DEJAD QUE LOS NIÑOS SE ACERQUEN A MÍ

Si hay algo que se desprenda con fuerza del Evangelio es, sin duda, el mandato divino de que los niños sean preservados de todo mal y de cualquier manipulación malintencionada, sea religiosa, política o militar. Y así nos lo hace saber el evangelista Mateo, capítulo 18, versículos 6 y 7, cuando escribe estas palabras dichas por Jesús: «Al que escandalizare a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valiera que le colgaran al cuello una rueda de molino de asno, y así lo arrojaran al fondo del mar».

Los países desarrollados, entre los que se encuentra España, dedican sus tropas y su dinero más a ayudar a otros países que se han embarcado en la cruzada de democratizar el mundo, que a aliviar el problema que sufren millones de niños en toda la tierra.

Con la mitad de la cuarta parte del dinero que se ha gastado hasta el momento en la guerra Irak, se hubiera podido acabar con el problema que los niños sufren en algunas partes del mundo, sobre todo en Sudamérica.

Sólo en Colombia, y según manifestaciones del defensor del Pueblo, más de seis mil niños participan en las actividades de los grupos armados, o sea, en otras palabras, son soldados armados que participan en batallas. Más de un catorce por ciento de estos niños soldados enrolados en los movimientos guerrilleros fueron reclutados en contra de su voluntad, y un número no determinado de niños había nacido dentro del movimiento guerrillero, fruto de un encuentro entre guerrillero y guerrillera.

Los factores sociopolíticos que facilitan este reclutamiento de niños soldados, son: el deterioro de las instituciones y los servicios sociales, inclusive la educación; la falta de acceso a oportunidades de empleo; el emplazamiento; una cultura de impunidad para todas aquellas personas que han infringido los derechos de la infancia, y la proliferación de armas de bajo coste... Algo que se podría solucionar con poco dinero si los países citados quisieran.

Otro problema que está dando lugar la cuestión de Colombia, es que las familias que viven en despoblados se tienen que marchar de sus lugares de origen porque son muertos y desposeídos. Sólo en el año 1999, los desplazamientos a la fuerza llegaron a afectar aproximadamente a 272 mil personas de las cuales 176 mil eran niños y adolescentes. Todas ellas tuvieron que mudarse a Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla, Cartagena, Montería o Cúcuta, perdiendo con ello lo poco que poseían y abocándose a un mundo desconocido, que sin trabajo, se les convirtió en marginación y hambre.

Llegado este momento, niños y niñas se prostituyen con el beneplácito de sus padres porque es el único medio para comer. Sus clientes, países acaudalados.

Y la mayoría de los países acaudalados, entre los que se encuentra España, predican y están de acuerdo en decir que Dios destinó todos los bienes de la tierra para beneficio universal de los hombres. El Vaticano II insistió mucho en esta doctrina: «Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y pueblos. En consecuencia, los bienes creados deben a todos llegar en forma equitativa bajo la égida de la justicia y con la compañía de la caridad. Sean las que sean las normas de la propiedad adaptadas a las instituciones legítimas de los pueblos según las circunstancias diversas y variables, jamás debe perderse de vista este destino universal de los bienes».

 

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