ORDEN DE LOS CABALLEROS DE COLÓN
La 
orden de Los Caballeros de Colón nació a partir de una idea de un grupo de 
católicos que comenzaron reuniéndose en el sótano de la Iglesia de Santa María 
de New Heaven, Connecticut en 1882, con el padre Michael J. McGivney, de quien 
partió la idea de fundarla  con la intención de formar una orden de católicos de 
laicos que se dedicara a  suministrar ayuda financiera a las viudas y a los 
huérfanos. Sus fundadores principales fueron, además del padre M.J. McGivney, el 
padre P.P. Lawlor, James T. Mullen, Cornelius T. Driscoll, Dr. M.C. O'Connor, 
Daniel Colwell, William M. Geary, John T. Kerrigan, Bartholomew Healey, y 
Michael Curran.
El día 15 de mayo del 1882, los organizadores, constituidos en Comité Supremo, fundaron el primer consejo subordinado, San Salvador Número 1, en New Haven. A partir de entonces comenzaron a fundarse consejos subordinados en diferentes ciudades y poblaciones del estado de Connecticut, pero no fue sino hasta el 15 de abril de 1885, cuando se fundó un consejo subordinado en Westerly, Rhode Island, que la orden se extendió más allá de las fronteras del estado original. Entonces fue cuando el Comité Supremo emitió una ley dictando la creación del Consejo Supremo. Este debería estar compuesto por los miembros del Comité Supremo y delegados de cada consejo subordinado, en una proporción de un delegado por cada cincuenta miembros. Al percatarse que ese número era demasiado grande, el día 14 de mayo de 1886 el Consejo Supremo se convirtió en una Junta de Gobierno integrada por la Junta de Directores- antes llamada Comité Supremo-, el Gran Caballero y el Gran Caballero saliente de cada consejo subordinado de la sociedad.
A causa del rápido crecimiento de la sociedad, la Junta de Gobierno, en 1892, organizó los Consejos Estatales, compuestos por dos delegados de cada consejo subordinado de los estados. El 29 de abril de 1893 la Junta de Gobierno fue reemplazada por el Consejo Nacional, integrado por el Delgado Estatal y el Delegado Estatal saliente de cada Consejo Estatal, y por un delegado por cada mil miembros de la clase asegurada. Los miembros asociados fueron admitidos a la orden por primera vez en octubre de 1893. La clase asociada se creó para dar cabida a los ancianos y aquellos que no podían pasar el examen médico, aunque posteriormente se amplió para acoger a todos aquellos que fuesen elegibles pero no quisieran el seguro. El 22 de febrero de 1900 tuvo lugar en Nueva York el primer evento de cuarto grado, en el que recibieron ese grado más de 1,200 candidatos provenientes de todos los Estados Unidos.
Actualmente la orden está establecida en todos los estados y territorios de la Unión Americana, en cada provincia de Canadá, en Newfoundland, las Islas Filipinas, México, Cuba y Panamá. Están por establecerse consejos en Puerto Rico y Sudamérica. La membresía total, dividida en dos clases, asegurados y asociados, hasta el 1 de marzo de 1910, contaba 74,909 miembros asegurados y 160,703 asociados; un total de 235,612 (Nota del traductor: En el año 2002, los Caballeros de Colón tienen más de 1.6 millones de miembros en Norteamérica y otras partes. En 2001, reunieron y contribuyeron para entidades caritativas una cantidad récord de $125 millones y ofrecieron 58.9 millones de horas de servicio voluntario). Se emiten pólizas de seguro por valor de $1,000, $2,000 y $3,000 dólares contra riesgos incurribles entre las edades de 18 y 60 años. La tasa de cada miembro se incrementa cada cinco años hasta los 60. A partir de ese momento el miembro paga una prima estándar calculada a partir de la edad que tenía al inscribirse. La sociedad ha pagado a los beneficiarios de sus miembros fallecidos un total de $4,438,728.74 dólares. (Nota del traductor: En 2002, los Caballeros de Colón sumaron $45,600 millones de seguros para sus miembros y sus familias. El año anterior la suma fue de $42,900 millones. Al inicio del 2003, hay 1.5 millones pólizas de vida vigentes; sólo 1.4 millones al finalizar 2001. Las primas de las rentas vitalicias aumentaron 61.2 por ciento en 2002. Las rentas vitalicias y los seguros de depósitos para 2002 fueron de $332 millones, superior a los $206 millones de 2001.
Los Caballeros de Colón han hecho un trabajo admirable en los campos de la educación católica y de la caridad, promoviendo hogar y escuela para huérfanos católicos, dotando de becas a universidades católicas, organizando conferencias acerca de la doctrina católica, proveyendo camas de hospital, servicios médicos para sus miembros enfermos, sosteniendo bolsas de trabajo y, en general, realizando diversas formas de apostolado seglar. En 1904 la orden otorgó $50,000 dólares a la Universidad Católica de Washington para la cátedra de Historia Americana, además de varios miles de dólares para su biblioteca, y se comprometió enseguida a obtener $500,000 dólares más para financiar 50 becas en la misma universidad. Los Caballeros patrocinan a atletas de todo el mundo para que participen en las Olimpiadas Especiales del 2003, en Dublín, con una subvención de 1 millón de dólares.
Desde siempre, la orden ha sentido especial estimación por las conferencias a no católicos acerca de cuestiones de la doctrina católica, y ha logrado grandes éxitos en esa tarea. Las conferencias organizadas siempre han encontrado un éxito notable. Además de que han llevado a muchos no católicos a entender mejor la fe católica y a adoptar una posición más amigable hacia ella. La intolerancia está en declive y ha quedado claro que la mente de los no católicos siempre está abierta a la convicción. Estas conferencias fueron iniciadas por el Excelentísimo Señor Obispo J. J. Keane, de Cheyenne, Wyoming, en la ciudad de Denver, en 1909. En la conferencia promovida por los Caballeros de Colón en Cedar Rapids, Iowa, el 85% de los asistentes no eran católicos. La obra ha sido retomada exitosamente en Buffalo, Milwaukee, Houston Los Angeles. Es un movimiento que no busca atacar las creencias de nadie, sino construir la caridad entre todos los hombres y- en las palabras del Obispo Keane- "acercarnos a todos a Dios Todopoderoso". Los caballeros han establecido bibliotecas católicas en varias ciudades, y en otras han catalogado los libros católicos de las bibliotecas públicas.
La construcción de un monumento a Cristóbal Colón en la Ciudad de Washington, por parte del gobierno de los Estados Unidos, se debe en gran manera al trabajo de los Caballeros de Colón. El "Día de Colón" (12 de octubre, fecha del descubrimiento del continente americano por Cristóbal Colón), que se observa en más de 15 estados (California, Colorado, Connecticut, Illinois, Kentucky, Maryland, Massachusetts, Michigan, Missouri, Montana, Nueva Jersey, Nueva York, Ohio, Pennsylvania y Rhode Island), de la Unión Americana, fue instituido gracias a la insistencia de los Caballeros, que desearían verla en todos los estados. (Nota del traductor: En1937, el entonces Presidente Franklin Roosevelt instituyó esa fecha como fiesta nacional de los Estados Unidos, pero en 1971 la fecha se movió al segundo lunes de octubre. En otros países también se recuerda en esa fecha el descubrimiento de América, con diferentes nombres).
En 1955 se establece la rama juvenil de los Caballeros de Colón fundándose el Círculo Santo Domingo Savio número: 948 de los Escuderos de Colón, siendo su primer Escudero Jefe Eddy Tagle García, sucedido después en orden cronológico por Ysaac Chabo Eskeff, Francisco Pita González, José Gil-Berlinches, José Manuel Fernández Núñez y Mariano Domínguez Gil. Dedicándose esta rama únicamente a los hijos varones de los miembros de esta Orden.
El Consejo de esta Orden está constituido de la siguiente forma:
Gran Caballero
Diputado de Gran Caballero
Canciller
Guardián
Abogado
Secretario Financiero
Secretario general
Tesorero
Guardián Interior
Guardián Exterior
Fideicomisario
Capellán
Lector
Su lucha contra el aborto y contra otros excesos criticados por la Iglesia, han estado siempre en candelero. Endosamos aquí una noticia que concierne a una de estas defensas:
CABALLEROS DE COLÓN SE ENFRENTARÁN A ABORTISTAS
WASHINGTON DC, 11 (ACI).- Al finalizar su 117ª. Convención Internacional en la ciudad de Minneapolis, los Caballeros de Colón se comprometieron seguir combatiendo el aborto y las organizaciones abortistas, incluyendo aquellas que buscan el retiro del status de observador permanente que la Santa Sede tiene ante la ONU.
Entre las resoluciones finales de la organización laical más influyente de la Iglesia en Estados Unidos, figura también apoyar las iniciativas que respeten el derecho de los padres a decidir la educación para sus hijos, respaldando los "bonos" u otros medios de opción educativa que permitan a los padres decidir si sus hijos estudiarán en escuelas públicas, privadas o religiosas, y subrayaron la necesidad de que los colegios católicos cuenten con libertad para operar "sin la interferencia, coerción o control estatal".
Además de pronunciarse a favor de la legislación de defensa de la bandera estadounidense, los Caballeros hicieron votos para lograr un sistema de comunicaciones que "voluntariamente deje de producir formas moralmente ofensivas y social y psicológicamente injuriosas".
Alrededor de 2,500 Caballeros de Colón provenientes de 72 países, estados, provincias o territorios representando a sus 1.6 millones de miembros, compartieron tres días de conversaciones y ponencias pronunciadas por varios representantes de la Iglesia.
En sus conversaciones, los Caballeros también comprometieron esfuerzos concretos contra el aborto, especialmente contra el aborto por parto parcial, suicidio asistido y eutanasia, el financiamiento federal, la promoción de drogas abortivas como la RU-486 y Preven, y el uso de tejidos de bebés abortados en investigaciones.
Los caballeros también reiteraron su antigua política de no invitar a sus eventos a los funcionarios públicos o candidatos que no apoyen la protección legal para los no nacidos o que defiendan la legalización del suicidio asistido, la eutanasia o el aborto por nacimiento parcial.
Esta política también prohíbe a tales políticos el uso de las instalaciones de la sociedad, hablara en eventos auspiciados por los Caballeros o recibir reconocimiento alguno por parte de los consejos locales de la asociación.
Los Caballeros de Colón son una organización de laicos católicos fundada en 1882 por el Padre Michael J. McGivney —cuyo proceso de beatificación está en marcha—, para defender a la Iglesia y ayudarla económicamente, a la vez que proporciona apoyo organizado y eficaz a las tareas de evangelización.
La organización, que surgió en parte como respuesta a las numerosas logias anticatólicas fundadas por denominaciones protestantes dominantes, cuenta actualmente con miembros en más de 10 mil concilios en Estados Unidos, Canadá, Filipinas, México, Puerto Rico, Panamá, Guatemala, Guam y República Dominicana, entre otros países. Su revista Columbia es la publicación católica mensual norteamericana de mayor tiraje con 1.5 millones de ejemplares.
Para ser un Caballero de Colón sólo es necesario, ser Hombre Católico, mayor de 18 años y siendo fieles a la enseñanzas de nuestro Señor, llevar el mensaje a nuestras comunidades. Fe, Familia y Fraternidad son los cimientos en que se basan los Caballeros de Colón. Sus programas y proyectos contribuyen a mejorar las comunidades y en especial, su Universidad. El Propósito original del Padre McGivney, su fundador, rápidamente se transformó en una organización de hombres católicos y sus familias dedicados a promover los principios de CARIDAD, UNIDAD, FRATERNIDAD Y PATRIOTISMO.
Misión: ser Instrumento evangelizador de la Palabra de Dios, fieles al Magisterio de la Iglesia Católica. De esta manera contribuyen de forma efectiva, en el desarrollo de la política evangelizadora y educativa de su Universidad, para beneficio de su comunidad universitaria, estudiantes, empleados y profesores.
Los caballeros de Colón son muy apreciados en la Santa Sede porque son, de entre todos los grupos que contribuyen económicamente en la sustentación del Vaticano, la más generosa de todos. El día 10 de julio de 2002, con ocasión del CXX Congreso anual del Consejo Supremo de los Caballeros de Colón, el Papa Juan Pablo II, les dirigió la siguiente alocución:
Una vez más os expreso mis mejores deseos con ocasión del supremo congreso anual, que este año se celebra en Anaheim, (California, Estados Unidos). Esta asamblea anual permite al Consejo supremo comprometer vuestra Orden, de modo nuevo, en favor de los nobles ideales de fraternidad y servicio a la Iglesia establecidos por vuestro fundador, el siervo de Dios padre Michael McGivney. Pido a Dios que ese encuentro proporcione inspiración y orientación a todos los Caballeros de Colón en su empeño por dar testimonio de Cristo, trabajando con celo por la difusión de su reino en la tierra.
El tema de este 120° Congreso supremo -"Ahora es el tiempo de la gran pesca"- es una llamada a tener mayor confianza en la orden del Señor de "remar mar adentro" (cf. Lc 5, 4), en obediencia a su palabra. Como afirmé en mi carta apostólica Novo millennio ineunte, esta invitación -Duc in altum!- se dirige a toda la Iglesia en el alba del tercer milenio. Los años de preparación espiritual para el gran jubileo, la inmensa efusión de gracia simbolizada por la apertura de las Puertas santas de las grandes basílicas romanas, y el sentido vivo de la misión que siguió a la experiencia del Año santo fueron un estímulo para los cristianos en todas partes a "recordar con gratitud el pasado, a vivir con pasión el presente y a abrirnos con confianza al futuro" (ib., 1).
Por tanto, ahora es el tiempo de "remar mar adentro", sin miedo o vacilación. Como demostró la experiencia del gran jubileo, en el centro de la nueva evangelización debe haber un nuevo florecimiento de santidad en la Iglesia (cf. ib., 30-31). Por esta razón, me complace mucho que los Caballeros hayan seguido poniendo de relieve la necesidad de una profunda renovación espiritual como fundamento de numerosas y variadas iniciativas emprendidas en apoyo de la misión de la Iglesia. El reciente Congreso eucarístico de los Caballeros de Colón ha constituido una significativa piedra miliar en la vida de vuestra Orden, dando nuevo impulso a vuestros esfuerzos por cumplir las tareas y afrontar los desafíos que se presentan al laicado católico en este momento crítico de la historia de la Iglesia.
La Eucaristía, como "centro vivo permanente en torno al cual se congrega toda la comunidad eclesial" (Ecclesia in América, 35), es la fuente de todo apostolado y, al mismo tiempo, el mayor tesoro espiritual de la Iglesia. Ojalá que una profunda y constante devoción a Jesucristo, presente en el santísimo Sacramento del altar, caracterice la vida espiritual de todo Consejo, inspire un apostolado de servicio a la Iglesia y a la comunidad cada vez más vigoroso, y produzca la transformación de la sociedad según la voluntad de Dios que es la esencia de la vocación laical.
Consciente de que el Congreso supremo de este año se está celebrando en un tiempo de dolorosa purificación y gran sufrimiento para la Iglesia que está en Estados Unidos, aprovecho esta oportunidad para reiterar la gratitud expresada por tantos obispos y sacerdotes por el apoyo espiritual y personal que les han brindado los Caballeros de Colón en sus Consejos locales y nacionales. Dado que la Iglesia en Estados Unidos trata de avanzar con fe y confianza sinceras en la gracia del Señor, que la sostiene, exhorto a todos los Caballeros y a sus familias a intensificar sus oraciones con vistas a la renovación auténtica de la vida eclesial y a la conservación de "la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz" (Ef 4, 3).
En este contexto, expreso una vez más mi gratitud por el compromiso constante de los Caballeros en favor de la promoción de las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa. La experiencia ha demostrado que cuanto más se desarrolla el apostolado laico, tanto más fuerte se percibe la necesidad de sacerdotes; y cuanto más profundo es en los laicos el sentido de su vocación propia, tanto más se aprecia el papel único de los sacerdotes.
Con este espíritu, pido a Dios que los Caballeros de Colón, en plena fidelidad a la visión del padre Michael McGivney, hagan todos los esfuerzos posibles por llevar a los jóvenes a Jesucristo y les ayuden a comprender que el sentido y el valor auténticos de la vida residen en la entrega generosa de sí a Dios y a los demás. De este modo, una nueva generación descubrirá en el corazón de la Iglesia los recursos espirituales necesarios para construir una sociedad caracterizada por una libertad auténtica, un respeto a las exigencias de la verdad y una solicitud desinteresada por el bien de todos, especialmente de los pobres y de los que no gozan de privilegios.
Con estos sentimientos, encomiendo las deliberaciones del Consejo supremo a la intercesión amorosa de María, Madre de la Iglesia. A todos los Caballeros y a sus familias imparto cordialmente mi bendición apostólica como prenda de alegría y paz duraderas en nuestro Señor Jesucristo.
Y el jueves 9 de octubre de 2003, con ocasión de un encuentro en Roma de estos caballeros de Colón, otra vez el Papa Juan Pablo II, les vuelve a dirigir una alocución en los siguientes términos:
Me complace dar la bienvenida a la junta directiva de los 
Caballeros de Colón, con ocasión de vuestro encuentro en Roma. Os agradezco 
los buenos deseos y las oraciones que habéis ofrecido en nombre de todos los 
Caballeros y sus familias, por el vigésimo quinto aniversario de mi elección.
 
En esta ocasión, deseo expresaros una vez más mi profunda gratitud por el 
constante apoyo que vuestra Orden ha dado a la misión de la Iglesia. Este apoyo 
se manifiesta de modo especial en el Vicarius Christi Fund, que es un 
signo de solidaridad de los Caballeros de Colón con el Sucesor de Pedro en su 
solicitud por la Iglesia universal, pero se aprecia también en las oraciones 
diarias, en los sacrificios y en el trabajo apostólico de tantos Caballeros en 
sus consejos locales, en sus parroquias y comunidades. Fieles a la visión del 
padre Michael McGivney, seguid buscando nuevos modos de ser levadura del 
Evangelio en el mundo y una fuerza espiritual para la renovación de la Iglesia 
en la santidad, en la unidad y en la verdad. 
A vosotros, y a todos los Caballeros y sus familias, imparto cordialmente mi bendición apostólica.
También el Gobierno norteamericano tiene en muy alto aprecio a esta orden de caballeros de Colón. A continuación reproducimos en gran elogio que hizo de ellos el Presidente de los estados Unidos Bush
Bush elogia trabajo de los Caballeros de Colón y promueve programas basados en la fe
Catholic News Service
Dallas
El presidente Bush se dirigió a los votantes católicos elogiando el apoyo de los Caballeros de Colón a los vales educativos, a las iniciativas basadas en la fe y a la legislación pro-vida.
Durante la convención nacional de la organización, que tiene 1.6 millones de miembros, celebrada el 3 de agosto en Dallas, Bush recibió una calurosa ovación de parte de un salón atestado con más de 2,500 Caballeros y sus familias.
Bush enumeró los esfuerzos de su administración en términos tales como “edificar una cultura de la vida”, una de las frases favoritas del Papa Juan Pablo II, que tuvo una gran resonancia entre la audiencia de la organización fraternal católica.
Entre las referencias que recibieron los aplausos más copiosos en el discurso de Bush, estuvo su agradecimiento a los Caballeros por “su trabajo para proteger el Juramento de la Bandera, para que sigamos siendo una nación bajo Dios”.
Bush anunció unos $188 millones en concesiones a programas de la administración bajo iniciativas basadas en la fe.
Un portavoz de los Caballeros dijo que John Kerry, el candidato a la presidencia por el Partido Demócrata, no fue invitado. El presidente lo es rutinariamente.
BIOGRAFÍA DEL 
FUNDADOR. El 
Padre McGivney nació en Waterbury el 12 de agosto de 1852. Sus padres, Patrick y 
Mary (Lynch) McGivney, habían llegado durante la ola de inmigrantes irlandeses 
en el siglo XIX. Patrick McGivney se convirtió en moldeador y trabajaba entre el 
calor y los gases nocivos de una fundición de bronce en Waterbury. Mary McGivney 
fue la madre de 13 hijos, de los cuales seis murieron en la niñez. Así, el 
primer hijo, Michael junto a cuatro hermanas y dos hermanos, desde su temprana 
edad conocieron el dolor y las severas garras de la pobreza. También aprendieron 
sobre el poder del amor, la fe y la fortaleza que brinda la familia. 
Estudió en las pequeñas escuelas de los vecindarios de clase obrera de Waterbury. Como era un niño bien educado, se ganó la admiración del director de su escuela por "su excelente conducta y aplicación en los estudios". Después de la Guerra Civil, cuando la industria metalúrgica de Connecticut se encontraba en una etapa floreciente, dejó la escuela a los 13 años de edad para irse a trabajar. Su trabajo en el departamento de cucharas de una fábrica de artículos de bronce le proporcionaba unos cuantos dólares adicionales para la supervivencia de su familia.
Cuando Michael cumplió 16 años en 1868, dejó la fábrica. Con la idea del sacerdocio muy viva en su mente, viajó a Quebec, Canadá, con su párroco de Waterbury. Allí se matriculó en el "College of St. Hyacinth" (Colegio de San Jacinto), en el que se enseñaba francés, y puso todo su empeño en las materias que le ayudarían a ingresar a un seminario.
Luego siguió dos años de estudios en el Seminario Nuestra Señora de los Ángeles, vinculado a la Universidad de Niagara en Niagara Falls, Nueva York. Más adelante, el joven McGivney se trasladó a Montreal, Canadá, para tomar cursos en el seminario de "St. Mary´s College", una institución jesuita. Se encontraba allí cuando falleció su padre en junio de 1873.
Las personas que conocieron al Padre McGivney estaban impresionadas de su energía y vitalidad. El Padre Gordian Daley comentó posteriormente: "Le vi una sola vez, y aún recuerdo ese hermoso y pálido semblante como si le hubiera visto apenas ayer. Era el rostro de un sacerdote y eso lo explica todo. Era un rostro que reflejaba una maravillosa tranquilidad. No había nada áspero en aquel semblante, pero sin embargo todo en él denotaba fortaleza".
William Geary, uno de los miembros fundadores de la Orden, dijo que en la primera reunión de 1882 "fue aclamado como fundador por 24 hombres llenos de regocijo y agradecimiento, quienes reconocieron que sin su optimismo, sin su determinación por el éxito y sin sus consejos y recomendaciones hubieran fracasado".
El Padre McGivney había sugerido el nombre de Hijos de Colón para la Orden. Esto hubiera vinculado el catolicismo y el americanismo a través de la fe y la visión del descubridor del Nuevo Mundo. La palabra "Caballeros" sustituyó a "Hijos" porque los miembros claves del grupo organizador, que eran veteranos de la Guerra Civil y nacidos en Irlanda, consideraban que ayudaría a poner un noble ritual en respaldo a la causa que emergía de la libertad cívica católica.
En la primera referencia pública sobre la Orden, el periódico "New Haven Morning Journal and Courier" publicó el 8 de febrero de 1882 que la primera reunión de los Caballeros de Colón se había efectuado la noche anterior.
El 29 de marzo, la legislatura de Connecticut otorgó el permiso legal a los Caballeros de Colón, por medio del cual quedaban constituidos formalmente como corporación. Los principios de la Orden en 1882 eran la "Unión y Caridad"; "Fraternidad" y "Patriotismo" fueron añadidos posteriormente. Cada uno de estos ideales, desde sus comienzos, desempeñó un papel importante en las ceremonias. Los temas relacionados con Colón, dice el historiador Christopher J. Kauffman, "reflejaban con orgullo la promesa estadounidense de libertad, igualdad y oportunidades".
El Padre McGivney, quien nunca gozó de una muy buena salud, fue afectado repentinamente en enero de 1890 por un caso serio de pulmonía. No se le quitaba. Fue sometido a varios tratamientos pero su salud continuaba deteriorándose. El joven sacerdote perdía su fortaleza física, al mismo tiempo que la Orden se había fundado adquiría una nueva vitalidad.
El 14 de agosto de 1890, el Padre Michael J. McGivney falleció a la edad de 38 años. En 13 breves pero laboriosos años como sacerdote, la religiosidad y la compasión del Padre McGivney habían conquistado el cariño de quienes sirvió como asistente de párroco y luego como párroco.
Su inspiración cristiana, liderato y agudeza administrativa le habían ganado la lealtad y el afecto de los miles que le conocieron como el fundador de los Caballeros de Colón. Desde que fundó la Orden, la organización fortaleció a los católicos en su fe, les ofreció alternativas para una mayor seguridad financiera en un mundo a veces hostil, y les fortaleció en su autoestima.
Hace poco tiempo, concretamente el día uno de febrero de 2005, estos caballeros organizaron una exposición de reliquias. A continuación reproducimos la noticia publicada en el periódico la Voz.
Reliquias de la Pasión
Por Rosa Tequida
La Voz
Febrero 1, 2005 
La orden de los Caballeros de Colón, una organización católica masculina dispersa por todo el mundo y con representación en Phoenix presenta en Arizona la exhibición “Reliquias de la Pasión”, que expone restos de los objetos que estuvieron junto a Cristo durante la crucifixión, hace más de dos mil años.
 
Para los Caballeros de Colón las reliquias que han sido veneradas durante siglos 
son genuinas y resultan ser las máximas evidencias físicas de la fe, que aún 
permanecen a través del tiempo como una prueba de la grandeza de Jesucristo.
 
Hay evidencia histórica de la originalidad de estos objetos, y para darle la 
autenticidad, e Vaticano mandó hacer muchos estudios que corroboraron que son 
los originales”, dijo John García, miembro de la orden de los Caballeros de 
Colon en Phoenix. 
La exhibición incluye un fragmento de la tela con la que Cristo estaba envuelto 
el día de la crucifixión, restos de la corona de espinas, de la columna de 
madera donde Cristo fue azotado y réplicas de los clavos que se cree fueron 
usados para crucificarlo, además de otras reliquias asociadas con Cristo en sus 
últimos días y horas.
El propósito de la exposición es tocar y estar cerca de lo que fue parte de 
Cristo y eso significa mucho para los católicos”, manifestó García. 
El tour de las reliquias viene de Hawai y visitará además de Arizona Baltimore, 
Detroit, Milwaukee y concluirá durante la Semana Santa en la Catedral de Nuestra 
Señora de Los Ángeles, en Los Ángeles, California. 
La exhibición de las reliquias es organizada originalmente por Apostolado de 
Reliquias Santas, una organización no lucrativa que corresponde a la 
Archidiócesis de Los Ángeles, que también organizó dos exposiciones el año 
pasado en Washington y Saint Louis. 
Para aquellos que no pueden visitar las reliquias en Roma o en la Tierra Santa, 
esto es lo más cercano que mucha gente podrá estar a los objetos asociados con 
la crucifixión”, dijo Adreu Walther, vicepresidente del Apostolado de las 
Reliquias.
 
Esperamos que la gente después de ver estas reliquias logre aumentar su fe y 
consiga una conexión con el sacrificio amoroso de Cristo, agregó. 
La gira de las Reliquias de la Pasión comenzó el 9 de enero en Hawai y terminará 
el 14 de marzo de 2005 para regresar al Vaticano. 
Creemos que mucha gente estará interesada en ver esta exhibición, pensamos que 
tendremos más de 30 mil visitantes en todo Arizona, la entrada es gratis y si la 
gente desea donar algo voluntariamente sería bueno, pero no es una obligación.
 
Los artículos de fe que son originales, creo que son una oportunidad muy valiosa 
para tocar un pedazo de nuestra propia fe físicamente, no son palabras, es algo 
que podemos mirar”, agregó García.
 
Esta es la segunda vez que Reliquias de la Pasión vine a los Estados Unidos y la 
primera vez que estará en Arizona.
 
Creemos que la exposición ayudará a renovar la fe de las personas católicas y 
será una experiencia que llenará de esperanza al pueblo católico. 
Reproducimos ahora el juramento que confirmaban los caballeros de Colón cuando se constituyeron ante el altar de Dios. Por culpa de este juramento esta organización fue ilegalizada temporalmente por el Congreso de los Estados Unidos hasta que demostraron ante las autoridades pertinentes que el mencionado juramento había sido cambiado en su contenido criminal y discriminatorio contra masones y protestantes:
JURAMENTO DE LOS CABALLEROS DE COLÓN
En presencia del Todopoderoso Dios, de la bienaventurada Virgen Maria, del bienaventurado San Juan bautista, de los Santos Apóstoles, de San Pedro y San Pablo, y de todos los Santos, sagradas huestes del cielo y de ti, mi Santísimo Padre, el Superior general de la Sociedad de Jesús, fundada por San Ignacio de Loyola, en el pontificado de Pablo III, y continuado hasta el presente, por el vientre de la Virgen Maria, y la matriz de Dios, y el cayado de Jesucristo, declaro y juro que su santidad el Papa es vice-regente de Cristo y que es la única y verdadera cabeza de la Iglesia Católica o Universal en toda la tierra; y que en virtud de las llaves para atar y desatar, dadas a Su Santidad por mi salvador Jesucristo, tiene poder para deponer reyes herejes, príncipes, estados, comunidades y gobiernos y destruirlos sin perjuicio alguno.
"Por lo tanto con todas mis fuerzas defenderé esta doctrina y los derechos y costumbres de su Santidad contra todos los usurpadores heréticos o autoridades protestantes, especialmente de la Luterana de Alemania, Holanda, Dinamarca, Suecia y Noruega y ahora de la pretendida Autoridad e Iglesia de Inglaterra, Escocia y de las ramas de la misma, establecidas en Irlanda, en el Continente Americano y de todos los adherentes a quienes se considera como herejes y usurpadores enemigos de la Santa Iglesia Romana.
Renuncio y desconozco cualquier alianza como un deber con cualquier rey hereje, príncipe o estado, llámese Protestante o Liberal y la obediencia cualquiera de sus leyes, magistrados u oficiales. Declaro además, que las doctrinas de la Iglesia de Inglaterra, de los Calvinistas Hugonotes, y otros de nombres Protestantes y masones son condenables, y todos los que no las abandonen.
Declaro igualmente, que ayudare, asistiré y aconsejare a todos y a cualquiera de los agentes de su Santidad, en cualquier lugar que estén, ya sea en Suiza, Alemania, Holanda, Irlanda o América, o en cualquier otro reino, o territorio donde vaya, y haré todo lo que pueda para extirpar las doctrinas heréticas, protestantes o Masonas y para destruir a todos sus pretendidos poderes legales y de cualquier clase que sean.
Prometo y declaro, no obstante de que me es permitido pretender cualquier religión herética con el fin de propagar los intereses de la Madre Iglesia, guardar los secretos y no revelar todos los consejos de los Agentes, según sus instrucciones, y a no divulgarlos directamente o indirectamente, por palabra escrita o de cualquier otro modo, sino a ejecutar todo lo que sea propuesto, encomendado y lo que se me ordene por medio de Ti, mi grandísimo Padre, o por cualquiera de esta Sagrada Orden.
Declaro además, y prometo que no tendré opinión ni voluntad propia, ni reserva mental alguna; sino que como un cadáver obedeceré incondicionalmente cada una de las ordenes que reciba de mis superiores en la milicia del Papa y de Jesucristo. Que iré a cualquier parte del mundo a donde se me envié, a las regiones frígidas del Norte, a los espesos montes de la India, a los centros de la civilización de Europa o a las silvestres cabañas de los bárbaros salvajes de América y sin murmuración o queja seré sumiso a todo lo que me sea comunicado.
Prometo y declaro que haré cuando la oportunidad se me presente, guerra sin cuartel, secreta o abiertamente, contra todos los herejes, Protestantes y masones, tal como se me ordene hacerlo, extirpándolos de la faz de la tierra; y que no tendré en cuenta ni edad, sexo o condición; y que colgaré, quemaré, destruiré, herviré, desollaré, estrangularé, y sepultaré vivos a estos infames herejes, abriré los estómagos y los vientres de sus mujeres, y con la cabeza de sus infantes daré contra las paredes a fin de aniquilar esta execrable raza.
Que cuando se no pueda hacerse abiertamente empleare secretamente la copa de veneno, la estrangulación, el acero del puñal o la bala del plomo, sin tener en consideración el honor, rango, dignidad o autoridad de las personas, cualquiera que sea su condición en la vida publica o privada, tal como me sea ordenado en cualquier tiempo por los agentes del Papa o el Superior de la hermandad del Santo Padre, de la sociedad de Jesús.
Para todo lo cual consagro mi vida, alma, y todos los poderes corporales y con la daga que recibo ahora suscribiré mi nombre con mi sangre en testimonio de ello, y si manifestare falsedad o debilidad en mi determinación, pueden mis hermanos y mis soldados compañeros de la milicia del Papa, cortar mis manos y mis pies y mi cuerpo de oreja a oreja, abrir mi vientre y quemar azufre en el y aplicar todos los castigos que se puedan sobre la tierra y que mi alma sea torturada por los demonios en el eterno infierno para siempre.
Que daré mi voto siempre por uno de los Caballeros de Colón, con preferencia a uno Protestante, especialmente que a un Masón, y que haré que todo mi partido haga lo mismo. Que si dos católicos están luchando, me convenceré quien defiende mas la Santa Madre Iglesia y daré mi voto por el. No tratare ni empleare a un protestante si esta en mis facultades tratar o emplear a un católico. Colocare a un señorita Católica en familia protestante para que semanalmente rinda un informe de los movimientos familiares de los herejes.
Que me proveeré de armas y municiones a fin de estar listo, para cuando se dé la orden, o me sea ordenado defender la Iglesia, ya como individuo o en la milicia del papa. Todo lo cual, juro por la bendita trinidad y el Bendito Sacramento que estoy para recibir, ejecutar y cumplir este juramento.
Y ya por último añadiremos que después de haber sido corregido este juramento, la orden de los caballeros de Colón comenzó a admitir mujeres en su seno, aunque haya que decir que en grupos aparte. De esta forma nacieron las asociaciones de «Damas Isabelinas», destinadas únicamente a las esposas de los caballeros de la orden. Más tarde organizaron también para sus hijas las asociaciones llamadas: «Colombinas de María». Reproducimos a continuación la noticia que de asociación de las Damas Isabelinas.
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El pasado mes de marzo fue de inmensa alegría para los Caballeros de Colón de habla hispana. En una sencilla ceremonia se dio inicio al primer grupo de Damas Auxiliares de esta institución en el local de los Caballeros de Colón en la ciudad de Aurora.
La ceremonia fue presidida por la presidente de Estado, la Sra. Ermalinda Trujillo en el ritual de instalación. Las cinco nuevas funcionarias se presentaron a la mesa ceremonial individualmente, estaban vestidas con ropas especiales parte de la costumbre de esta institución que sirve a la Iglesia hace más de un siglo.
Al presentarse a la mesa ceremonial, las funcionarias se pusieron la mano en el pecho y cada una dijo lo siguiente: "Yo solemnemente prometo, que hasta donde soy capaz, desempeñaré los deberes de mi oficio, como piden las leyes interiores de esta organización, hasta que mi sucesora sea elegida y debidamente instalada. Asistiré fielmente a las reuniones de este capítulo protegerá y entregaré a mi sucesora toda la propiedad que el capítulo ha confiado a mi cargo y si el capítulo dejara de existir, entregaré toda esa propiedad a la oficial autorizada para recibir la misma. Mientras tenga este oficio, todos mis actos oficiales serán para el éxito del capítulo".
Después que cada una de las funcionarias realizó esta promesa, se les entregó su distintivo de oficio y además se les ofreció una rosa que posteriormente se juntaron en un florero y se ofreció en un altar en una Iglesia ante una imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, Patrona de las américas.
Las funcionarias que inician este primer grupo de Damas Auxiliares hispanas de los Caballeros de Colón son: Presidenta, Señora Teresa Castillo; Vice-Presidenta, Señora Irma Guadalupe Ramírez; Secretaria de Actas, Señora Nora Medina; y Secretaria, la Señora María de la Luz Alfaro.
Además de esta novedad para la comunidad hispana, el Gran Caballero John McNeely-López del Consejo 12831, señaló que hace unas semanas se organizó un círculo de los Escuderos de Colón, apoyados por este consejo. Los miembros son todos jóvenes varones, entre los 10 y 18 años. Los jóvenes eligieron como patrón a un joven mártir y Caballero de Colón que el Papa Juan Pablo II canonizó en mayo del año pasado junto a los mártires mexicanos. Su nombre es San Salvador Lara Puente, lo asesinaron a los 21 años de edad, mientras protegía a unos jóvenes de la A.C.J.M. El jefe de los Escuderos de Colón es el joven Iván Esteves.
El primer consejo de los Caballeros de Colón de habla hispana en la Archidiócesis de Denver se inició sólo en enero de este año. A sólo tres meses de su inicio, cuentan ya con estas dos nuevas asociaciones dentro de la ciudad de Aurora.
Nota: Esta información está basada en documentos históricos que fueron encontrados en diferentes archivos, bibliotecas y hemerotecas norteamericanas por el escritor Antonio Galera Gracia, en documentos Vaticanos, y en una pequeña parte de información sacada de la Enciclopedia Católica.