Orden de los Carmelitas
Por experiencia he 
visto, dejando lo que en muchas partes he leído, el gran bien que es para un 
alma no salir de la obediencia. Habiendo dado su Majestad, por su bondad, dado 
luz de conocer el gran tesoro que está enterrado en esta preciosa Virtud, he 
procurado, aunque flaca e imperfectamente tenerla. 
Según el Padre Rafael María López Melus, carmelita, en su libro "El escudo del 
Carmelo", en el año 1.899, el anónimo "Un amigo del Carmelo" escribía un 
artículo sobre las Armas del Carmelo con aire de estudio crítico. "Es bastante 
difícil precisar exactamente el origen del blasón de los carmelitas y señalar en 
que época ha sido adoptado por la Orden, pero todo conduce a creer que esto fue 
en el inicio del siglo XII, cuando la primera Cruzada llevó a Tierra Santa--cuna 
de la Orden--a estas multitudes europeas que se distinguían entre ellas al menos 
por ciertos signos, por ciertos colores propios de cada familia". En efecto, 
esta es la época de aquel gran movimiento causado por las Cruzadas, que vienen 
con numerosos latinos, entre ellos los religiosos del Monte Carmelo. Américo, 
patriarca de Antioquía, determinó modificar la manera de vivir de estos piadosos 
ermitaños y los acerca en lo más posible a las costumbres en uso entre los 
religiosos occidentales y les da como primer general latino a San Bertoldo. 
Pero, ¿Qué significado tiene un escudo en una orden religiosa?. A esto respondió 
el Padre Zazza: "La historia de la heráldica nos enseña que el símbolo o el 
escudo era antes usado por los guerreros, que era estampado o realzado sobre la 
coraza ya que prácticamente era de la misma forma entre muchos pueblos diversos. 
En una fecha posterior fue cuando los eclesiásticos y demás comenzaron a usar 
estos signos, los eclesiásticos, generalmente usaban un escudo en forma ovular 
mientras los demás lo usaban en forma romboide". 
La historia del Carmelo tiene muchos puntos oscuros. Todo parece remontarse a 
una gran antigüedad, pero la dificultad radica en que no existe constancia 
escrita de los hechos. El primer escudo Carmelita que se encuentra es del 
frontispicio de la vida de San Alberto de Sicilia escrita en 1.499 por fray Juan 
María de Novalaria y en las Constituciones impresas en Venecia en ese mismo año. 
Después se reproducen en los breviarios y misales carmelitanos impresos en 
1.500, 1.504 y 1.509. Anteriores a esta época se pueden buscar escudos 
carmelitanos en libros litúrgicos u otras pinturas. En ellas se puede apreciar 
cómo los carmelitas de los siglos XIV y XV trataban de expresar en los muros de 
iglesias y claustros igual que en los pergaminos de los libros la doble idea que 
dio origen al Carmelo: María y Elías. Ellos son los fundadores de la Orden y de 
una u otra forma trataban de dejarlo plasmado en sus dibujos y pinturas al igual 
que en sus escritos. 
Pero hablar de la orden Carmelitana sin referirse a Santa Teresa de Jesús es 
algo verdaderamente imposible, tal es la fuerza y la influencia, de la Santa en 
la Orden. Su nombre era Teresa de Ahumada, nació en 1.515 (23 de Marzo) es 
sobradamente conocido, para que incidamos en ese punto. Queden estos datos para 
la historia, y no para el motivo que estamos tratando. Lo que interesa conocer 
son sus relaciones con el Carmelo: el 2 de noviembre de 1.535, a los veinte 
años, Teresa de Ahumada entra, como religiosa en el convento carmelitano de la 
Encarnación, y un año más tarde toma definitivamente el hábito del Carmen. 
Lo que aquí nos interesa es su decisiva influencia en la Orden Carmelitana, y es 
necesario efectuar una aclaración: la reforma de la vida carmelitana no se basó 
en poner orden en una vida escandalosa. Fue un ansia de perfeccionar, 
transformar y sobrenaturalizar una vida regular. Pero esta reforma no se hizo en 
forma pacífica ni suave, porque tuvo que enfrentarse al aferramiento que tenían 
bastantes carmelitas que no entendían bien que era lo que se debía transformar.
A partir de 1.560, es cuando Teresa de Ahumada, emprende la lucha que la 
llevaría a librar innumerables batallas. Baste con decir que un confesor le negó 
la absolución a menos que se comprometiera a renunciar solemnemente a su 
pensamiento sobre la reforma. El primer paso que, impulsado por Santa Teresa se 
dio en la reforma fue motivo de gravísimo escándalo en Avila. La creación del 
convento de San José de Avila puso nerviosos a los potentados que sospechaban 
que con el nacimiento de un convento pobre, este apelaría a su generosidad, 
aliviando sus bolsillos. Protestaban las monjas de la Encarnación y tomaba 
partido el Concejo de Avila, junto con las amenazas del Corregidor. La batalla 
la ganó Santa Teresa que en el año 1.563 consolida a las Descalzas. Ella misma, 
ya priora del convento de San José, se quita definitivamente los zapatos. 
Quedaba la prueba suprema: La llegada a Avila para visitar los conventos de los 
frailes descalzos y el de las monjas, el general de los Carmelitas, Juan 
Bautista de Rossi, al que se le denomina en castellano Rubeo. La entrevista con 
Santa Teresa acaba en un nuevo éxito para la Santa que convence a su Superior de 
la conveniencia de la Reforma. El general de la orden autoriza la fundación de 
nuevos conventos de las Descalzas. Comienzan los infatigables viajes de Santa 
Teresa. Tiene autorización para llevar a cabo nuevas funda- 
ciones en ambas Castillas, pero no en Andalucía. En Beas del Segura, Santa 
Teresa se encuentra con Jerónimo Gracián, visitador apostólico del Carmen en 
Andalucía. Beas era Castilla en lo civil, pero en lo religioso, Andalucía. 
Teresa, sin darse cuenta traspasa la frontera de sus posibilidades, al fundar 
las descalzas en Sevilla. Los calzados encarcelan a San Juan de la Cruz, el fiel 
amigo de la Santa de Ávila y Gracián es encerrado en el convento de Alcalá de 
Henares. Pero en 1.580 finaliza la llamada guerra del Carmen, con el triunfo de 
las descalzas. La madre Teresa está enferma. El 7 de mayo, con ocasión de su 
estancia en Burgos, se despide de Jerónimo Gracián. Cuando llega a Alba de 
Tormes está extenuada por la enfermedad, y a las nueve de la noche del día 4 de 
octubre de 1.582, muere. 
Era natural que al referirnos a la Orden del Carmen no pudiéramos pasar por alto 
la gigantesca figura de Santa Teresa. Solo nos queda consignar unos últimos 
datos sobre la citada Orden: Fue fundada por Simón Stock en el siglo XIII, antes 
de la reforma impulsada por Santa Teresa todos los miembros de la orden iban 
calzados. A partir de dicha reforma, hoy existen calzados y descalzos, posición 
está última que fue la defendida por la Santa de Ávila. Para terminar, señalar 
que el hábito y el escapulario son de color negro o pardo, y la capa o manto, 
blanco. 
En lo que se refiere al Monte Carmelo, del cual tomaron el nombre los carmelitas 
su carácter de lugar sagrado viene de antiguo, ya que los sirios lo veneraron 
como a una divinidad. Se trataba de un culto donde no había estatuas, ni templo, 
tan solo un altar donde se ofrecían los sacrificios. En el siglo IX antes de 
J.C. los sacerdotes sirios sacrificaban allí en honor de su dios Baal. Elías, 
durante el reinado de Acab, proclamó en este monte que Yaveh y no Baal, era el 
dios verdadero. En la actualidad, los árabes lo conocen con el nombre de Ybeb 
Mar Elyas (Monte de San Elías). 
En Alba de Tormes, descansan los restos de la andariega e incansable Teresa de 
Jesús, en una capilla del convento de la Anunciación.