ORDEN DEL AMARANTO

 

 

La reina Cristina de Suecia, queriendo perpetuar la memoria del triunfo de la creencia ortodoxa sobre la de los luteranos, instituyó esta orden en el año del señor de 1653, concediendo su collar a varios caballeros y señoras de su corte que abandonaron las doctrinas luteranas.

 

La divisa de esta orden consistía en una joya de diamantes con dos AA de oro contrapuestas, dentro de una corona de laurel atada con una cinta blanca, en la cual estaba bordado de oro el epígrafe siguiente: «Dolce nella memoria».

 

Poco tiempo después de su institución, su misma fundadora la suprimió, desapareciendo completamente de los anales históricos.

 

Cristina de Suecia, que fue también conocida con los sobrenombres de: Cristina Wasa; Maria Cristina Alexandra; Condesa Dohna; Minerva del Norte y Protectora de los Judíos de Roma, nació en 1626 y murió en 1689. Fue reina de Suecia entre los años 1632 y 1654. Heredó el título al ser la única heredera de Gustavo Adolfo II.

 
Su padre ordenó que la educaran como a un chico para prepararla para el trono. Además de estudiar, Cristina dedicaba tiempo a actividades masculinas tales como cazar y el deporte. En sus propias palabras, Cristina admitió tener «un irremediable prejuicio hacia aquello sobre lo que a las mujeres les gusta hablar. En las cosas de mujer soy bastante incapaz, y no veo posibilidad de mejorar en ello.»


Cristina heredó el trono de su padre a la edad de 6 años, tras la muerte de su padre en el campo de batalla. Axel Osenstierna se convirtió en su regente y, posteriormente, en su consejero. Fue contra su consejo que ella inició la guerra de los 30 años, que terminó con la Paz de Westphalia en 1948.

 
En 1651, Cristina propuso abdicar, pero la convencieron para que continuara en el trono. Finalmente abdicó en 1654. Sus razones para abdicar todavía se discuten. Las posibles razones para su abdicación son su negativa a casarse y, por lo tanto, a tener hijos, su deseo de convertirse al Catolicismo o una crisis por las dificultades en gobernar. Realmente, su aversión al matrimonio siempre aparece como razón, quizás por las limitaciones que suponía para una mujer del siglo XVII.

Después de abdicar, Cristina se fue a Roma disfrazada de hombre, donde vivió en un palacio lleno de arte y libros que se convirtió en un salón de cultura. Se convirtió al catolicismo y se convirtió en una de las favoritas del Vaticano en «la lucha contra la mente y el corazón» del   siglo XVII en Europa. Cristina se unió a una rama liberal del Catolicismo y continuó dentro de las intrigas típicas de la corte y la religión.
 
Cristina de Suecia murió en 1689, a la edad de 63. Fue enterrada en San Peter, un honor extraño para una mujer.