ORDEN SA SAN MIGUEL
La orden de San
Miguel fue instituida, con la misma denominación o nombre, dos veces. En esta
reseña damos a conocer la historia de las dos fundaciones por orden cronológico
para que el peticionario pueda tomar de las dos la que sea de su interés:
Durante el reinado de Enrique II no se respetó este número, y la cantidad de frailes fue aumentando de tal forma que se tuvo que cortar la admisión de los muchos caballeros que todavía pedían ser admitidos, y más tarde, durante el reinado de Luis XIV, y por este mismo problema, se tuvo que anular los nombramientos propuestos y reconstruir la orden sobre nuevas bases, cosa que ocurrió en el 14 de julio del año 1661.
A consecuencia de la revolución francesa del año 1789, esta orden desapareció por completo, pero fue nuevamente restablecida el 16 de noviembre del año 1816, por el Rey Luis XVIII, que la destinó a recompensar a los franceses que se distinguían en las ciencias o las artes. Desde la segunda revolución, en el año 1830, quedó completamente olvidada.
En esta orden, el Rey era siempre el Gran Maestre. Y su divisa consistía en una cruz de oro, de cuatro brazos y ocho puntas, esmaltada en blanco y cubierta de flores de lis. En el centro, que era de esmalte azul, la imagen de San Miguel, con un dragón bajo sus pies; todo ello de su color natural. Esta cruz se llevaba pendiente al extremo de una cinta ancha de muaré negra, puesta en banda del hombro derecho al costado izquierdo.
Llevaban también un collar de oro, compuesto de conchas de plata, unidas por medio de unos aguilones de oro. De su extremo pendía una medalla con la imagen de San Miguel, y en la orla la siguiente inscripción en latín: Inmensi tremor Occeani.
Todas las órdenes tenían, como mínimo una oración particular que estaba dirigida al santo que servían o por el cual se habían fundado, las demás oraciones eran siempre comunes, enseñadas y recomendadas por la Iglesia. La oración particular que esta orden de San Miguel tenía para adorar a su Patrón, era la siguiente (traducida del latín):
ORACIÓN:
Glorificado San Miguel, a quien respetan y obedecen humildemente los ángeles y de quien huyen empavorecidos los demonios. Yo, vil criatura y miserable pecador, gózome de servirte y avergüénzome al propio tiempo de ser tan desemejante a vos.
Admirables son los ejemplos de virtud que nos dejasteis, muchos y grandes los favores que por vuestra poderosa intercesión, yo y mis hermanos en Cristo hemos recibido ya de vos.
Fiel a vuestras recomendaciones, no olvido que he de morir cuando menos lo piense, y que las riquezas y honores se quedarán en el mundo, y el cuerpo en la sepultura para ser comida de gusanos.
Obtened, pues, para mí, os lo ruego, la gracia del Padre de las misericordias por vuestra poderoso intercesión, a fin de que pueda, bajo vuestros auspicios, comparecer con confianza delante de Dios llevando un nombre que ya está escrito en el cielo. Amén.
ORDEN DE SAN MIGUEL. Esta otra orden fue instituida en Baviera por José Clemente, duque de Baviera y elector de Boloña, en septiembre del año del Señor de 1693. No se admitía ningún caballero en esta orden sin justificar previamente su nobleza, a excepción de los caballeros honorarios, que podían ser nombrados por el gran maestre entre las personas de gran mérito, ya fueran el ámbito de las artes o de las letras, sin que obstase para ello su nacimiento o religión.
Esta orden fue restaurada el día 11 de septiembre de 1809, y el día 6 de agosto de 1810. Sus individuos están actualmente divididos en Grandes Cruces, Comendadores, y Caballeros.
El Rey de Baviera fue siempre el jefe supremo y gran maestre de esta orden.