ORDEN DEL FÉNIX

 

Un príncipe de Hohenlohe Waldembourg Bartenstein, que había llegado a la edad de cien años, y contaba con cuatro emperadores en su familia, quiso perpetuar la memoria de este suceso fundando, bajo el nombre del Fénix, una Orden de caballería, cuyos primeros individuos escogió de entre sus parientes. Estos fueron personas que se habían mostrado adictas a su persona o a su familia, o que prestaron a su patria algún servicio importante. Estos recibieron del longevo príncipe las insignias de la Orden.

Muchos fueron luego los que solicitaron ser admitidos en la Orden, y los príncipes que sucedieron al fundador la hicieron accesible, creando una segunda clase, regida por estatutos particulares. Entraron en ella la mayor parte de los oficiales que habían pertenecido a la emigración francesa durante la revolución de 1789, a cuya fracción se le dio el nombre de Lengua Francesa de la Orden del Fénix.

Estos últimos estatutos obligaban a los condecorados a jurar una firme adhesión a la casa de Hohenlohe, y a la defensa de la legitimidad.

La orden constaba de comendadores y caballeros. El príncipe de Hohenlohe era el jefe soberano, y los franceses estaban administrados por un comisario general.