OPUS DEI
BREVE CRONOLOGÍA.
1928. 2 de octubre: San José María Escrivá de Balaguer, durante unos ejercicios espirituales en Madrid, por inspiración divina, funda el Opus Dei como camino de santificación dirigido a toda clase de personas en el trabajo profesional y en el cumplimiento de los deberes ordinarios del cristiano. El nombre «Opus Dei» es algo posterior: no empezó a usarlo hasta comienzos de los años treinta, aunque desde el primer momento en sus anotaciones y en sus conversaciones sobre lo que le pedía el Señor hablaba de la Obra de Dios.
1930. 14 de febrero: En Madrid, mientras celebra la Misa, Dios hace entender a San José María que el Opus Dei está dirigido también a las mujeres.
1933. Se abre el primer centro del Opus Dei, la Academia DYA, dirigida especialmente a estudiantes, donde se imparten clases de Derecho y Arquitectura.
1934. DYA se convierte en residencia universitaria. Desde allí, el fundador y los primeros miembros ofrecen formación cristiana y difunden el mensaje del Opus Dei entre los jóvenes. Parte importante de esa tarea es la catequesis y la atención a pobres y enfermos en los barrios extremos de Madrid. José María Escrivá informa siempre de su actividad al obispo de Madrid, con cuya aprobación y bendición cuenta desde el primer momento. Se publica en Cuenca Consideraciones espirituales, precedente de Camino.
1936. Guerra civil española: se desata la persecución religiosa y José María Escrivá se ve obligado a refugiarse en diversos lugares. Las circunstancias imponen suspender momentáneamente los proyectos del fundador de extender la labor apostólica del Opus Dei a otros países.
1937. El fundador y algunos fieles del Opus Dei cruzan los Pirineos por Andorra y pasan a la zona en la que la Iglesia no es perseguida.
1938. Recomienzo del trabajo apostólico desde la ciudad de Burgos.
1939. Josemaría Escrivá regresa a Madrid. Expansión del Opus Dei por otras ciudades de España. El comienzo de la Segunda Guerra Mundial impide el comienzo en otras naciones.
1941. 19 de marzo: El obispo de Madrid, Leopoldo Eijo y Garay, concede la primera aprobación diocesana del Opus Dei.
1943. 14 de febrero: Durante la Misa, el Señor hace ver a José María Escrivá una solución jurídica que permitirá la ordenación de sacerdotes del Opus Dei: la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz.
1944. 25 de junio: El obispo de Madrid ordena a tres fieles del Opus Dei: Álvaro del Portillo, José María Hernández de Garnica y José Luis Múzquiz.
1946. El fundador del Opus Dei se traslada a vivir a Roma. En los años siguientes viaja, desde Roma, por toda Europa, para preparar el establecimiento de la labor del Opus Dei en distintos países.
1947. 24 de febrero: La Santa Sede otorga la primera aprobación pontificia.
1948. 29 de junio: El fundador erige el Colegio Romano de la Santa Cruz, por el que pasarán a partir de entonces numerosos fieles del Opus Dei, que recibirán una profunda formación espiritual y pastoral al tiempo que realizan estudios en diversos ateneos pontificios romanos.
1950. 16 de junio: Pío XII concede la aprobación definitiva del Opus Dei. Esta aprobación permite que sean admitidas en el Opus Dei personas casadas y que se adscriban a la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz sacerdotes del clero secular.
1952. Creación en Pamplona (España) del Estudio General de Navarra, que luego se convertirá en la Universidad de Navarra.
1953. 12 de diciembre: Erección del Colegio Romano de Santa María, centro dedicado a proporcionar una intensa formación espiritual, teológica y apostólica a mujeres del Opus Dei de todo el mundo.
1957. La Santa Sede confía al Opus Dei la Prelatura de Yauyos, en Perú.
1965. 21 de noviembre: Pablo VI inaugura el Centro Elis, una iniciativa para la formación profesional de jóvenes, situado en la periferia de Roma, con una parroquia confiada por la Santa Sede al Opus Dei.
1969. Congreso General extraordinario del Opus Dei en Roma, con objeto de estudiar su transformación en prelatura personal, figura jurídica prevista por el Concilio Vaticano II y que aparecía adecuada al fenómeno pastoral del Opus Dei.
1970. El fundador del Opus Dei viaja a México. Acude a rezar durante nueve días al santuario de Nuestra Señora de Guadalupe. Mantiene algunos encuentros multitudinarios durante los que realiza una incisiva labor de catequesis cristiana.
1972. Mons. Escrivá de Balaguer recorre España y Portugal en un viaje de catequesis de dos meses de duración.
1974. Viaje de catequesis del fundador del Opus Dei a seis países de América del Sur: Brasil, Argentina, Chile, Perú, Ecuador y Venezuela.
1975. 
Viaje de catequesis del fundador a Venezuela y Guatemala. 26 de junio: Josemaría 
Escrivá fallece en Roma. En ese momento pertenecen al Opus Dei unas 60.000 
personas. 7 de julio: Inauguración del santuario de Nuestra Señora de 
Torreciudad (Huesca, España).
15 de septiembre: Álvaro del Portillo es elegido para suceder al fundador del 
Opus Dei. 
1982. 28 de noviembre: Juan Pablo II erige el Opus Dei en prelatura personal, figura jurídica adecuada a su naturaleza teológica y pastoral, y nombra prelado a Álvaro del Portillo.
1983. 19 de marzo: Ejecución de la bula de erección del Opus Dei en prelatura personal.
1985. Se funda en Roma el Centro Académico Romano de la Santa Cruz, que en 1998 pasará a ser Universidad Pontificia de la Santa Cruz.
1991. 6 de enero: Juan Pablo II ordena obispo a Mons. del Portillo, prelado del Opus Dei.
1992. 17 de mayo: Beatificación de Josemaría Escrivá en la plaza de San Pedro (Roma).
1994.
23 de 
marzo: fallece en Roma Mons. Álvaro del Portillo, pocas horas después de volver 
de una peregrinación a Tierra Santa.
20 de abril: Javier Echevarría es nombrado por Juan Pablo II prelado del Opus 
Dei, confirmando la elección realizada en el Congreso General electivo celebrado 
en Roma.
1995. 6 de enero: Mons. Echevarría recibe de Juan Pablo II la ordenación episcopal.
2002. 6 de octubre: Canonización de Josemaría Escrivá en la plaza de San Pedro (Roma).
¿QUÉ ES EL OPUS DEI?
Desde el punto de vista espiritual, el Opus Dei es un camino de santificación en el trabajo profesional y en el cumplimiento de los deberes ordinarios del cristiano.
Una definición descriptiva: el Opus Dei está formado por personas de todas las profesiones (agricultores, enfermeras, arquitectos, amas de casa,...), que tienen en común la búsqueda de la santidad en esa vida corriente.
En cuanto a la actuación, el Opus Dei es una gran catequesis, pues ofrece formación cristiana a quien lo desea.
Para los que lo conocen, el Opus Dei es una familia. Aluden así a la caridad cristiana llena de afecto y simpatía acogedora que el Opus Dei enseña en sus medios de formación.
Desde el punto de vista jurídico, de organización eclesiástica, el Opus Dei es una Prelatura personal de la Iglesia católica. (Simplificando un poco, una Prelatura personal viene a ser una diócesis con unas características peculiares).
MISIÓN.
El Concilio Vaticano II recordó que todos los bautizados están 
llamados a seguir a Jesucristo, a vivir y dar a conocer el Evangelio. La 
finalidad del Opus Dei es contribuir a esa misión evangelizadora de la Iglesia, 
promoviendo entre fieles cristianos de toda condición una vida plenamente 
coherente con la fe en las circunstancias ordinarias de la existencia humana y 
especialmente a través de la santificación del trabajo. 
Para alcanzar ese fin, la prelatura proporciona formación espiritual y atención 
pastoral a sus propios fieles y también a muchas otras personas. 
A través de esa atención pastoral se estimula a llevar a la práctica las 
enseñanzas del Evangelio, mediante el ejercicio de las virtudes cristianas y la 
santificación del trabajo. Santificar el trabajo significa, para los fieles de 
la prelatura, trabajar según el espíritu de Jesucristo: realizar la propia tarea 
con perfección, para dar gloria a Dios y para servir a los demás, y contribuir 
de este modo a santificar el mundo, haciendo presente el espíritu del Evangelio 
en todas las actividades y realidades temporales.
 
Los fieles de la prelatura realizan personalmente su tarea evangelizadora en los 
distintos ámbitos de la sociedad en los que se desenvuelven. En consecuencia, la 
labor que llevan a cabo no se limita a un campo específico, como la educación, 
la atención a enfermos o la ayuda a discapacitados. La prelatura se propone 
recordar que todos los cristianos, sea cual sea la actividad secular a la que se 
dediquen, han de cooperar a solucionar cristianamente los problemas de la 
sociedad y deben dar testimonio constante de su fe.
UN MILAGRO DEL FUNDADOR
El doctor Nevado, radiólogo, nació en Herrera de Alcántara (Badajoz). Tras licenciarse en Medicina trabajó primero en el hospital «Marqués de Valdecilla» de Santander –donde se especializó en cirugía general y traumatología– y luego en diversos centros sanitarios, públicos y privados, de Badajoz y su provincia. Debido a los sistemas utilizados hace 40 años por los radiólogos, que carecían de suficiente protección, Manuel Nevado sufrió en 1962 los primeros síntomas de una radiodermitis crónica, enfermedad incurable que empeoró con el paso del tiempo y que terminó por impedirle operar.
«Yo tenía –señala el doctor Nevado– otros dos colegas que habían desarrollado la 
misma enfermedad y los dos murieron, uno de ellos después de que cada año le 
amputaran un dedo, porque llega un momento en que la única solución es amputar 
la mano afectada por las radiaciones, o incluso el brazo». En noviembre de 1992, 
Manuel Nevado acudió con un amigo veterinario al Ministerio de Agricultura, en 
Madrid, para resolver un asunto relacionado con una propiedad agrícola. «El 
funcionario a quien buscábamos no estaba, pero nos atendió otro, que nos invitó 
a pasar a su despacho y me preguntó qué me pasaba, cuando vio las llagas que 
tenía en la mano izquierda. Yo le respondí que eran gajes del oficio».
El funcionario, un ingeniero agrónomo llamado Luis Eugenio Bernardo Carrascal, 
le entregó entonces una estampa del fundador del Opus Dei, José María Escrivá de 
Balaguer, que había sido beatificado siete meses antes y que contenía una 
oración. «Luis Eugenio –continúa el doctor Nevado– me dijo: «Aunque usted no 
crea». Yo le contesté que sí que creía y a la salida le comenté a mi amigo: Esto 
es fantástico, uno viene a resolver unos asuntos y sale con temas de Iglesia». 
El doctor Nevado no tenía relación alguna con el Opus Dei, aunque había oído 
hablar de la institución y había tenido alguna relación cuando cursaba el primer 
año de Medicina. «Yo me considero profundamente creyente, pero la verdad es que 
nunca he sido muy de Iglesia. Soy un cristiano que suele ir a misa los domingos 
y no mucho más», agrega el doctor.
Pocos días después de su visita a Madrid, Manuel Nevado viajó con su mujer a Viena, para asistir a una reunión médica. «Visitamos algunas iglesias y me llamó la atención ver en todas ellas alguna referencia o imagen del Beato José María. Ya había empezado a rezarle y aquello me reforzó aún más. No siempre rezaba la oración, a veces otras cosas, pero tenía miedo y uno se agarra a lo que sea. A los quince días la mano empezó a curarse, al poco tiempo la enfermedad había desaparecido y entonces empezó todo el mundo a peregrinar, para comprobar lo que me había pasado. Pude volver a operar sin problema alguno y todavía lo sigo haciendo». Manuel Nevado asegura que no creía en milagros. «Doctores tiene la Iglesia; yo lo que puedo decir es que esto no es normal».
CRÓNICA DE LA CANONIZACIÓN DEL FUNDADOR
ROMA. JUAN VICENTE BOO. CORRESPONSAL de ABC, 07.10.2002
«Ha sido la canonización más bonita en la Plaza de San Pedro», comentaba emocionado un vaticanista que ha visto docenas al término de una ceremonia desbordante de sol, flores y entusiasmo en la que se pasaba del recogimiento más absoluto a los aplausos más estruendosos. La televisión italiana comentaba que «nunca se ha visto nada igual».
Juan Pablo II entró en la plaza de un Jeep descubierto acompañado de Monseñor Javier Echevarría, prelado del Opus Dei, a quien invitaría de nuevo a subir al vehículo al término de la ceremonia para atravesar la Plaza de San Pedro y recorrer toda la Via della Conciliazione, de modo que pudiese verle de cerca la gente que, por falta de espacio físico en la avenida, había asistido a la misa desde la orilla del Tíber, a un kilómetro del altar. Nueve pantallas gigantes permitieron a más de 300.000 peregrinos ver primeros planos durante la ceremonia, mientras que 1.040 sacerdotes, perfectamente repartidos y muy visibles gracias a un parasol blanco, distribuyeron la comunión.
«En el espíritu de Cristo»
Cuando a las diez y veinticinco de la mañana, Juan Pablo II leyó la fórmula de canonización, la plaza estalló en un aplauso fortísimo e interminable en el que participaron los cardenales concelebrantes y los 470 obispos entre los que se contaban 53 españoles, 55 italianos, el arzobispo de Moscú, varios arzobispos maronitas e incluso dos obispos de Cuba. Poco después, siguiendo el texto de la misa, el Papa pedía a Dios que «por la intercesión y el ejemplo de San José María, cumplamos fielmente el trabajo cotidiano en el espíritu de Cristo».
A pesar de que se le notaba cansado, el Papa pronunció con voz muy clara una 
homilía centrada en un pasaje del Génesis, «Tomó, pues, Yahveh Dios al hombre y 
lo dejó en el jardín del Edén para que lo labrase y cuidase», dos indicaciones 
concretas en las que se ve cómo «el trabajo o cualquier otra actividad, llevada 
a cabo con la ayuda de la Gracia, se convierte en medio de santificación 
cotidiana».
El mensaje de San José María, según el Papa, «abre un horizonte 
extraordinariamente rico porque, también en el contexto aparentemente monótono 
del normal acontecer terreno, Dios se acerca a nosotros y nos permite cooperar a 
su plan de salvación». El Santo Padre invitó a los miembros del Opus Dei y a 
todos los fieles a seguir las huellas del nuevo santo «difundiendo en la 
sociedad, sin distinción de raza, clase, cultura o edad, la conciencia de que 
todos estamos llamados a la santidad. Esforzaos por ser santos vosotros mismos 
en primer lugar, cultivando un estilo evangélico de humildad y de servicio, de 
abandono en la Providencia y de escucha constante de la voz del Espíritu».
Mosaico de rasgos.
Entre otros episodios de la vida de San José María, el Papa recordó que «el siete de agosto de 1931, durante la celebración de la Santa Misa, resonaron en su alma las palabras de Jesús: «Cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí». Comprendió que la misión de los bautizados consiste en elevar la cruz de Cristo sobre toda realidad humana y sintió surgir en su interior la apasionante llamada a evangelizar todos los ambientes». El resultado se veía ayer en la Plaza de San Pedro pues, junto a personajes de aspecto muy académico, se veían también rostros curtidos de agricultor o marinero. Era un mosaico de rasgos africanos y asiáticos, europeos y americanos que, a pesar de la fuerte presencia española, convertía el recinto de San Pedro en una «Plaza Mayor» del mundo.
La ministra de Asuntos Exteriores, Ana Palacio, presidió la delegación española 
acompañada del ministro de Justicia, José María Michavila, y otras 
personalidades. El ministro de Defensa, Federico Trillo, que no formaba parte de 
la misión oficial, asistió también en la primera fila de personalidades y saludó 
igualmente al Papa al término de la ceremonia. Al lado de la delegación española 
se sentó la italiana, encabezada por el vicepresidente del Gobierno, Gianfranco 
Fini, y de la que formaban parte nada menos que siete ministros.
«El santo del trabajo»
Por parte italiana asistió también el ex primer ministro Massimo D´Alema, promotor de la transformación del PCI en el Partido de los Demócratas de Izquierda, así como el alcalde de Roma, Walter Veltroni, que fue también secretario general del PDS. La canonización del «santo del trabajo» fue una rara jornada de armonía entre la izquierda y la derecha. Entre los 14 Gobiernos que enviaron misiones extraordinarias predominaban los de Hispanoamérica, pero también se contaban Filipinas y Kenia, e incluso Angola, donde todavía no hay actividad del Opus Dei.
El carácter internacional de la Obra y la presencia de fieles venidos de 84 
países se reflejaba también en la identidad de los 42 cardenales, obispos y 
sacerdotes que concelebraron la misa con el Papa. Entre ellos se encontraba, 
naturalmente, Antonio María Rouco Varela, cardenal de Madrid, la ciudad donde 
nació el Opus Dei en 1928; pero también Juan José Omella Omella, obispo de 
Barbastro, donde nació José María Escrivá en 1902, y Fernando Sebastián Aguilar, 
arzobispo de Pamplona, una de las ciudades que le nombraron hijo predilecto y 
sede de la Universidad de Navarra, la primera de las que promovió en Europa, 
América, África y Asia.
La amplitud del mensaje del nuevo santo se hacía patente en la presencia de 
superiores de órdenes religiosas tradicionales, como los Franciscanos o los 
Mercedarios, junto a fundadores de nuevas realidades eclesiales como Kiko 
Argüello y Carmen Hernández, iniciadores del Camino Neocatecumenal, o Andrea 
Riccardi, de la Comunidad de San Egidio. Chiara Lubich, fundadora y presidenta 
del Movimiento de los Focolares no pudo asistir, pero manifestó que «nos unimos 
con alegría a la fiesta de la Iglesia entera por la canonización de José María 
Escrivá de Balaguer. Es el primer santo nacido de uno de los carismas que el 
Espíritu ha dado a la humanidad en el siglo XX. Un carisma que se adelantó a los 
tiempos preparando aquella «hora de los laicos» impulsada por el Concilio 
Vaticano II y abriendo, para todos, la vía de la santidad en la vida diaria».
Aunque los peregrinos venían preparados para todo -como se vio en la enorme 
variedad de sillas plegables, incluido un ingenioso modelo de cartón-, el sol 
del otoño romano colaboró generosamente a la brillantez de la fiesta resaltando 
la belleza de la fachada de San Pedro y los ornamentos florales, incluidas las 
45.000 flores del Ecuador que formaban el «Jardín del Nuevo Mundo» al lado de 
las 7.000 rosas enviadas por una cooperativa italiana y un empresario alemán.
Pero lo más impresionante era el pacífico desbordar de humanidad en un clima de 
fiesta para casi todos pero también de trabajo para muchos. La Cruz Roja y la 
Protección Civil abrieron las tiendas de primeros auxilios a las cuatro de la 
mañana mientras que los dos mil voluntarios empezaron a trabajar a las seis.
Gracias a la buena organización y al consejo a los peregrinos de llegar pronto, 
las tres cuartas partes estaban ya en sus zonas a las nueve de la mañana, cuando 
todavía faltaba una hora. Otra sorpresa mayúscula en la ciudad de Roma.
EL OPUS DEI TAMBIÉN TIENE SUS CRÍTICAS.
Como todos los grupos que destacan dentro del seno de la Iglesia, el Opus Dei también tiene sus detractores. Aquí reproducimos uno de los muchos artículos que se publican en el mundo sobre esta controvertida comunidad
EL PODER DEL OPUS DEI
Por François Normand, periodista.
Le Monde Diplomatique, Número12, Septiembre 2001
Desde que Karol Wojtyla asumió el papado, en octubre de 1978, inició una restauración de las tradiciones más conservadoras de la iglesia católica, que se hace sentir con particular fuerza en América Latina. La tradicional influencia de la Compañía de Jesús sobre el papado fue sustituida por la del Opus Dei, punta de lanza para combatir a las corrientes modernizadoras de la iglesia. En Argentina, la década menemista marca un resurgimiento del integrismo católico, cuyo conflicto con el liberalismo político -que en el siglo XIX sustentó la independencia respecto de la corona española y después la organización nacional- recorrió todo el siglo XX, pero dejando mayormente a salvo el liberalismo económico.
Por medio de una política de designaciones episcopales que casi no tiene en cuenta los deseos de las iglesias locales, Juan Pablo II lleva adelante su empresa de restauración, utilizando todos los medios a su disposición: doctrinales, disciplinarios y -sobre todo- autoritarios, con la ayuda de una cantidad de movimientos tradicionalistas "duros", en general sectarios y políticamente de derecha, que le son totalmente adictos.
Éstos forman parte de la "renovación carismática", o tienen por nombre: "Comunione e Liberazione", organización italiana creada en los años 70; "Focolari", movimiento fundado en 1943 en Trento; "Neocatechumenat", creado en Madrid en 1964; "Legionarios de Cristo", grupo ultrasecreto formado en México en los años 40 y, fundamentalmente, el Opus Dei (Obra de Dios), organización creada en España por el padre José María Escrivá de Balaguer.
El Opus, que goza del apoyo incondicional del Obispo de Roma, se infiltra en todos los escalones de la jerarquía católica. ¿Es el ejército secreto del Papa en su tarea de reconquista católica? ¿O Juan Pablo II es un prisionero inconsciente de esa "mafia blanca"?
El Opus cultiva el secreto desde sus orígenes. En su constitución (secreta) redactada en 1950, el artículo 191 precisa que "los miembros numerarios y supernumerarios sepan bien que deberán observar siempre un prudente silencio sobre los nombres de los otros asociados y que no deberán revelar nunca a nadie que ellos mismos pertenecen al Opus." Una vez dada a conocer, la constitución desató tantas críticas que en 1982 se redactaron nuevos estatutos, donde puede leerse (artículo 89): "(los fieles de la Prelatura) no participarán de manera colectiva en las manifestaciones públicas de culto, como las procesiones, sin por ello ocultar que pertenecen a la Prelatura."
A pesar de esta aparente concesión a la transparencia, el Opus continúa practicando el secreto y utilizando testaferros y sociedades pantalla, bajo el pretexto de la "humildad colectiva" y de la "eficacia apostólica".
"Como se niega a cualquier tipo de transparencia, el Opus excita la curiosidad y la hostilidad, despertando a veces hasta fantasmas de complot", sostiene un biógrafo de Juan Pablo II . De muchas personas se dice que son miembros o simpatizantes de la organización. La discreción, que por una parte sirve para hacer proselitismo entre los jóvenes a espaldas de su familia y por otra ayuda a tejer una red invisible en todos los ámbitos de la sociedad, se explica en primer lugar por el contexto en que nació el Opus, en la España franquista.
Esta "Obra de Dios" se parece en algunos de sus objetivos -santificar el trabajo diario- a los movimientos de la Acción Católica nacidos en Francia y en Bélgica en la misma época. Surgido en los años previos a la Guerra Civil española, el Opus quedó muy marcado por esa coyuntura, lo que explica su incondicional apego al aparato eclesiástico preconciliar, su odio obsesivo al comunismo y su gusto desmedido por la clandestinidad.
A pesar de que Escrivá de Balaguer pretendía haber "descubierto" el principio de la santificación de la vida cotidiana, esa idea es tan vieja como el Evangelio. De todos modos, la inspiración inicial del Opus fue rápidamente pervertida por la personalidad de su fundador: un pequeño burgués ambicioso, colérico y vanidoso . El secreto de su éxito fueron su fogosidad y su carisma personal, que subyugaban a quienes lo rodeaban.
La primera perversión fue la "clericalización" de la Obra, que sigue diciéndose laica, aunque son los sacerdotes los que tienen el verdadero poder y ocupan todos los puestos de mando. Los no religiosos, que representan el 98% de los miembros, son presentados como "personas corrientes que viven en el mundo", pero por sus "votos" de pobreza, castidad y obediencia (rebautizados "lazos contractuales"), se parecen más a religiosos que a laicos .
Mucho más preocupados por el derecho canónico que por la teología, Escrivá de Balaguer y sus discípulos maniobraron permanentemente para lograr que al Opus se le reconociese la condición jurídica que más le convenía. Definida en un principio como "unión piadosa" de laicos, la organización se transformó en 1947 en el primer "instituto secular" de la iglesia , antes de arrancarle a Juan Pablo II -mucho más favorable que sus antecesores Juan XXIII y Pablo VI- el codiciado título de "prelatura personal". Esta envidiable categoría, creada a medida para el Opus, le concede los atributos de una verdadera diócesis sin limitación territorial. El prelado del Opus depende directamente del Papa, escapando así a la autoridad de los obispos diocesanos, a pesar de la ficción que pretende que los miembros laicos de la organización siguen dependiendo jurídicamente de su obispo.
La segunda perversión fue política. El joven Escrivá de Balaguer vivió la Guerra Civil española como un combate entre católicos y comunistas, en quienes veía la encarnación del mal. Su visión del mundo se vio así deformada y del mismo modo que Pío XII, minimizó el horror del nazismo, tomándolo como un muro de contención "providencial" contra el comunismo. Vladimir Felzmann, ex miembro del Opus, da cuenta de una conversación con Escrivá de Balaguer que resulta elocuente. Luego de sostener que el cristianismo había sido salvado del comunismo gracias a la llegada al poder del general Francisco Franco con el apoyo del canciller Adolf Hitler, agregó: "Hitler contra los judíos, Hitler contra los eslavos, significaba Hitler contra el comunismo."
Esta indulgencia para con el nazismo lleva al alineamiento del Opus con el franquismo. En realidad, los sentimientos de Franco respecto de Escrivá de Balaguer -al que había conocido como un joven cura- eran ambiguos. En su biografía novelada de Franco Manuel Vázquez Montalbán hace decir al Caudillo: "Habiendo frecuentado durante casi veinte años a los miembros de esta institución, he podido comprobar la diversidad de sus elecciones concretas, pero evidentemente, todos llevaban el sello de una secta elegida para salvar el mundo desde lo alto de su sitial".
Para salir de la crisis económica, desde 1956 Franco se rodea progresivamente de ministros pertenecientes al Opus. Cuando piensa en restablecer la monarquía para que lo suceda en la persona de don Juan de Borbón, el Opus apoya a su hijo, Juan Carlos, que está al cuidado de un preceptor de la Obra: Anael López Amo. En 1969 Franco proclama a Juan Carlos heredero de la corona. Pocos meses después se completa el triunfo del Opus: de los diecinueve ministros del noveno gabinete de Franco, doce son miembros de la organización. El giro político del Opus estaba en marcha.
La tercera perversión fue teológica. En primer lugar, el acento exclusivo puesto en la "santificación por el trabajo" favorece el culto del éxito material y el reino del capitalismo liberal. Luego, el Opus cayó en la trampa del integrismo. El teólogo Urs von Balthasar (uno de los pensadores favoritos de Juan Pablo II, que no puede ser sospechado de progresista) describió al Opus como "la más fuerte concentración integrista de la iglesia (…) El integrismo se esfuerza en comenzar a asegurar el poder político y social de la iglesia por todos los medios, visibles y ocultos, públicos y secretos." .
Además de su falta de transparencia, otro rasgo distintivo del integrismo es su pretensión de poseer la verdad. El Opus es descrito por Crónica, la revista interna del movimiento, como "el resto santo, inmaculado, de la verdadera iglesia", fundado para "salvar a la iglesia y al Papado". Cuatro años después de terminado el concilio, el padre Escrivá de Balaguer deploraba una época de errores en la iglesia: "El mal viene de dentro y de lo alto. Hay una real pudrición, y actualmente parece que el cuerpo místico de Cristo fuera un cadáver en descomposición, que apesta."
Mejor hubiera sido que monseñor Escrivá de Balaguer se ocupara de sus ovejas descarriadas. Una serie de escándalos financieros que involucraron a miembros del Opus sacó a la luz las actividades de "la santa mafia" o "la masonería blanca", como comenzaron a llamarla sus detractores . Detrás de la ficción de una organización puramente espiritual, de esa "familia pobre, cuya única riqueza son sus hijos", gravita una nebulosa de sociedades, bancos y fundaciones, dirigidas de manera anónima por miembros del Opus.
En los años 70, mientras Escrivá de Balaguer vituperaba a la iglesia en descomposición, sus amigos organizaban la red financiera que permitiría a la Obra manejar millones de dólares. La institución más importante en ese terreno es la fundación Limmat, creada en Zurich en 1972, vinculada con bancos o fundaciones de España (Fundación General Mediterránea), de Alemania (Fundación Rin-Danubio o el Instituto Lidenthal) y de América Latina (Fundación General Latinoamericana, en Venezuela).
Hoy en día el Opus tiene un enorme poder en Roma. Su ascensión se vio coronada en 1992 por la beatificación de Escrivá de Balaguer por parte de Juan Pablo II -amigo de larga data de la organización- apenas diecisiete años después de su muerte y luego de un proceso expeditivo, donde sólo se tuvieron en cuenta los testimonios positivos. Siendo obispo de Cracovia, monseñor Karol Wojtyla ya viajaba a Roma invitado por el Opus, que lo alojaba en la bella residencia del viale Bruno-Bozzi N° 73, en un elegante suburbio de Roma. El Opus siguió mostrándose generoso con el Papa polaco, participando -por ejemplo- en la financiación del sindicato Solidaridad. El cardenal Wojtyla era el candidato papal del Opus y en su elección cumplió un papel determinante el cardenal König, arzobispo de Viena y hombre cercano a la organización. Además de la categorización de la Obra y de la beatificación de Escrivá de Balaguer -dos decisiones que levantaron una ola de críticas en todo el mundo- el Papa se rodeó de miembros del Opus. Entre sus más estrechos colaboradores se puede nombrar a cuatro capellanes: Joachim Pacheco, Klaus Becker, Fernando Ocariz y Felipe Rodríguez; su portavoz laico, numerario del Opus, Joaquín Navarro Valls y el cardenal Martínez Somalo, ex substituto, cercano también a la organización. Las congregaciones romanas tienen también numerosos miembros "opusianos": la congregación encargada de la causa de los santos, que había decidido la beatificación de Escrivá de Balaguer, tiene tres. El cardenal Palazzini, amigo de la Obra, era su prefecto en 1981, cuando se presentó la causa de Escrivá, mientras que monseñor Javier Echevarría Rodríguez, sucesor de Escrivá, ¡era consultor!
Más aún. El Papa designó numerosos miembros del Opus como obispos en América Latina (siete en Perú, cuatro en Chile, dos en Ecuador, uno en Colombia, uno en Venezuela, uno en Argentina y uno en Brasil). Perú fue elegido como cabeza de puente para la ofensiva del Opus en América Latina para contrarrestar la influencia del teólogo peruano Gustavo Gutiérrez, el "padre" de la Teología de la Liberación, maldecida por Escrivá y sus discípulos. El presidente Alberto Fujimori, cercano al Opus, es amigo de monseñor Luis Cipriani, arzobispo de Ayacucho, quien dirige la organización en Perú.
En Europa, la operación más criticada fue la imposición del "opusiano" Klaus Küng en Feldkirch, Austria. Pero la nominación de Fernando Saenz Lacalle como arzobispo de San Salvador fue más chocante aún, pues se trataba de la sede del mártir monseñor Oscar Arnulfo Romero, asesinado por la extrema derecha militar, mientras que el nuevo obispo -un español además- no sólo pertenece al Opus: era el capellán de las Fuerzas Armadas salvadoreñas.
Aparte de Italia, las regiones donde el Opus logra mayores éxitos son España y América Latina, incluido México. En España, la Obra se mantuvo a la expectativa durante los catorce años de gobierno socialista, aunque debió eclipsarse en el plano político. Con el regreso al poder de la derecha del Partido Popular de José María Aznar (otro amigo del Opus), la organización tomó su revancha, ya que cuenta con varios de sus miembros entre los ministros. Aunque el Opus haya encontrado mayor resistencia en los países no latinos, sobre todo en los anglosajones, progresivamente va implantándose en Estados Unidos, donde cuenta con más de tres mil miembros repartidos en 64 centros, la mayoría de ellos instalados cerca de campus universitarios. Varios capellanes universitarios se quejaron de los "métodos clandestinos" utilizados por el movimiento, al igual que de su "comportamiento sectario".
En Gran Bretaña, el Opus se ve obligado a mantener un perfil bajo luego de las revelaciones que hiciera John Roche, ex director de la organización y profesor de la Universidad de Oxford. En 1981, Roche publicó en The Times un duro alegato contra el Opus, junto a varios documentos secretos como prueba. Calificándolo de "iglesia dentro de la iglesia" y de" psicológicamente peligrosa para sus propios miembros", Roche cita artículos de Crónica donde se proclama que "la iglesia Católica se ha alejado de su camino original y que el deber del Opus Dei consiste en difundirse por el mundo por todos los medios. No hay otra forma de salvación". En Francia, el éxito de la organización es más limitado. A pesar de las simpatías de varios políticos, nunca logró hallar un partido que le sea adicto. Sin embargo, existen en ese país numerosos centros y asociaciones que mantienen vínculos con el Opus.
Pero la nueva estrategia de la Obra consiste en infiltrarse en las organizaciones internacionales, por ejemplo las Naciones Unidas, la Unesco o la Organización para el Comercio y el Desarrollo Económico (OCDE, integrada por los 21 países más ricos). El Parlamento Europeo en Estrasburgo y la Comisión Europea en Bruselas son sus lugares preferidos. Varios parlamentarios europeos son miembros del Opus. En Bruselas la organización actúa clandestinamente, como es su costumbre. Un ejemplo: el boletín semanal Europe Today -editado en español, francés e inglés- es enviado desde la capital belga a todo el Tercer Mundo, principalmente a América Latina, donde se distribuye gratuitamente. Presentándose como "una agencia de prensa internacional, especializada en salud, problemas de sociedad y educación", la publicación defiende las posiciones de la derecha católica.
El nombre del Opus no aparece en ninguna parte de la revista, que goza de una subvención de la Comisión Europea. Otros puntos estratégicos que el Opus trató de ocupar en Bélgica son el Instituto Robert-Schuman y la Universidad Católica de Lovaina. El primero es una escuela de periodismo fundada por el empresario holandés Piet Derksen, cercano a la extrema derecha católica.
Una dictadura espiritual
En Lovaina, en cambio, el Opus perdió la batalla, gracias a la tenacidad del vicerrector, el padre Gabriel Ringlet. Este sacerdote se negó a renovar el contrato de alquiler de dos residencias para estudiantes abiertas en el campus por el Opus y le prohibió distribuir sus publicaciones mientras siguiera ocultando su identidad. La decisión fue tomada por unanimidad por el consejo administrativo de la Universidad. El padre Ringlet explica que "el Opus apunta sólo a la élite de la sociedad, lo que resulta inadmisible para nuestra Universidad. No reconozco en ella mi fe. La búsqueda de la perfección encierra algo muy orgulloso y malsano. No puedo aceptar una religión que lava más blanco que el blanco... ¡el color de los sepulcros! Porque al final de ese camino encontramos siempre la exclusión, el racismo. En estos tiempos de avance de la extrema derecha, todas las precauciones son pocas contra las dictaduras espirituales."
En efecto, se trata de una dictadura que puede tomar al Papado como rehén. Esta "arma del Papa" es de doble filo, y podría volverse contra él.