Tomás de Beraud (1256-1273)

 

Nació en Inglaterra. Durante su mandato tuvo muchos problemas con las otras órdenes que convivían junto a ellos en Jerusalén, sobre todo con la Orden de los Hospitalarios porque estos no perdían ocasión para recordarle a los papas la necesidad de una unión entre su Orden y la de los del Templo.

Como veremos en el capítulo dedicado a las diferentes bulas, hubo papas que estando de acuerdo con esta idea, mostraron bastante interés porque fuese consumada. Algunos, incluso, lo llegaron a decretar en sus escritos. Pero don Tomás luchó enconadamente. No deseaba la mencionada unión. Pero si no podía eludirla porque eran los papas, al fin y al cabo, lo que mandaban, solo exigía que, si no se podía remediar la unión, siguiese siendo conocida la recién hermanada Orden, como la Orden del Templo, mientras que los del Hospital de la Orden de Jerusalén, demandaban lo contrario.

         También le tocó vivir, ver y padecer, el episodio más doloroso que los cristianos tuvieron que sufrir en Tierra Santa. Las tropas de los que luchaban por Nuestro Señor Jesucristo se veían cada vez más mermadas y con menos efectivos. Los reyes y grandes señores de la Europa cristiana, parecía que habían perdido la ambición que habían mostrado en otros tiempos, y ya eran muy pocos los que mandaban tropas o dinero para contratar mercenarios.

         De esta forma fue como el Sultán Baibars, aprovechándose de esa situación, fue obligando a las tropas cristianas a ir retrocediendo hacia San Juan de Acre, donde los cruzados se refugiaron tras de sus muros.

Los cristianos habían perdido muchos soldados. No veían venir los refuerzos prometidos; y, las tropas del Sultán, cada vez se hacían más grandes y fuertes.

Esta circunstancia dio origen a que, en el año 1258, todas las órdenes que existían y combatían por la misma causa, se reuniesen y firmaran todas ellas un pacto de buena voluntad para dejar aparte sus envidias, disputas y arrogancia, y decidir luchar todas juntas como hermanos y amantes del único Dios.