ORDEN DE LA ESTRELLA
Finalizada 
la Reconquista española, extinguido el espíritu de las Cruzadas, la época de las 
grandes Ordenes Militares, parecía entrar ya en franco declive. En realidad su 
utilidad había dejado de existir y a los reyes les molestaba bastante el poder 
acumulado por dichas Ordenes que entendían iba en detrimento de la corona. 
Esto es lo que los Reyes Católicos hicieron en España y lo que, por regla 
general, se comenzó a efectuar en todos aquellos países donde pervivían Ordenes 
Militares. Pero hubo una excepción: en plena decadencia de dichas Instituciones 
y cuando ya las que se creaban eran a título meramente honorífico, basta el 
ejemplo de la Jarretera británica, el rey de Francia, Juan II, concibió y llevó 
a efecto la fundación de una Orden Militar que, según sus deseos, "estaría 
formada por jinetes de valor y nobleza bien probada", entendiendo que era 
conveniente formar un cuerpo de Caballería bien armada que se convirtiera en la 
fuerza de "élite" de sus ejércitos. Hagamos una advertencia antes de continuar: 
Al tratarse de una Orden extranjera, no la hubiéramos destacado de no ser que 
algo tuvo que ver con nuestro país, en especial con el reino de Navarra. 
Juan II, creó la Orden de la Estrella: Para ingresar en ella se precisaba 
acreditar la nobleza y estar dispuesto siempre a la defensa de su rey y su país. 
En contraste con otras Ordenes, en esta el elemento religioso no se tuvo en 
cuenta para nada. No se trató de crear una organización de combatientes mitad 
monjes, mitad soldados. No hubo conventos de la Orden, ni sus componentes 
estaban obligados a ningún voto que les impidiera el matrimonio, ni estaban 
sujetos a autoridad eclesiástica alguna. El juramento que hacían era el de 
lealtad a su rey. Está perfectamente claro que lo que Juan II pretendió, fue 
formar un cuerpo militar bien organizado, formado por caballeros que tuvieran en 
alto honor pertenecer al mismo. 
La creación de la Orden de la Estrella tuvo un fundamento clave: La Guerra de 
los Cien Años. 
Todo empezó cuando el rey inglés, Eduardo III, decidió desembarcar en suelo 
francés, reclamando la Corona de dicho país para él. Gobernante frío, realista y 
cuya máxima era "las cosas son como son", el monarca británico desembarcó en 
Cotentin, saqueó Caen y llegó rápidamente a los alrededores de París. Sin 
embargo, la toma de la capital francesa no era fácil y los ingleses se desviaron 
hacia el Norte, donde se enfrentaron al ejército francés. Los ingleses los 
derrotaron, asentándose en la plaza de Calais que conservarían durante siglos.
Muerto el rey francés, Felipe IV, ascendió al trono su hijo Juan II. Este era un 
príncipe bueno, pero tímido, que estuvo toda su vida dominado por su yerno, el 
rey de Navarra, conocido generalmente como Carlos "el Malo". Fue en estos 
momentos cuando a Juan II se le ocurrió la creación de una Orden de Caballería 
que se convirtiera en la principal fuerza en la lucha contra los ingleses. 
Reanudada la lucha, fueron los franceses los que atacaron, llevando al frente a 
los Caballeros de la recién creada Orden de la Estrella, una imponente masa de 
caballería militar. El que se les enfrentó fue el Príncipe de Gales, llamado el 
"Príncipe Negro", por el color de la armadura que portaba. No está de más dar 
algunos datos de este personaje, porque también combatió en España, aliado del 
rey de Castilla Pedro I, "el Cruel". Eduardo, Principe de Gales, era el hijo 
primogénito del rey de Inglaterra, Eduardo III. Desde un comienzo se reveló como 
un guerrero que pasó la mayor parte de su vida luchando por implantar los 
dominios de los Plantagenet en Francia. 
En el año 1.366, intervino en la guerra civil castellana entre Pedro I y Enrique 
de Trastámara, a favor del primero. A cambio de su ayuda militar, Pedro I, se 
comprometió a darle el Señorío de Vizcaya y quinientos cincuenta mil florines.
El ejército inglés del Príncipe Negro derrotó a Trastámara en Nájera y 
restableció a Pedro I en su trono, pero el monarca castellano no cumplió lo 
pactado, ante lo cual, el Príncipe Negro, regresó a Gascuña. 
Pero antes de estas acciones, el Príncipe Negro, en Francia, asoló desde Burdeos 
todo el sur de este país, hasta el Languedoc, y dirigiéndose a Poitiers se 
enfrento al ejército francés que opuso Juan II. 
Esta era la ocasión para que interviniera, como fuerza de la caballería de la 
Orden de la Estrella. En Poitiers, los soldados del Príncipe Negro destrozaron a 
la brillante Caballería de Juan II. Las impetuosas, pero alocadas cargas de los 
caballeros de la Estrella se estrellaron ante los atrincheramientos y los 
ballesteros de la infantería inglesa que sembraron la muerte y el desconcierto 
en las filas de los atacantes. Para colmo de desgracias, Juan II, cayó 
prisionero de los ingleses que lo condujeron a Londres. 
Poitiers representó el fracaso de la anacrónica caballería feudal, muy útil en 
los siglos pasados, pero que en los presentes ya iba conociendo los cambios que 
introducían las nuevas tácticas de unas guerras muy diferentes a las antiguas.
La Orden de la Estrella constituyó, pues, la última tentativa de mantener viva 
esta tradición. Después de la batalla de Poitiers, quedó muy diezmada, hasta el 
punto que dejó de significar peligro alguno para los invasores ingleses. 
La cautividad del rey y la escasa edad de su heredero Carlos, abrieron, para la 
monarquía francesa, un periodo de enorme inestabilidad. Esteban Marcel, preboste 
de los mercaderes de París intentó llevar a la burguesía a un lugar preeminente 
convirtiéndo los Estados Generales en una especie de Asamblea Legislativa; 
Parlamento Inglés o las Cortes de los Estados de Aragón, para lo cual organizó 
una milicia popular, dotándola de un emblema: una caperuza rojiazul. Ante la 
Orden de la Estrella, ya en plena decadencia surgía otra especie de Orden 
Militar de carácter eminentemente popular. Simultáneamente se desencadenó un 
levantamiento campesino. Las turbas denominados los "jacques",(los cualquiera), 
se lanzaron, por espacio de veinte días, a una violenta revuelta antiseñorial, 
con su triste secuela de saqueos e incendios de castillos y violentos 
asesinatos. 
Los nobles franceses solicitaron la ayuda de Carlos "el Malo", rey de Navarra. 
Este no lo dudó mucho y procedió a reprimir la revuelta con una dureza 
increíble. La represión Señorial fue tremenda y dejó al rey de Navarra situado 
como un paladín de la ley y el orden. 
La actitud de Carlos ante lo que quedaba de la Orden de la Estrella fue de 
absoluto desprecio. ¿Para qué servía si ya no era capaz de reprimir el 
levantamiento de unos cuantos revoltosos? El monarca navarro que poseía extensos 
territorios en el Sur de Francia era un rey astuto que cambiaba de alianzas 
según le convenía. Unas veces se aliaba con los ingleses y otras con los 
franceses. 
Muerto Juan II, el trono francés recayó en Carlos V, rey de Francia, quien, 
conociendo muy bien al otro Carlos, el navarro, no se fiaba ni poco ni mucho de 
él. 
El monarca francés, aprovechando una tregua con los ingleses, decidió ajustar 
cuentas con Carlos "el Malo". En la batalla ya no participaron los Caballeros de 
la Estrella, pues la Orden estaba prácticamente extinguida. Fue Bertrand du 
Guesclin quien mandó las tropas francesas que infligieron la derrota a Carlos 
"el Malo". 
Pero estos hechos corresponden a la historia: En lo que a nosotros respecta de 
lo único que nos ha interesado tratar es de la breve existencia de una de las 
últimas Ordenes Militares europeas.