ORDEN DE LOS ASCETAS MONJES

 

Los monjes  ascetas cantaban sin cesar día y noche el oficio divino en sus monasterios, por lo cual, los llamaban los Griegos gentes que no descansaban. No eran unos mismos los monjes que se empleaban continuamente en el oficio, sino que se hacía distribución de la comunidad en muchos coros, y cada coro cantaba el mismo oficio sucesivamente de manera, que mudándose alternativamente, todas las horas del día y de la noche, se empleaban en las divinas alabanzas. Sé cree que el  Autor  de los ascetas fue Alejandro  monje de Siria, y según algunos, dieron motivo a este establecimiento las exhortaciones que san Juan Crisóstomo había hecho a los Legos de orar a Dios durante la noche, como lo refiere Paladio historiador de la vida del santo doctor dos pasajes  muy notables sobre este ejercicio de Preces durante la noche. El uno en la homilía 14. Sobre la Epist. De san Pablo a los hebreos; y el otro en la 26. Sobre las actas de los apóstoles. Estos Monjes se llaman Studitas del gran varón  Studio, el cual fundó en Constantinopla el monasterio de san Juan bautista, donde coloco estos religiosos. Alejandro, fundador de los ascetas, era natural de la Asia. Sus padres le educaron en el estudio de las bellas letras en Constantinopla, donde se hizo muy sobresaliente. Al principio fue militar, pero tocándole Dios el corazón, abandono este estado por parecerle peligroso y poco conforme con la virtud. Se consagró enteramente al servicio de su creador, en que se formó un gran modelo de perfección cristiana. Estableciéndose en una soledad hacia el Éufrates, y luego se pobló de un gran número de personas que vinieron a ponerse bajo su dirección. En poco tiempo se contaron  400 de diversas naciones, las que repartió en ocho coros, para que pudiesen fácilmente cantar las alabanzas del creador, habiéndoles edificado un monasterio, volvió a pasar el Éufrates para entrar en la Persia, sin otra provisión que las santas escrituras. En este viaje convirtió una infinidad de idólatras, confirmó los cristianos en la fe, construyó muchos monasterios, y obtuvo un prodigioso número de discípulos que abrazaron su instituto. Entonces fue cuando les repartió el oficio en doce órdenes, y esta es la época donde se debe fijar el establecimiento de los religiosos acemitas o ascetas, que pasaban los días y las noches cantado sin cesar las alabanzas de dios. Aumentándose después el número de religiosos, eligió setenta para que fuesen a predicar el evangelio a los idólatras, y nombro superior de su comunidad a uno llamado Trophimo, partió con aquella santa colonia, e hizo grades frutos. Alejandro murió hacia el año 430, con gran reputación de santidad. Bien rápido degeneraron sus hijos, y abrazaron las opiniones de Nestorio. El emperador Justiniano I. Celoso defensor de la fe de la iglesia, los mandó condenar en Constantinopla; pero ellos se persuadieron que serían mejor tratados en Roma, donde enviaron dos monjes Ciro y Eulogio. El papa Juan II. Que ya estaba informado por el emperador, de las opiniones heréticas de aquellos religiosos, juntó un concilio el año de 532, en el cual fueron de nuevo condenados: se definió en él, que era verdadera esta proposición, unum de Trinitate passum esse in carne. Su santidad justifica esta proposición con muchos lugares de los santos padres en el escrito que envió a los senadores de romanos, advirtiéndoles que no comuniquen con los mojes ascetas, que eran de parecer contrario. Los monjes seguían aquella opinión porque se había hecho de moda, habiéndola introducido los nestorianos para ocultar mejor su veneno. Al fin del siglo diez y seis el padre Agustín  Adorno, fundador de los clérigos menores, quiso que su congregación imitase a los ascetas, añadiéndoles la obligación de estar uno siempre delante del santísimo sacramento.