Hemos entrado en el tiempo en que los murcianos tenemos
la apreciable ocasión de disfrutar de la presencia de los auroros.
En los meses de octubre y noviembre es cuando estos insólitos
cantores aparecen por la huerta de la Vega alta y baja, para mostrar a cuantos
tienen la suerte de escucharles, un arte que quizás pueda ser tan viejo como el
mismo hombre.
El primer documento que nos
habla de estos insólitos cantores se encuentra en el Convento de Nuestra Señora
del Socorro de Orihuela. Allí, en el libro de la Cofradía del Rosario, con
fecha de cinco de octubre del año 1568, aparecen reseñados los nombres de
algunos miembros de una cuadrilla de Catral que se dedicaban en grupo a rezar el
Santo Rosario, aunque esta cuadrilla, que podemos considerar como la más
antigua documentada de España, no fuese fundada como Cofradía hasta bien
entrado el año 1691. Sin embargo estamos seguros que estas cuadrillas de músicos
cantores, existieron mucho antes de la época reseñada y que llegaron a ella
gracias a que hubo unas personas que se encargaron de ir transmitiendo,
oralmente, estos íntimos conocimientos, de padres a hijos y de maestros a
alumnos. ¿Pero quiénes fueron esas personas?
Nuestras investigaciones acerca
de esta extraña práctica musical se pierden en el mismo momento en que la
mayor parte de la península Ibérica es conquistada por los árabes. Y por ello
creemos que fue gracias a los mozárabes que llegará hasta nuestros días la música
de los auroros en todo su esplendor y eufonía.
Tal vez tengamos que decir que
mozárabes fueron llamados los cristianos que por no salir de los pueblos
conquistados, por no abandonar su familia, por no perder tierras, casas y
pertenencias, siguieron habitando aquellas partes de la península Ibérica que
estaban dominadas por los árabes. Aunque historiadores hay que censuran su
conducta, por convivir con ellos en vez de combatirlos, no seré yo quien se
atreva a condenarla, más bien tendré que elogiarla por haber conservado como
el cordero entre los zarzales el cándido vellón de la fe y por haber
armonizado el lazo entre las dos grandes familias de las dos grandes culturas
que existieron durante la reconquista de la Península. Ellos cultivaron al
mismo tiempo el latín primero, y después los romances, juntamente con la
lengua arábiga. Mantuvieron vivo el culto en las iglesias, que gracias a ellos
no fueron convertidas en mezquitas y, además, dieron a los fieles ejemplos de
grandes virtudes. El arte mozárabe, que con tanto orgullo atesoramos y
mostramos a los que visitan nuestras tierras, fue cimentado y edificado por
estos bravos cristianos. Y la antigua liturgia gótica fue también conservada
por ellos, por el hecho de no hallarse en comunicación con el centro principal
de la Iglesia latina. Y de esta forma siguieron oficiando la primitiva
ceremonia, que gracias a ellos no pasó a los anales del olvido. Por ello
creemos también, y no sin lógicos fundamentos, que esta práctica de rezar el
Rosario con instrumentos y cánticos religiosos para dar gracias a la aurora por
originar un nuevo día, fue conservada por ellos y salvada del olvido para
nuestro deleite actual... Y no sólo sustentaron esta práctica polifónico,
sino que además propagaron la cristiana costumbre de dar Gracias a Dios por
dejarnos ver un nuevo día y la sana práctica de madrugar. Sus canciones así
lo predican:
Un
hermano le dice a otro hermano:
 levántate hermano, vamos a rezar.
No
perdamos lo que tanto vale,
por
nuestra pereza de no madrugar.