ORDEN DE LOS MAESTRES DE CALATRAVA
No 
se sabe con absoluta certeza en qué año eligió la Orden de Calatrava a su primer 
Maestre. Parece ser que fue en el 1.164, pero no puede acreditarse el dato. Por 
el contrario, sí se conoce su nombre; Don García. Datos que contradicen la 
opinión formada por algunos que sostienen que fue Nuño Pérez de Quiñones el 
primer Maestre, y hablan de cierto Abad Rudolfo y de otro de cuyo nombre 
desconocen. Demos, pues, por sentado que el primer Maestre de la Orden de 
Calatrava fue don García: Personaje que se dió tal maña que vino a lograr, de la 
Orden del Cister y del Pontificado, la primera Regla y forma de vida para la 
Orden de Calatrava, el 25 de septiembre de 1.164. 
De don García, se ignora el lugar donde nació, aunque se le tiene por navarro. 
Tampoco se sabe de quién era hijo, y tampoco se saben las causas de su muerte; 
si falleció de forma natural o, dadas las turbulencias de aquellos tiempos, su 
fin fue violento. Lo poco que se sabe de este Maestre es que defendió con vigor 
el terriorio dominado por la Orden de Calatrava de los ataques de los moros 
durante la turbulenta minoría de Alfonso VIII. 
De todos modos, los servicios que prestó a la Corona debieron ser harto valiosos 
dado que los tutores del rey le premiaron con tierras y privilegios, así como 
villas y castillos que engrandecieron la Orden. Uno de los más famosos castillos 
entregados a don García fue el de Almadén, junto con sus tierras, lo que fue 
tanto como entregarle a la Orden las famosas minas de este lugar. Muerto don 
García, fue enterrado en el convento a orillas del Guadiana. Pero, en el año 
1.217, fue trasladado su cuerpo a la capilla de los Mártires de Calatrava la 
Nueva. 
La historia de la Orden de Calatrava continúa con la lista de sus Maestres, 
algunos tan entremezclados en las luchas armadas, o políticas, que acabaron 
tristemente sus días, como en el caso de don Juan Núñez de Prado, XVIII Maestre, 
que murió degollado por orden del rey de Castilla don Pedro I, o don Diego 
García de Padilla, que le sucedió en el cargo y terminó miserablemente su vida 
preso en una mazmorra del castillo de Alcalá de Guadaira. O don Martín López de 
Córdoba, XX Maestre, preso, que conducido a Sevilla, pereció degollado. Uno de 
los más famosos, Don Pedro Girón, que aunque se dijo que murió de súbita 
enfermedad, se corrieron voces de que falleció envenenado. Y así, con el devenir 
de los tiempos, la Orden de Calatrava, llegó hasta su último Maestre, don García 
López de Padilla. No dejan de ser curiosos los designios de Dios, o del Destino, 
que hizo que un García fuera el primer Maestre de esta Orden, y otro García el 
último y las coincidencias no acaban ahí: ambos gobernaron durante cinco años la 
Orden; ambos combatieron contra los moros y ambos fueron hombres muy piadosos 
que jamás desenfundaron la espada de no ser contra los enemigos de la Fe. El 
primero obtuvo del Papa Alejandro III la aprobación de la Orden Militar de 
Calatrava. En tiempos del último Maestre, se alcanzaron del Pontífice Inocencio 
III, letras apostólicas que reservaban a la Santa Sede la provisión de los 
Maestrazgos. El primero pasó su niñez en el palacio de don Sancho III, el 
segundo fue Mayordomo Real de los Reyes Católicos. El uno peleó contra los moros 
en las márgenes del río Guadiana, el otro lo hizo en las del Genil. 
Por cierto; fue durante el Maestrazgo anterior, con don Rodrigo Tellez Girón, 
cuando sucedió el conocido hecho de Fuenteovejuna, inmortalizado por la pluma de 
Lope de Vega. Un pueblo cordobés tiranizado por el Comendador de Calatrava, 
Fernán Gómez de Guzmán, avaro, lascivo y soberbio que exprimía la sangre de los 
humildes campesinos, atropellaba la virginidad de las doncellas y se burlaba de 
los ancianos. Lo ocurrido ya se sabe; el pueblo, harto de aguantar tanto 
despotismo, se tomó la justicia por su mano. Los Reyes Católicos mandaron 
sobreseer el proceso, respetando el popular castigo. Aunque Fuenteovejuna se 
resistió a admitir el quedar nuevamente bajo el dominio de la Orden de 
Calatrava. 
Que reyes hay en Castilla que nuevas Ordenes hacen con que desórdenes quitan y 
haran mal cuando descansen de la guerras, en sufrir en su villas y lugares a 
hombres tan poderosos por traer cruces tan grandes, póngasela el rey en el pecho 
que es para pechos reales. 
Y es que ya, la Orden de Calatrava, entraba en franca decadencia. No muchos años 
antes, el penúltimo Maestre don Rodrigo Téllez Girón se había mostrado 
partidario de los derechos a la Corona de doña Juana "la Beltraneja", en contra 
de Isabel, la reina de Castilla. La Orden de Calatrava, con su Maestre Rodrigo 
Téllez Girón entró en combate con la Orden de Santiago, mandada por los Reyes 
Católicos, para luchar contra los calatravos. En estas condiciones, rotos por el 
Maestre de Calatrava los vínculos de respeto a sus soberanos y la guerra civil 
ardiendo, hay que imaginar fácilmente como se relajaría la disciplina de una 
Orden que siempre se había caracterizado por su obediencia hacia el poder real. 
El poderoso se convertía en un déspota, y los freires se entregaban a toda clase 
de excesos. Cada hombre armado, si podía, se convertía en un verdugo y los que 
se llamaban caballeros ni hacían honor a su palabra, ni cumplían los votos a los 
que estaban obligados. En estas condiciones alcanzó la calidad de último Maestre 
de la Orden de Calatrava don Garci López de Padilla, hermano de don Fernando, el 
desgraciado Maestre que pereció, lastimosamente, a causa de la piedra lanzada 
con honda, sin querer, por uno de sus criados y que le alcanzó de lleno en la 
cabeza. Don Garci López se contó entre los caballeros calatravos, cortos en 
número, que abrazaron el partido de la reina Isabel "la Católica", contra "la 
Beltraneja". Terminada la contienda, se le reconoció como Maestre de la Orden. 
Hay que decir algo en favor de este personaje: puso orden donde reinaba el 
desorden e hizo recobrar a la Orden de Calatrava su perdido prestigio. Al frente 
de los caballeros de la Orden tomó parte en la conquista de Alhama y la casi 
inexpugnable fortaleza de la villa de Zahara. 
No obstante, la Orden de Calatrava estaba viendo sus últimos días tal y como fue 
concebida. En el año 1.845, los Reyes Católicos dieron poder y cartas a don 
Alfonso Gutiérrez, Consejero de la Corona, y sobrino político de don García, 
para que tratara con la Orden la incorporación, de esta, a la Corona Real, tan 
luego como falleciera su Maestre. El 27 de septiembre de 1.847 moría don García 
López de Padilla, Y con esta muerte, la Orden de Calatrava enterró a su último 
Maestre, dejando la Orden de tener vida propia y de influir directamente en los 
destinos de España, y como con la conquista de Granada se cumplió el fin para el 
que había sido creada, la expulsión de los árabes y la unión de todo el 
territorio nacional, faltó ya la razón de seguir existiendo en su forma 
primitiva y vino a ser la Cruz de Calatrava como recuerdo glorioso de un pasado.