ORDEN DEL BAÑO
La
aparición de esta orden, que fue instituida en el año 1399 por don Enrique IV,
rey de Inglaterra, de debe a un caso bastante singular. Fue de la siguiente
forma: Hallándose el rey tomando un baño, vino su secretario a decirle que dos
viudas le esperaban para implorar su protección. El rey se vistió inmediatamente
y marchó presuroso a la sala de audiencias, pues tenía curiosidad por saber las
quejas de las dos viudas. Después de oírlas, dicen testigos presenciales
que el rey pronunció estas palabras: " El ejercicio de mis deberes de rey, debe
de estar por encima de mi gusto..."
Poco tiempo después fundó la Orden del baño. Orden esta que fue renovada por Jorge I en el año 1725,
Durante noventa años, por decisión expresa de su fundador, solamente pudo la orden ser habitada por treinta y seis caballeros. Pero era, sin embargo, los treinta seis señores más principales y ricos de su reino.
La divisa de esta Orden era una medalla de oro esmaltada en azul con tres coronas, sobre la cual se podía leer el siguiente lema: "Tria juncta in unum".
Su hábito era de seda encarnado con vueltas blancas.
Bajo el reinado de Jaime II, Guillermo II y la reina Ana, llegó esta Orden a ser casi olvidada; pero fue solemnemente por Jorge I, que se sirvió de ella para premiar y recompensar los méritos que sus caballeros demostrar en combate en defensa de su reino.
En el año 1815 fue dividida su jerarquía en tres clases: Caballeros, comendadores y grandes cruces, siendo el límite de los primero ilimitado, el de los segundo ciento treinta, y el de los tercero, setenta y dos.
Don Roberto Walpole, redactó los estatutos de la Orden, y según los cuales, el caballero que recibía la cinta azul de la Jarretiera debía de renunciar a la encarnada.