INTRODUCCIÓN. Hoy vamos
a dar a conocer aquellas religiones, todavía vivas en zonas muy pobladas de la
tierra como son las del Oriente, que acentúan la unión con Dios a través de
unas experiencias o vivencias que tienen lugar en lo más hondo del espíritu
humano. Por este carácter especialmente contemplativo, íntimamente vivencial,
se las denomina “religiones místicas” y por su localización oriental:
India, China y Japón, son las conocidas como Religiones Místicas de Oriente.
HINDUISMO. La palabra
“Hinduismo” viene de “Hindu”, modificación de “Shindu”, que
significa “río”, y que fue aplicada de forma particular por los arios
invasores de la península al río de mayor importancia de Oriente, el río
Indo. De ahí recibió la península el nombre de INDIA.
Con el término “Hinduismo”
queremos designar concretamente a la primera religión de la India, en la fase
existente actualmente.
El Hinduismo puede dividirse,
por lo menos, en tres periodos: el Vedismo, el Brahmanismo y el Hinduismo,
propiamente dicho. Pero, para un mayor conocimiento de cada uno de estos
periodos, pasaremos a dar un paseo cronológico por los entresijos históricos
de todos ellos:
a)    
Primer periodo: VEDISMO. El Vedismo es la más antigua forma conocida
de las religiones indias, representada sobre todo por los cuatro textos
religiosos básicos, considerados como revelados, los VEDAS.
El Vedismo se sitúa,
aproximadamente, entre los siglos XX y X a.C. Esta religión constituye una síntesis
sublimada, expurgada por la élite sacerdotal, de índole naturalístico-sociológica,
con algunos cultos indígenas y algún que otro elemento aislado, tomado
probablemente del Asia anterior.
LOS VEDAS. Nombre éste
que se puede entender como: ciencia o teología, son cuatro grandes colecciones
de temas religiosos, sin autores conocidos, 
tenidos como una manifestación del “trascendente” puro a los sabios
antiguos, que la recibieron por visión directa.
La primera de esas colecciones
se llama RIG-VEDA, que quiere decir algo así como: teología de los himnos de
alabanza. Es del segundo milenio a.C. Estos himnos no son expresiones de mera
piedad personal, sino que son alabanzas litúrgicas. Se recitaban durante los
sacrificios. Se dirigían a una u otra divinidad, o mejor, a uno u otro aspecto
de la divinidad, pues como dice el mismo RIG-VEDA: “Aquel que es Uno, los
sabios lo describen de muchas maneras”. Esta colección, la más antigua de
todas, constituye la fuente principal para el conocimiento de la mitología o
ideología del Vedismo.
La segunda selección es el YAJUR-VEDA , que quiere
decir: “Teología de las fórmulas sacrifícales”. Es un conjunto de fórmulas
que el sacerdote pronuncia durante la celebración del sacrificio. El sacrificio
adquiere en el vedismo una creciente importancia teológica. La alabanza del
himno védico se identificó con el sacrificio. Toda la creación es un
sacrificio y el papel de este mundo temporal es rehacer en sentido inverso el
sacrificio creador y retornar a Dios. Me explico: El mundo de los dioses, de los
hombres y de las cosas surgió del sacrificio y descuartizamiento del Ser,
imaginado como “Hombre Primordial”. Así es como la sustancia primera es y
está en todas las cosas. Por el sacrificio litúrgico, del ser Trascendente.
Por tanto, hay un sacrificio creador que da lugar a la creación, como un paso
de lo uno a lo múltiple. Y hay un sacrificio redentor que da lugar a la salvación,
como un retorno de lo múltiple a lo uno. Es decir, venimos de Dios, por lo
tanto somos fragmentariamente divinos, y por ello tenemos que retornar a Dios.
La compilación de esta doctrina se llevó a cabo en algún momento entre los años
1.000 y 800 a.C.
La tercera colección es el SAMA-VEDA, o teología de las
melodías. Es un manual o libro de cánticos para el segundo orden sacerdotal,
usado principalmente durante el sacrificio del Soma. El contenido de las
canciones está tomado, en gran parte, del RIG-VEDA. El Soma es el jugo de una
planta que, filtrado a través de lana y mezclado con leche, miel agua y harina
de avena, se ofrecía a los fieles como excitante sagrado. Entre las virtudes
que se atribuían al Soma están la inmortalidad (los dioses son inmortales
porque beben diariamente Soma), la magnificencia (predispone a los dioses para
engendrar grandes empresas), los buenos pensamientos y sentimientos (otorga a
los hombres la bondad y la amistad)
La cuarta colección es el
ATHARVA-VEDA, o teología de las fórmulas mágicas. Es el más reciente.
Probablemente abarca un periodo de varios siglos, y goza de una autoridad mucho
menor, por ocuparse de magia y de cultos populares, algunos de ellos autóctonos.
Las divinidades védicas.
Son personificaciones emanadas del Ser divino primordial, dotadas de
inmortalidad. Cabe distinguir dos categorías de dioses: los Devas y los Asuras.
Los Devas son divinidades de la
naturaleza y personificaciones representativas de las clases guerreras y agrícolas
de la sociedad aria, que invadió la India. Entre los Devas cabe mencionar a
Dyaus (cielo), Surya (sol), Usas (aurora), Sandra (luna), Vayu (viento), Maruts
(trueno), Prithivi (tierra), Indra (dios del fuego y de la casta sacerdotal),
Asvins o Nasatyas, estrella matutina y vespertina, protectores de la casa de los
campesinos y ganaderos.
Los asuras son divinidades que
personifican conceptos éticos, Varuna, señor del firmamento, supremo árbitro
de la ley moral. Mitra, señor de la luz del día, que vigila la
fidelidad de los hombres. Aryaman, dios del matrimonio y de la
hospitalidad.
La diferencia entre devas y
asuras está en que no sólo representan realidades divinas distintas, sino
sobre todo en que los devas dependen de los sacrificios y de los “brahmanes”
contenido en los himnos de alabanza, que les dan fuerza, mientras que los asures
son independientes de los sacrificios y del ritual. 
Con el tiempo, los devas, tenidos por poderosos y dadores de riquezas,
victorias, ganado y descendencia, gozaron de gran popularidad; mientras que los
asuras fueron degradándose hasta convertirse posteriormente en seres malignos o
demonios.
EL ORDEN CÓSMICO INMUTABLE.
Más allá de todos los dioses está el orden cósmico, inmutable, impersonal,
fundamento del orden moral. Los grandes dioses están al servicio de este Orden,
Varuna es su guardián, porque en el respeto del Orden cósmico, de su jerarquía
ontológica, consiste la ley moral. AGNI, como señor del ordenamiento ritual,
lo mantiene, pues sin el sacrificio animador y sin el Orden ritual, con su
potencia mágica, el Orden cósmico y moral no tendría efecto. INDRA, dios de
las tormentas y del rayo, lo defiende frente al caos, representado por la
serpiente Vrita. El caos es, precisamente, la negación del Orden cósmico. Hay
que tener en cuenta que en el vedismo el Orden del mundo no debe entenderse como
una simple ordenación extrínseca de las cosas, sino como un orden ontológico
real, basada en la estructura onírica de la naturaleza de las cosas. El Orden
está por encima de los dioses y de los hombres.
Segundo periodo: BRAHMANISMO. El Brahmanismo en su sentido más
estricto es la religión que lleva a su pleno desenvolvimiento una serie de
rasgos, presentes en el Vedismo pero en estado latente, como el ritualismo, el
sistema de castas, la especulación filosófica, la fe en la trasmigración de
las almas, en el karma y en la redención.
La cronología del brahmanismo
es poco precisa. Comienza aproximadamente en los siglos X a VIII a.C., pero no
es fácil determinar su punto final, ya que durante muchos siglos el brahmanismo
siguió coexistiendo al lado del hinduismo.
Los textos fundamentales del
Brahmanismo son: Los Brahmanas, los Aranyakas y los primeros Upanishads.
LOS BRAHMANAS, son explicaciones filosófico-teológicas
de cada uno de los ritos del sacrificio: su origen, su fin e importancia. Para
algunos historiadores, los Brahmanas pertenecen todavía al Vedismo. Se supone
que fueron escritos entre los años 1.000 y 800 a.C. Sin embargo, yo las
considero pertenecientes al segundo periodo o brahmanismo, pues en ellas
aparecen ya en primer plano el rasgo principal del brahmanismo, o sea, la pérdida
de rango de los dioses védicos en beneficio del hombre y en especial del brahmán.
La clase sacerdotal robustece su autoridad no sólo con el afianzamiento del
sistema de castas, llevado a sus últimas consecuencias, sino también por la
elaboración de una doctrina según la cual su casta tiene en las manos el
destino de todos los demás hombres y domina sobre todas las fuerzas de la
naturaleza, sin excluir a los dioses.
El arma de que se sirvió la
clase sacerdotal para alcanzar esta preeminencia fue ante todo el ritual.
Precisamente, los textos de los Brahmanes, especialmente el “Brahmana de los
cien senderos”, llamado así porque consta de los cien discursos, la obra más
importante en prosa, contienen amplios desarrollos de la doctrina védica sobre
el valor y el poder del sacrificio y de los ritos. Para comprender sus
afirmaciones hay que partir de la concepción brahmánica del origen del mundo.
En lugar de la sustancia divina u hombre primordial del vedismo, los brahmanes
ponen un homólogo, llamado PRAJAPATI, que quiere decir: «Señor de las
criaturas» y personificación del sacerdocio. Por emanación, van saliendo de
las sustancias del Prajapati todas las cosas del mundo superior e inferior. Al término
del proceso emanativo, Prajapati queda exhausto, lo mismo que toda la realidad
emanada. Hace falta un “recalentamiento” o reanimación que dé fuerza y
vida a la creación. Pues, bien, este es el secreto y el valor del sacrificio y
de los ritos. El sacrificio “recalienta” o anima, da vida a las cosas
creadas. Los ritos poseen una potencia mágica que los hace dueños del
movimiento y del destino de todos los seres. Los hombres y los mismos dioses,
dependen de los sacrificios y de la fuerza mágica contenida en los ritos. Todo
el acontecer terreno está dirigido por los ritos, e incluso los dioses son
impotentes sin ayuda del ritual. La consecuencia es clara: el brahmán,
conocedor del ritual y realizador del sacrificio, tiene todo el poder divino, 
humano y cósmico en sus manos. El concepto de sacerdote es sustituido
por un poderoso hechicero, que manipula toda la realidad mediante sus artes mágicas.
Los textos brahmánicos se
recrean en la enumeración de las series de sustancias que forman el
microcosmos; las series de sustancias que forman el macrocosmos; las
equivalencias que se dan entre las distintas sustancias y series; las
correspondencias entre aquellas y los conjuntos rituales; todo ello para dejar
patente cómo el sacerdote puede influir sobre los elementos del mundo o del
individuo a base de actuar sobre el respectivo equivalente ritualístico.
En esta orgía mágica aparecen
dos conceptos llamados a tener un gran futuro: el de ATMAN y el de BRAHMÁN.
  - El término ATMAN designa el alma-aliento del
    hombre. Se la considera sustancias básicas del microcosmos; por tanto, es
    de la mayor importancia en su serie. El “atman” es la energía que anima
    el organismo humano; es como el yo profundo, el núcleo de la persona.
 
  - El término BRAHMÁN designa la oración objetiva,
    es decir, esa energía que sustenta el universo. Es como el alma del mundo.
    Se la considera paralelamente sustancia básica del macrocosmos.
 
He aquí, pues, los dos
principios supremos de la realidad: el yo (atman) es el principio psicológico
que ayuda a la comprensión de la verdadera naturaleza del hombre; el no-yo,
brahmán, es el principio ontológico que intenta explicar el mundo objetivo.
LOS ARANYAKAS. Expresión
que quiere decir “textos de la selva”, son obras teológicas que versan,
como los Brahmana, sobre los ritos del sacrificio, pero desde un punto de vista
místico y alegórico. Son textos para estudiar, y meditar en la soledad, y
constituyen el puente de unión entre los Brahmana y los Upenishads.
LOS UPANISHADS, o conocimientos místicos secretos, son
una serie de textos religiosos indios en los que se formula la mística y la
filosofía del monismo indio. La cronología de los Upanishads es muy desigual.
Los textos más antiguos proceden de los siglos VII y VI a.C., y contienen
pasajes que figuran entre las creaciones más profundas y sublimes del espíritu
indio, sobre todo la doctrina acerca del impersonal Uno-Todo, la identidad “atman-brahmán”,
el “karma” y la trasmigración de las almas. Otros textos son más recientes
y sustituyen al Absoluto impersonal por un gran dios concebido ya a la manera
hinduista. Finalmente, otros textos son bastante próximos a nosotros y están
impregnados de magia o tienen un carácter secreto, por tanto, poseen escaso
valor para traerlos aquí.
Los Upanishads se llaman también VEDANTA, para dar a
entender que cierran el ciclo de comentarios a los Veda. Por ello, me ocuparé
de la primera serie de textos Upanishads.
Aunque llenos de contenido filosófico, los UPANISHADS no
son un tratado de filosofía, sino un poema de espiritualidad. Se los ha querido
explicar a veces como una rotura con el mundo espiritual de los Vedas, algo así
como una “iluminación” rebelde, en contra del ritualismo y formalismo en
que había caído la India un poco después del primer milenio. Sin embargo, en
el fondo hay una línea de continuidad entre el mensaje védico y el de los
Upanishads: la conciencia cósmica y la concepción integral del sacrificio de
la la época anterior se interiorizan. No se niega la salvación por la
acción ritual, pero se descubre que la auténtica acción no es la exterior,
sino aquella que está llena de intención y conocimiento, la acción interior.
Lo que vale es la intención, porque lo que cuenta es el hombre. El sacrificio védico
se convierte en sacrificio del entendimiento; la exactitud de la acción ritual
exterior que antes era interpretada como la condición necesaria para que
aquella acción poseyera toda la carga onírica en el único orden real, esto
es, en el sacro, ahora se convierte en la pureza de intención y en la pureza y
en la concentración mental. Quien conoce, se salva, porque en el
conocimiento radica el verdadero sacrificio. El sacrificio exterior ahora se
hace sacrificio interior. El Ser de la época védica se descubre ahora como
Verdad. Más adelante, la verdad se descubrirá como «bahakti» o bien. Y,
finalmente, el Ser, que es Verdad y Bien, se revelará como el UNO. La mística
de los Upanishads consiste en la unión del hombre con la Verdad y el Bien, para
SER uno en el UNO.
LOS BRAHMAN. Los Brahmana habían llegado a un dualismo
coordinado de microcosmos interior (atman) y macrocosmos exterior (brahman) como
expresión de toda la realidad. Los Upanishads hacen un esfuerzo de síntesis,
logrando la identificación entre el alma del hombre y el alma del Universo. El
yo (atman) y el no-yo (brahman) son manifestaciones diversas de la única
Realidad. Por lo tanto, si la realidad última, que todo lo abarca, es una y única,
no puede haber dos principios supremos de ser, sino uno solo: el Atman es
Brahman. De la identificación de ambos surge el Absoluto Upanishdádico,
impersonal, el Uno-Todo. El fin supremo del hombre es, por tanto, la realización
de la unidad del “atman” con el absoluto, para lo cual habrá de perder o
dejar lo que tiene de diferenciador que le impide ser uno en el uno-todo, o
absoluto. Precisamente este obstáculo es el que da lugar a la reencarnación.
He aquí unos bellos textos antiguos, que el autor pudo copiar estando en la
India de unos documentos que uno de sus maestros Brahmanes guardaba celosamente:
Brama, el Ser
– Único - Total: el Alma del mundo.
Tú Brahma, eres
mujer, tú
 eres hombre.Tú eres la abeja de color azul oscuro.
Tú, el papagayo
verde de pupilas rojas.
Tú tienes
mirada de un niño.
Tú tienes los
siglos y eres el mar.
Tú todo lo
penetras, estás presente en todo lugar.
Todo lo que
existe, de ti ha nacido.
El verdadero
conocimiento es el de lo UNO.
Si nosotros no
vemos
Sobre la
multitud de las formas
Al Ser-Único de
toda la vida,
Somos víctimas
de nuestra ignorancia,
Y nos engañamos. 
La salvación
está en la fusión con Brahma.
Entonces
podremos estar salvados
Cuando tengamos
claro que Tú y el Yo son ilusiones,
Que nosotros y
todo el resto del mundo
Somos parte de
un Dios.
Cuando nosotros
nos hayamos encontrado
A nosotros
mismos
O hayamos
hallado a Dios en nosotros,
Entonces nos
fusionaremos de nuevo con Brahma,
En quien, igual
como nuestro Yo,
Todas las
penalidades se fusiona como los ríos en el mar. 
LA TRASMIGRACIÓN DE LAS ALMAS. Desconocida del
Vedismo, esta doctrina aparece por primera vez en el periodo «Brahmana». En su
primera versión, y aunque parezca mentira, es de origen indígena y no ario,
equivalía a un “eterno retorno” de las almas. Se creía que los elementos
de una persona fallecida, después de la cremación, ascienden al cielo con el
humo, vuelven a la tierra con la lluvia, pasan en forma de savia a los alimentos
y, una vez consumidos éstos por el hombre, aquellos antiguos elementos se
convierten en el semen de este hombre, formando así el germen futuro de otra
persona.
Los Upanishads dieron otra versión, enlazada con la
doctrina del Karma. El karma es la acción que el hombre realiza en la vida,
configurando su personalidad. En la medida en que el individuo se entrega a la
acción, y no a la contemplación, se genera en él, una fuerza centrípeta que
congrega sus diversos elementos vitales, hasta el punto que, después de la
muerte, su “atman” individual permanece impregnado de todos los hábitos y
energías individualizadoras, acumulados en la existencia, que impiden ahora su
fusión con el Uno-Todo o Absoluto. Por lo cual, el alma debe reencarnarse de
nuevo en otra forma de existencia terrestre, aquella precisamente que venga dada
por la suma de las antiguas actividades, buenas o malas. Si este promedio fuera
propio, no de una existencia humana, sino animal, se reencarnaría en una forma
animal. De ahí el respeto del hindú a todos los animales: Si fuera propio de
una existencia humana noble, se reencarnaría en una forma humana de casta alta.
Esta coacción a renacer siempre de nuevo se considera dolorosa, y la liberación
consistirá en aniquilar el karma, o sea, todas las disposiciones que son causa
de nuevos renaceres. El procedimiento más generalizado fue, y sigue siendo, el
ascetismo, que implica la meditación contemplativa y mortificación de los
propios deseos. La meditación conduce al conocimiento de su atman y al
ensimismamiento. Hay que advertir que no se trata de un mero conocimiento
conceptual, sino de una verdadera fe experimental, de una cierta intuición que
reconoce vitalmente la ecuación upanishádica que dice: «Tú eres esto: Yo soy
brahman», o sea, el atman es brahman, un conocimiento vivencial que se da
cuenta de que mi yo más profundo es Dios y que no puede ser otra cosa que Dios.
Entonces, esta fe salva, porque es una realización ontológica que nos hace SER
aquellos que conocemos. Por tanto, la salvación depende del conocimiento del
principio divino en nosotros.
El segundo aspecto era y es la mortificación. El
ascetismo ha de destruir todos los apetitos y movimientos del cuerpo y del alma.
La muerte en este estado puro conduce inmediatamente a la fusión con el Brahma
o Absoluto, por tanto, al estado de quietud absoluta, definitiva y permanente,
designado con el nombre de NIRVANA.
Tercer periodo: HINDUISMO. Es el nombre dado a la tercera fase,
existente en la actualidad, de la principal religión de la India. Esta fase
empieza hacia los siglos IV a II a.C., y se distingue en diversos puntos del
Brahmanismo en sentido estricto, sobre todo por la aceptación de algunos rasgos
no arios tanto en la mitología como en el culto, y por la reviviscencia del teísmo.
Los textos más importantes para el conocimiento del hinduismo son:
LA EPOPEYA MAHABHARATA. Compilada entre el siglo
IV a.C., y el IV d.C., su asunto principal es la rivalidad entre dos linajes
emparentados: los Kuru y los Pandu, rivalidad que acaba en una lucha
aniquiladora. Dentro de este marco general se engarzan infinidad de episodios,
leyendas, enseñanzas morales y filosóficas, de modo que, en su conjunto, el
poema se constituye como una gigantesca enciclopedia de la India hinduista.
El episodio religioso más famoso del Mahabharata es el
canto sexto, denominado el BHAGAVAOGITA, o canto del excelso, redactado en los
primeros siglos de la era cristiana , en el que el héroe Krishna se revela como
encarnación del gran Vishnú y anuncia en tono sublime un nuevo camino de
salvación, el BHAKTI, o entrega amorosa, absolutamente desinteresada. En el
Hinduismo la trascendencia del Bhagavadgita superó no sólo a la de los Vedas,
sino también a la de los Upanishads.
LOS PURANA, o tradiciones antiguas, recogen enseñanzas
religiosas de todas clases y exaltan a algunas divinidades, especialmente a
Vishnú-Krishna. Estos escritos son posteriores al siglo VI a.C., aunque se
atribuyen legendariamente al autor de los Vedas y del Mahabharata.
El poema épico RAMAYANA, de Vamiki, del siglo IV ó III a.C.,
canta las hazañas del legendario héroe Rama. Una elaboración brahmánica
posterior al siglo II d.C., incorpora textos en que Rama se revela como
encarnación de Vishnú.
LOS AGAMA, o simples tradiciones, y los TANTRA, o libros,
contienen doctrinas filosóficas de las sectas hindúes, normas ascéticas y litúrgico-culturales.
De todas estas fuentes se obtienen las ideas, usos y
costumbres que constituyen el hinduismo, desde su origen hasta nuestros días.
LAS DIVINIDADES HINDUISTAS. El hinduismo realizó
una gran transformación de las antiguas divinidades védicas. Algunas de éstas
desaparecieron o perdieron importancia, como Varuna, Indra, Agni... Otras
pasaron a ocupar un lugar preeminente. A este grupo pertenecen los dioses
supremos Vishnú, Shiva, Sakti, o la llamada Trimurti, una especie de trinidad
india, Brahma, Vishnú, Shiva, considerados como tres aspectos de una sola
divinidad: aspecto creador, conservador y destructor.
1.    
Brahma es el creador del universo, la personificación del Brahmán
o Absoluto, del que hemos hablado anteriormente. Por su personalidad abstracta
es difícil encontrar representaciones propias. Aparece sensibilizado
popularmente en la imagen de las tres cabezas, que significa a Brahma con sus
dos expresiones: Vishnú y Shiva.
2.    
Vishnú es el dios que conserva el universo, el dios de la bondad.
Para vencer el mal, se ha encarnado hasta nueve veces con formas diversas o en
personajes históricos, viviendo así entre los hombres en forma humana. Primero
tomó la forma de pez para salvar a Manu, el único hombre que se vio libre del
diluvio universal y que pudo repoblar la tierra. Luego tomó la forma de tortuga
para sostener la tierra que se hundía en las aguas profundas. Los dos descensos
más importantes de Vishnú fueron los que realizó sobre los héroes Krishna y
Rama.
3.    
Vishnú-Krishna. Krishna es un personaje histórico y mitológico
a la vez. Desde el punto de vista histórico, fue un príncipe de Yadava, Estado
situado al oeste del río Jumna, aliado de los pandavas de la epopeya
Mahabharata y fundador o reformador del culto a Bhagavat. Después de su muerte
debió de ser objeto de veneración, más tarde se le identificó con la propia
divinidad de su pueblo y, finalmente, con Vishnú... Desde el punto de vista
mitológico Krishna, nacido en la tercera edad del mundo, octavo hijo de
Vasuveda, se libró de la muerte que le esperaba siendo entregado ocultamente a
un pastor. En la vida pastoril sostuvo relaciones amorosas con Rhada, venerada
por algunas sectas como divinidad. Para los hindúes, la pasión de amor de
Rhada con Krishna simboliza el deseo que puede tener el alma de unirse a Dios.
La leyenda sigue contando las grandes empresas que realizó Krsihna, hasta que,
ya muy anciano, murió por efecto de una flecha que se le introdujo en el talón,
única parte vulnerable de su cuerpo. El visnuismo formó una escuela de
espiritualidad en la que se ensalza el amor a Dios como fuente de moralidad, al
alcance de los hombres de cualquier secta. Los grandes maestros del visnuismo
son de la Edad Media: Ramanuja, Madhva, Nimbarka, Vallalbha y Caitanya.
4.    
Vishnú-Rama. En el norte de la India prevalece el hinduismo
vishnuista en su encarnación de Rama. Este es considerado como un dios
bondadoso, el ideal del varón justo y noble. SITA, la esposa de Rama, es el
ideal de la mujer. La epopeya clásica hindú, Ramayana, describe la vida de
Rama, heredero de un reino del norte. Su esposa Sita es raptada por el demonio
Rawana y llevada a la isla de Ceilán. La epopeya narra las innumerables
aventuras de Rama hasta rescatar a su esposa y volver a su reino. Toda la
obra es un himno al drama, y al recto orden del príncipe y de la esposa, en
que se celebra la lealtad y la fidelidad. El culto de Vishnú-Rama es del siglo
XI d.C., y su principal divulgador es Ramananda.
5.    
SHIVA. Es el dios de la destrucción. Se le representa
generalmente como un danzarín estático, rodeado de una corona de llamas que
simboliza el ritmo del universo, siempre en continua formación, que se extingue
y vuelve a renacer. Así, el dios destructor es a un tiempo el dios creador.
Shiva es la divinidad que más nos ayuda a comprender la filosofía india basada
en la intrascendencia de lo terreno. El hombre está sujeto a una cadena de
comienzos y finales en que la vida mortal ya no cuenta para nada.
6.    
La danza de Shiva. La danza divina de Shiva significa la plenitud
de Dios, que no necesita de nada ni de ninguna criatura para gozar de su propia
plenitud y gloria. Dios es la suprema beatitud, autosuficiente y absoluta. Dios
es feliz porque es la plenitud misma; danza porque no tiene quehacer ninguno que
llevar a cabo. La danza de Shiva es también la danza cósmica, la manifestación
de Dios hacia el exterior de su exhuberancia, un don gracioso hecho por puro
placer, por un único impulso interior de gozo y despliegue de su misma alegría
divina.
7.    
SAKTI. En el hinduismo es la energía creadora de Dios, por medio
de la cual el gran Dios trascendente actúa inmanentemente. Mitológicamente, es
la esposa del dios Shiva, es la madre del mundo. Tiene dos facetas opuestas: por
una parte, es la diosa Sakti, la creadora, bondadosa y dulce, que trata a los
hombres como una madre terrenal, por otra parte, es la diosa KALI, la terrible,
maligna y cruel. Las dos divinidades, Sakti y Kali, son dos aspectos de la misma
diosa, y tiene un significado: la creación lleva dentro de sí la destrucción,
y la destrucción da lugar a una nueva creación.
PRINCIPIO Y FIN DEL MUNDO. La doctrina hindú lo
expresa así: En Brahma está como en una simiente la energía vital. Cuando ésta,
en la creación del universo, comienza a dar señales de vida, la energía vital
se convierte en “Maya”, o sea, en el mundo material que nosotros percibimos
con nuestros deficientes sentidos. Así Maya significa: apariencia, ilusión.
Cuando Maya fluye de Brahma se parece al calor del fuego. Ciertamente el calor
no es el fuego, pero es irradiado por él y sin él no puede subsistir.
El mundo es a la vez Brahma y Maya. El ser del mundo es
Brahma: «El único, absoluto, impersonal, indivisible, incambiable, más allá
de la acción y de la inacción, más allá del bien y del mal». Los modos
contrarios, antinómicos de Ser son Maya. Por eso, Maya se manifiesta en todo lo
que es diversidad, en el trabajo y en el descanso, en el hombre y en la mujer,
en lo bueno y en lo malo, en el placer y en el dolor, en el calor y en el frío,
en la guerra y en la paz. Brahma, el Ser, permanece. Maya, lo diverso, pasa,
desaparece. Por eso, el hombre debe superar a Maya y alcanzar a Brahma.
El universo que Brahma irradia comprende un ciclo de unos
4.320 millones de años, al fin de los cuales es destruido por el fuego o por el
agua. Entonces,  Maya vuelve al
corazón de Brahma. Nace un nuevo universo y con él de nuevo aparece Maya. Este
proceder se repite una y otra vez eternamente.
d)    
Los ideales éticos del Hinduismo. Los ideales de la ética hindú
están en consonancia con su doctrina religiosa. Son valores muy apreciados la
pureza, la verdad, el dominio de sí mismo, la no violencia, la misericordia y
la compasión hacia todo viviente.
El respeto religioso a todos los vivientes es debido a
que los hindúes ven a Brahma en el fondo de todas las realidades que
constituyen el mundo: puede ser una piedra, un árbol, un río, una hormiga, un
ave o una vaca... Esta última es un animal legendario. En definitiva, el
respeto y el cuidado de los animales, desde las ratas o las serpientes hasta los
elefantes, no son más que un ejemplo del amor que los hindúes sienten por la
creación a causa de Brahma.
La perfección de la conducta puede conseguirse mediante
una serie de ejercicios que constituyen la práctica del YOGA. El Yoga se
propone el dominio sobre el cuerpo y sus funciones para liberar el espíritu en
orden a someterlo plenamente a Brahma. El camino del Yoga tiene ocho partes:
1.    
Conducta moral irreprochable.
2.    
Pureza interior y exterior.
3.    
Dominio de ciertas posiciones del cuerpo y forma de sentarse.
4.    
Dominio de la respiración a voluntad.
5.    
Liberar la atención de las impresiones de los sentidos.
6.    
Fijación del pensamiento.
7.    
Meditación.
8.    
Contemplación absoluta,
Cuando el yogui se ha desconectado de todas las
sensaciones, cuando ha llegado al estado más alto de meditación, entonces se
encuentra más allá del tiempo y del espacio, de lo bueno y de lo malo, de la
familia, la casta y la patria. Sobre esto dicen los escritos antiguos lo
siguiente:
Como los ríos
que al desembocar en el Océano
Se libera de
nombre y de figura,
Así el sabio
entra
Dentro del
divino supremo espíritu
Sin figura y sin
nombre. 
La muerte, al término de una vida éticamente
irreprochable, es el más grande y deseado acontecimiento de la existencia.
Cuando el hindú la siente cerca, viajará por poco que pueda a la ciudad santa
de Benares, se purificará en el río Ganges, y esperará el desenlace. Los que
logran morir en la ciudad santa de Benares, son trasladados a la orilla del
Ganges, se prepara una hoguera y se incinera el cadáver. Las cenizas del muerto
son recogidas y trasladadas al lugar santo conocido como Allahabab, y en unión
de pétalos y flores, son esparcidas sobre las aguas. Con esto, todo hindú confía
liberarse definitivamente de la larga cadena de las reencarnaciones, y alcanzar
finalmente el Nirvana o Moksa, el descanso eterno en Brahma.