SOBRE EL PROFETA ELÍAS
MARÍA
ESTELA DEL SAGRADO CORAZÓN DÍAZ DEL GUANTE Y PÉREZ PEÑA. Después de saludar y desear lo mejor, declaro que me gustaría
leer todas tus obras, y espero se me dé un día de estos, cuando las finanzas
fluyan mas libremente en mi existencia. El motivo de este e-mail es pedir un
poco de tu conocimiento en torno al profeta Elías, ingresé a la Orden Seglar
de Carmelitas Descalzos en agosto pasado, he tenido un ascenso rápido en
la Orden, dice el Fraile Provincial, Dios tiene prisa; he encontrado
a los hermanos  con un mismo sentir, pensar, ese fuego en el corazón,
que siempre tuve por Cristo.
         Sin extenderme más para no tomar tu valioso
tiempo, en noviembre próximo, si Dios lo permite vamos a dirigir un
retiro espiritual basado en el Profeta Elías, la bibliografía es extensa por
lo que sentí que a través de tu amplio conocimiento me podrías dar una vereda
corta hacia él. Y si sabes de arte relacionado con su figura y de Eliseo. Agradeciendo tu generosa respuesta, y que Dios derramé mil bendiciones en tu
vida,
Apreciada amiga Estela:
        
En primer
lugar quiero pedirte perdón por no haber podido contestarte antes, pero he
tenido que prestarle toda mi atención y tiempo a la promoción de mi último
libro «LA VERDADERA HISTORIA DE LA ORDEN DEL TEMPLO DE JERUSALÉN, a la luz de
la documentación histórica».  Hoy, que me encuentro en casa, hipotéticamente
descansando porque mañana comienzo de nuevo, aprovecho la ocasión para
contestarte:
         Efectivamente, tal y como dices
la bibliografía sobre el profeta ELÍAS es extensa, pero yo creo que en lo que
más has de centrarte es en lo menos conocido de la vida de este profeta, y además,
en lo más misterioso de su vida. También te aconsejaría que en vez de meter
al profeta Eliseo en la charla, lo hicieses con ENOCH. Pues ambos son los que
todavía hoy se mantienen con vida, ya que ninguno de los dos murieron. Me
explico: Hay en la Biblia dos personajes enigmáticos que desaparecieron
misteriosamente, de una forma sobrenatural, por obra de Dios. Estos personajes
son ENOCH Y ELÍAS. En efecto,  ninguno
de los dos murió. ENOCH porque Dios se lo llevó (Génesis 5, 4) y ELÍAS
porque subió al cielo en un carro de fuego.
        
A ENOCH, sin saber si se hace a
conciencia, se le menciona muy someramente en el Antiguo Testamento. El capítulo
5º del Génesis enumera las vidas de los primeros patriarcas, expresando los
hijos que tuvieron, y la edad en que les sobrevino la muerte. Ahora, bien, al
llegar a ENOCH, nos manifiestan que engendró a Matusalén, a los sesenta y
cinco años; que vivió otros trescientos. En total: trescientos sesenta y cinco
años, y no cita la palabra MUERTE, como en los otros, sino que el texto sagrado
afirma que «Dios se lo llevó...»
        
Hay que observar en la vida de
este Patriarca algunos detalles muy curiosos: que fue padre de Matusalén, el
hombre de  mayor longevidad que
existió sobre la tierra 969 años (Génesis 5, 27). Con ello se simboliza quizá
la vida eterna, la gracia divina que acompañó a aquel Patriarca. Otra
curiosidad que se observa en la vida de ENOCH es que vivió en la tierra 365
años, es
decir, un número de años igual al de días que tiene el año, viniendo a
conexionarse así con la sucesión de los tiempos, ya que, en los postreros días
del mundo, habrá de venir a predicar, en unión de otro Profeta (Elías), para
contrarrestar la acción nociva de los pecados del mundo.
        
Dos pasajes hay en el Eclesiástico
en que se cita también a Enoch. En el capítulo 44, 16, dice: «Enoch fue grato
a Dios y TRASLADADO, aleccionador ejemplo para las generaciones venideras»; y
en el 49, 16, añade: «Pocos han sido creados como Enoch sobre la Tierra, pues
fue arrebatado vivo al Cielo».
 
El profeta Malaquías cita
brevemente a Elías, y lo hace mostrándolo como heraldo de Yavé en el capítulo
6, versículos 5 y 6. Dice: «He aquí que yo enviaré a Elías, el Profecta,
antes que venga el día de Yavé, grande y terrible. Él convertirá el corazón
de los padres a los hijos, y el corazón de los hijos a los padres, no sea que
venga Yo y entregue toda la tierra al anatema».
        
Su vida menos conocida es la
siguiente: Por mandato de Dios, Elías anunció al rey de Isarael Ajab que no
llovería en el país durante varios años, como castigo por adorar a Baal.
Después de esta anunciación, el Profeta se retiró al torrente de Kirit, de
cuyas aguas bebía, alimentándose con pan y carne, que, dos veces al día, le
llevaban los cuervos.
         Cuando el torrente quedó seco,
por la pertinaz sequía, Dios le ordenó que se dirigiese a Sarapeta y se
presentara a una mujer viuda que había de alimentarle.
        
La encontró a la puerta de la
ciudad, recogiendo leña. Se disponía a preparar la última comida para ella y
su hijo, con un puñado de harina que le quedaba en una tinaja y un poco de
aceite contenido en una orza. El Profeta pidió le hiciera una torta pequeña y
aseguró, en nombre de Dios, que el cántaro y la orza no se vaciarían hasta
que lloviese. En efecto, así ocurrió, transcurriendo muchos días en que las
tres personas se alimentaban de aquella harina y de aquel aceite.
        
Sucedió después que el hijo de
la viuda enfermó y murió. Compadecido Elías de la llorosa madre, rogó a Dios
y logró la resurrección del niño. Transcurridos tres años, Elías, aún a
sabiendas por el mayordomo de el Rey que éste quería asesinarlo, obedeciendo
ante todo a Dios, ordenó al mayordomo que avisase al monarca que iba a su
encuentro para hablarle. El Rey se apresuró a buscar al Profeta y éste le
invitó a que congregase en el monte CARMELO (este dato es muy importante para
tu Orden) a los 450 profetas de Baal.
        
Reunidos en el CARMELO, el Rey,
los profetas y una masa enorme del Pueblo, Elías requirió a todos a ser fieles
a Yavé y abandonar el culto a Baal. Nadie le respondió. Entonces propuso que
le diesen dos toros; que eligiesen uno de ellos los sacerdotes de Baal, y él se
quedaría con el otro. Dio orden de que los matasen y de que colocasen sobre la
leña pero sin prenderles fuego. Y desafió luego a los sacerdotes a que
invocasen a Baal, y él a Yavé, a ver quien era el verdadero Dios haciendo
brotar las llamas.
         El pueblo aceptó con entusiasmo
un espectáculo tan nuevo. Y comenzaron los sacerdotes de Baal, por
requerimiento de Elías. Preparada la leña, descuartizaron los toros y
arrojaron uno de ellos sobre la pira invocando inútilmente a Baal. Rogó
entonces Elías al pueblo que se aproximara. Reparó el derruido altar de Yavé
colocando doce piedras, símbolo de las doce tribus fundadas por los hijos de
Jacob; hizo una zanja alrededor del altar, y para destacar el prodigio que iba a
producirse, llenó la zanja de agua, ordenando además, tirar doce cántaros de
agua sobre la carne de la leña y del toro de Yavé.
        
Imploró a Dios con fervor y ¡oh
maravilla!, surgió fuego del Cielo que consumió la carne, la madera y hasta
las piedras... El pueblo cayó rostro a tierra, reconociendo a Yavé por
verdadero Dios. Y los cuatrocientos cincuenta sacerdotes del falso dios fueron
degollados por el pueblo. Seguidamente, anunció Elías al Rey la lluvia que iba
a producirse. En efecto, apareció, subiendo del mar, una nube pequeña como la
palma de la mano, y en breve el Cielo quedó cubierto de nubes y azotado por el
viento y cayó una lluvia muy fuerte.
        
Enojada la esposa del rey, por
la muerte de los sacerdotes de Baal, dio orden de matar a Elías. Enterado éste,
huyó al desierto, donde fue alimentado por un ángel con manjar tan nutritivo
que le dio energía para caminar durante cuarenta días y cuarenta noches, hasta
llegar a Orbe, la montaña sagrada. Allí fue donde encontró a ELISEO, que
estaba orando mientras conducía una yunta de bueyes. Le dijo que lo siguiera
como discípulo y éste aceptó al punto sin más dilación que la de despedirse
de sus padres con un beso.
         Poco después, cuando caminaban
Elías y Eliseo hacia el Jordán, varios profetas de Batel y Jericó anunciaron
a Eliseo que en aquel día Yavé arrebataría a Elías «sobre su cabeza». Pero
ambos profetas conocían también, por revelación divina, el suceso portentoso
que se avecinaba.
         Al llegar al Jordán, Elías
golpeó con su manto las aguas del río, que se abrió, dejándoles pasar.
Entonces Elías le dijo a su discípulo que pidiera lo que quisiera antes de
separarse. Eliseo pidió participar en las cualidades de su espíritu, «Si me
vieres, al ser arrebatado de junto a ti —le contestó— así te ocurrirá a
ti».
         Al momento, un carro de fuego
con caballos también de fuego, se llevó el Profeta Elías, envuelto en un
torbellino, hacía el cielo.
PREGUNTA ¿Es Elías el anunciador del tránsito de Nuestro Señor Jesucristo? En los evangelio nos dice el evangelista Lucas, «...Y mientras estaba orando, el aspecto de su rostro se demudó y sus vestidos adquirieron una blancura relampagueante. Y he aquí que dos varones hablaban con Él, los cuales eran Moisés y ELÍAS que trataban del TRÁNSITO que Jesús iba a realizar en Jerusalén...
En fin, querida amiga ESTELA, espero que te valga de algo lo que te envío.