ORDEN DE LOS ACÉFALOS

 

Sin cabeza, nombre que dieron a unos herejes, porque entre ellos ninguno se preció de ser cabeza. Eran los que impugnaban el concilio de Calcedonia. Los que figuraron principalmente fueron Severo, Atanasio y otros eutiquianos que en Alejandría se separaron del obispo Pedro Mongo, por parecerles poco contrario del concilio. Doscientos furiosos, capitaneados por Severo, después de haber alborotado varios pueblos del Oriente, se reunieron en Constantinopla para atacar al Patriarca defensor del concilio, en cuya ciudad cometieron mil excesos.

Se llamaban también acéfalos aquellos clérigos que no vivían sujetos a determinado obispo.

En Inglaterra daban este nombre, en tiempos de Enrique I, a los pobres que, no teniendo bienes algunos, tampoco conocían cabeza o superior a quien pagar feudo o tributo.

En el Norte había unos pueblos a los que dieron el nombre de acéfalos, no porque materialmente no tuvieran cabeza, como antiguamente creyeron algunos, sino porque eran tan bárbaros e indómitos que no tenían un jefe o cabeza que los mandase o dirigiese.