo, cuando se dieron
cuenta los españoles de que los árabes les exigían impuestos y contribuciones
que antes no tenían que pagar, comenzaron a guerrear contra los invasores que
estaban ocupando sus tierras.
En el año 718, en la batalla que ha
pasado a la historia conocida como la de Covadonga, los árabes fueron vencidos.
Y, desde ese momento en adelante, desde Asturias hasta Murcia, los musulmanes
fueron siendo derrotados y expulsados de todas las tierras que habían usurpado.
Ya solo les quedaba Andalucía.
Después
de ser conquistado el reino de Murcia por el entonces príncipe don Alfonso, con
la inestimable ayuda de su suegro Jaime I en el año del Señor de 1243,
Caravaca de la Cruz se convirtió en la frontera que separaba Al-Andalus y el
resto de España.
El
rey Jaime traía, entre las tropas que mandaba,
una compañía de templarios. Y, como observó que la recién creada frontera
carecía de hombres para ser defendida, dejó la compañía de templarios en el
reino de Murcia.
El
príncipe Alfonso, con la aprobación de su padre, les hizo donación de una
circunscripción militar que comprendía Caravaca de la Cruz, Cehegín y Bullas.
Más
tarde, el reino de Murcia y por ende el de Castilla, se dieron cuenta de que,
los escasos soldados que ayudaban a los templarios eran insuficientes para
frenar las constantes embestidas militares que los árabes producían todos los
días en tan peligrosa frontera.
El
número de muertos y heridos era bastante grande. Por este embarazoso motivo fue
totalmente imposible reclutar soldados o contratar mercenarios que desearan ser
enviados a defender la frontera.
Hablaron
Alfonso y Jaime, y decidieron, de común acuerdo, que todos aquellos malhechores
que hubieran cometido delitos de robo o de sangre en cualquier otro reino de
España, les sería perdonada su condena siempre que vinieran a formar parte de
las tropas que protegían la frontera de Caravaca.
Con
lo que les acabo de dar a conocer, he pretendido que comprendan que Andalucía y
por ende la Corona de Castilla, no pudieron aprovecharse de los servicios
militares de los templarios en fechas tan tempranas a como lo hizo la Corona de
Aragón. Muchas de las ciudades andaluzas fueron concedidas por el rey de
Castilla a estos soldados de Cristo años después de haber sido reconquistadas.
Las
ciudades más significativas que los cristianos comenzaron a reconquistar en
Andalucía fueron las siguientes: Por el rey Fernando III, el Santo:
·
Jaén
en 1232.
Córdoba
en 1232.
Sevilla
en 1248.
Castro
del Río en 1240.
Almodóvar
del Río en 1240, mediante acto acordado entre Fernando
III y el gobernador árabe del lugar y,
un año después:
Palma
del Río en 1241, que fue conquistada por tropas
mandadas por el hermano del rey Fernando III, llamado don Alfonso, y conocido
como Señor de Molina.
De
todos los lugares reconquistados en Andalucía, tanto por Fernando III como,
posteriormente, por su hijo Alfonso X, en los únicos donde hubo presencia
templaria que pueda ser documentada, fue en los siguientes:
·
JAÉN,
donde el rey les concedió a los templarios el castillo de Iruela y tierras de
cultivo.
CÓRDOBA,
donde se les hizo donación de casas y tierras de cultivo.
SEVILLA,
donde se les dio a perpetuidad un castillo, tres iglesias y varias posesiones.
HUELVA,
donde les fueron concedidas numerosas donaciones, entre las cuales destacaban
por su importancia, el castillo de Aracena, una iglesia que estaba junto al
castillo y una gruta que se encontraba entre el castillo y la iglesia.
LA
PEÑA DE ALÁJAR, donde fueron dueños de todo.
TEJANA,
donde, además de este territorio se les dio también Rafaña y Trigueros
con su iglesia…
Y,
ya, por último, por ser muy importante para lo que en adelante vamos a tratar: ALMODÓVAR
DEL RÍO.
El
historiador don Manuel Nieto Cumplido, archivero mayor de la Mezquita Catedral
de Córdoba y miembro de la Real Academia de Historia de la misma ciudad,
escribió un libro titulado: Libro de diezmos de donaídos de la catedral de
Córdoba, cuyas notas fueron tomadas de un manuscrito que se
encuentra en el Archivo Histórico de la Catedral de Córdoba, amparado
bajo la referencia de: Obras Pías. Nuevo. Legajo 57, y en su apartado número
14, dice lo siguiente:
14.
El cortijo del Temple.
Todavía
pervive en nuestros días el topónimo, como tal cortijo, a unos tres kilómetros
de Almodóvar del Río, en la margen izquierda del Guadalquivir. Es la heredad
que recibió la Orden del Temple en el repartimiento de Córdoba figurando está
en la tan citada bula de Inocencio IV como obligada a dar el diezmo a la
catedral cordobesa. Durante muchos años fueron pagados estos impuestos por Juan
Domínguez, criado de la Orden del Temple.
El
cortijo estuvo en posesión de la Orden del Temple hasta su desaparición en
1310, pasando a ser propiedad de la Orden de San Juan la extensión total que
alcanzaba 540 fanegas de tierra…
El
hallazgo que acabamos de dar a conocer, aunque no nos otorgue autoridad plena
para afirmarlo, si nos faculta para garantizar
que en Palma del Río hubo presencia templaria… Me explico.
Almodóvar
del Río, Posadas, Palma del Río y algunas otras localidades vecinas, eran
parte de un territorio que se hallaba bajo la autoridad del Concejo de Córdoba.
En
aquellos inseguros tiempos, los reyes no donaban absolutamente nada, si no era
para sacar algún beneficio a cambio. Córdoba seguía siendo la ciudad más
apetecida y añorada por los musulmanes. Estaban obsesionados con volver a
reconquistarla. Por ese motivo, las incursiones y ataques de fracciones moriscas
eran bastante frecuentes. Siempre alentadas y apoyadas por los reyes de Granada.
Como
quiera que las tropas árabes no podían venir por tierra, ya que la mayoría de
las ciudades, pueblos y aldeas por donde tenían que avanzar, estaban
reconquistadas, solían hacerlo navegando sigilosamente por las aguas del río
Guadalquivir.
Como
Almodóvar del Río, Posadas y Palma del Río, que eran las tres localidades que
vivían cerca del río, se encontraban en aquellos tiempos bajo la administración
del Concejo de Córdoba, como ya hemos dicho anteriormente, no es de extrañar
que desde el cuartel general templario de Córdoba se diese orden a los de la
Alquería para que tanto en Posadas como en Palma del Río se instalase un
destacamento con objeto de vigilar el río y transmitir cualquier peligro que
navegase por él.
Las
transmisiones en aquellos tiempos se realizaban a través de atalayas. Es decir,
torres de vigilancia que servían para lograr tres fines militares:
El
primero, porque desde su altura se podía examinar visualmente cualquier peligro
que se acercase.
El
segundo, para transmitir ese peligro a la siguiente atalaya.
Y,
el tercero, para dar albergue a un destacamento de soldados que eran los que se
ocupaban de vigilar y transmitir cualquier peligro que se acercara.
Pero
¿qué clase de señales tenían que hacer para comunicarse con sus compañeros?
Se estarán preguntado ustedes. El código de señales era muy sencillo. Si era
de día, quemaban paja mojada y obtenían humo negro; y si la hacían con paja
seca, lo obtenían blanco… El blanco quería decir sin novedad, y el negro un
peligro que se acerca… Y si era de noche, encendían una buena hoguera,
procurando que sus llamas fuesen altas y resplandecientes.
Y
aquí es donde podemos afirmar —conociendo
el proceder histórico de los reyes— que, tanto en la ciudad de Posadas como
en la de Palma de Río, hubo por lo menos un destacamento que habitaron en el
lugar hasta —como nos dice el historiador Nieto Cumplido—, que la Orden del
Templo fue suprimida por bula del Papa Clemente V.
Incorporada
a las dos ciudades mencionadas, los de la Orden de San Juan de Jerusalén, desde
el señorío de la villa de Peñaflor, que lo habían recibido completo mediante
el privilegio que damos a conocer, habrían recibido la orden de colaborar en la
tarea de vigilancia y protección, ya que sus posesiones se hallaban a seis kilómetros
de Palma del Río, aunque situadas en la margen derecha, o sea, en la margen
opuesta donde residían los de Palma del Río. Cosa que era muy importante
porque, de esa forma, las dos márgenes estaban siempre vigiladas.
En
Posadas residirían en la atalaya conocida hoy como “Guadacabrillas”. Esta
torre vigía fue construida por los cristianos en el siglo XV sobre las ruinas
de otra que había sido construida por los árabes. De ahí que haya confusión
entre los estudiosos del tema, pues, que yo sepa, nadie sabe documentalmente la
fecha exacta de su construcción.
Los
caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén, que, mediante el privilegio
que acabamos de dar a conocer, les fueron otorgados las localidades de Almenara,
Tocina, Alcolea y, como ya hemos dicho anteriormente, Peñaflor. Desempeñarían
su labor de vigilancia desde la torre vigía que se hallaba dentro del recinto
del castillo de Almenara… Este castillo se encuentra hoy, lamentablemente, en
unas condiciones tan ruinosas, que superan la calamidad.
Los
de PALMA DEL RÍO harían su trabajo de observación desde la torre en la que en
el siglo XIV se le incorporó una ermita que pasó a ser conocida como La ermita
de Villadiego.
El
historiador don Manuel Nieto Cumplido, que ya hemos citado anteriormente, en un
libro que escribió en el año 1978, cuyo título es: Los orígenes del
regionalismo andaluz, nos dice que LA ERMITA DE VILLADIEGO fue propiedad de
Palma del Río hasta finales del siglo XIV, y que, a partir de esa fecha, pasó
a ser parte del municipio de Peñaflor.
Con
las investigaciones expuestas espero haber complacido a quienes me han sugerido
que tratase de intentar demostrar que, en PALMA DEL RÍO, hubo presencia
templaria, aunque solo fuese una escuadra de vigilancia.
Una
escuadra templaria que, como todos ustedes saben, estaba compuesta por un
sargento y cuatro soldados, cuyos individuos no serían siempre los mismos
porque, era natural y lógico, que fuesen relevados por otros cada cierto
tiempo, tal como establecían las ordenanzas.