TIENES
MÁS MEMORIA QUE UN TEMPLARIO
El hecho de haberse constituido con la importante prioridad de aprender a leer,
escribir y ponerse al corriente de todas las ciencias que hasta el momento eran
conocidas en el mundo medieval, y decidir luego convertirse en profesores y
consejeros de los caballeros aspirantes que lograban acceder a la Orden, de los
suboficiales, soldados, armigueros y fámulos, adquirió la virtud de hacer
destacar a los de la Orden del Templo sobre todas las demás órdenes militares
y religiosas que fueron contemporáneas de ellos.
 Para
llevar a buen puerto este humano compromiso, y siendo conscientes de que no eran
solo monjes, sino también soldados, se vieron en la necesidad de cambiar el «ora
et labora» (reza y trabaja), por el «pugna et labora» (lucha y trabaja), que
ellos cumplieron al pie de la letra desde su constitución hasta su trágico
final. 
 En
estos libros mencionados también eran apuntados y archivados cuidadosamente
cuantas promesas les eran hechas por medio de epístolas de donaciones,
contratos de herencia y, sobre todo, donaciones de reyes y grandes señores.
Para
ver hasta que punto llegaba la memoria de los templarios de cuanto ellos
administraban o se le había prometido, vamos a contar un hecho que les ocurrió.
Sabemos que la mejor forma de conquistar una ciudad codiciada por un rey era
prometiéndola como donación a los soldados del Templo. Los reyes estaban al
tanto de esta circunstancia y algunos se aprovechaban de ello.
En
el año de la Encarnación del Señor de 1191, el rey don Alfonso II, en un
escrito oficial dictaba a su escribano que les daba a los del Templo a completa
perpetuidad el castillo de Pulpis (Castellón), y la villa que daba nombre a
estas fértiles tierras.
En el año 1233, cuarenta y dos años después de haberles sido hecha la promesa escrita, los templarios, que como ya hemos dicho anteriormente tenían una memoria prodigiosa porque todo lo llevaban escrito, encontrándose con suficientes hombres para emprender la conquista, atacaron y recuperaron el lugar para los cristianos.
Acto
seguido, tal como tenían concedido en carta de donación firmada por su abuelo,
le escriben a Jaime I y le reclaman el castillo y la villa de Pulpis.
                       
NOTA. Las fuentes documentales de la carta que citamos
son las siguientes: Archivo Histórico Nacional de Madrid. Sección órdenes
militares. R.8.